«Tenemos que vacunar del Covid a los niños pequeños para que recuperen su libertad»
Hace seis meses el Hospital 12 de Octubre de Madrid emprendió un ensayo clínico para evaluar la vacunación infantil contra el Covid-19. Fue el centro español que más casos aportó a un estudio global que incluye datos de casi 5.000 menores de Europa y Estados Unidos. La conclusión final de aquel ensayo fue clara: inmunizar a los pequeños era seguro y eficaz. Durante el tiempo que duró el ensayo clínico, no hubo sorpresas. La vacuna de Pfizer fue bien tolerada y los efectos secundarios detectados «fueron más leves que en la población adulta», tranquiliza Manuel Gijón, pediatra de la Unidad de Ensayos Clínicos de Pediatría del 12 de Octubre y responsable del estudio de la vacuna en niños.
—¿Compensa vacunar a los niños aunque sepamos que en ellos el Covid no es una enfermedad grave?
—Es la pregunta del millón. Por suerte, no me toca a mí tomar la decisión. Las autoridades sanitarias deben estudiar el balance riesgo-beneficio. Sabemos que el peligro es bajo o mínimo. La vacuna es tremendamente segura. Es cierto que los niños sanos no fallecen por el virus ni enferman gravemente. Pero no podemos olvidar que la mayor tasa de incidencia se observa en menores de once años y que esto obliga a hacer continuas cuarentenas en los centros escolares. Con la inoculación, estarían parcialmente protegidos y evitaríamos la transmisión en el núcleo familiar.
—Como pediatra, ¿dudará en recomendarla?
—Sin duda la recomendaría. Yo lo tengo claro porque veo otros beneficios más allá de los directos en salud. Sin la protección de la vacuna, están obligados a llevar mascarillas, no juegan ni pueden comportarse como los niños que son... Tenemos que vacunarles para que recuperen su libertad y su bienestar emocional. No podemos despreciar una herramienta que puede devolverles a una cierta normalidad, aunque el beneficio directo en salud sea menor que en el adulto.
—Sin la población infantil no se alcanzará la inmunidad de grupo. ¿Este es un motivo añadido para inmunizarles?
—La inmunidad de grupo depende de la evolución del virus. Ahora el objetivo es llegar al 90% de población vacunada y es cierto que sin los niños no lo conseguiremos. Pero ese no es motivo suficiente, necesitamos insistir en la vacunación de los adultos y plantear el be
neficio infantil en un sentido diferente.
—Hay padres que temen los efectos desconocidos a largo plazo en el desarrollo de sus hijos. ¿Cómo les tranquilizaría?
—Es cierto que no tenemos toda la información. Estamos hablando de una vacuna que tiene solo un año de antigüedad, pero conservemos el sentido común. Por los estudios realizados y el mecanismo de acción de esta vacuna no debemos preocuparnos por supuestos efectos impredecibles a largo plazo. Desde la existencia de las primeras vacunas nadie ha podido demostrar que desencadene efectos a largo plazo. Está por demostrar un efecto que dure más allá de tres meses tras la inoculación.
—Durante el tiempo que ha durado el ensayo clínico, ¿qué efectos secundarios han visto?
—Sabemos que la vacuna es segura y bien tolerada. Lo hemos visto en nuestros niños tratados y en el resto que han participado en el ensayo clínico. Los efectos adversos han sido leves y similares a los de los adultos: enrojecimiento en la zona del pinchazo, malestar o escalofríos al día siguiente, dolor de cabeza y en algunos casos fiebre. En general, han sido efectos menores y más leves que los vistos en los adultos.
—Han probado también la vacuna en bebés. ¿Se vacunará también a los recién nacidos?
—Nuestro estudio incluye a niños desde los seis meses, aunque aún no se han publicado los resultados. Pero, sí, es posible que acabemos inmunizando a los niños desde su nacimiento. Otra cosa es que queramos o podamos hacerlo. Los datos que hemos visto son igual de positivos que en los niños mayores.