ABC (1ª Edición)

Marc Gasol, de la NBA y el oro mundial a la segunda división

El pívot confirma que jugará en el Bàsquet Girona, club que fundó en 2014 y que disputa actualment­e la LEB Oro

- EMILIO V. ESCUDERO

Casi todo en la vida deportiva de Marc Gasol ha escapado a la lógica, pero este final en Gerona para jugar en la LEB Oro y en el equipo que fundó él mismo en 2014 es quizá lo único esperado y deseado de verdad por el pívot. «Siempre tuve claro que quería acabar aquí mi carrera. Por eso, cuando volví de los Juegos y supe que quería seguir dedicándom­e al baloncesto no hubo más opciones para mí», reconocía ayer el pívot, que podría debutar con el Bàsquet Girona el próximo 3 de diciembre ante el Peñas Huesca.

A sus 36 años, cansado de la exigencia de la NBA y de perderse en parte la infancia de sus hijos, el catalán decidió cortar de raíz el pasado verano. Dijo adiós a la selección tras los Juegos y se despidió también de la liga americana. Dejó en el aire su futuro, aunque él siempre había declarado que quería acabar su carrera en Gerona, la ciudad que le acogió cuando su vida deportiva naufragaba. Allí, donde hace siete años fundó una escuela de baloncesto con su nombre, es donde el pívot jugará sus últimos partidos. Un campeón del mundo y de la NBA al que no le asusta bajar al barro para devolver al Girona a la ACB.

«Me ha movido un sentimient­o, un sueño que hace tiempo que tengo. Siempre he tenido un vínculo especial con Gerona», señaló el jugador, rodeado de su familia, amigos y multitud de aficionado­s en Fontajau. Era un secreto a voces que el propio Marc se había encargado de deslizar ya en los últimos días. Un anhelo de juventud hecho realidad que le llevará a jugar en pabellones muy distintos a los que estaba acostumbra­do a visitar en la NBA. Los recintos donde se juega la LEB Oro, la segunda división del baloncesto nacional, no cuentan con asientos vip ni hay estrellas de Hollywood a pie de pista y los viajes no se hacen en avión privado ni se duerme en hoteles de cinco estrellas, pero a Marc eso le da igual. Ha podido el sentimient­o de volver a casa y devolver a la ciudad todo lo que le dio en las dos temporadas que pasó allí.

Este nuevo mundo le devolverá a aquel pasado en la ACB, cuando casi nadie confiaba en él y tenía que cargar con el sambenito de ser el hermano de Pau. Ahora, con un anillo de la NBA y dos Mundiales con España en su espalda, la situación es muy distinta, aunque Marc apenas ha cambiado. Sí que lo ha hecho su físico, pues el Gasol que triunfó con la camiseta del Akasvayu Girona –club desapareci­do en 2013 y cuyo adiós impulsó al propio Marc a crear uno nuevo para que el baloncesto siguiera ligado a la ciudad– era un tipo entrado en carnes y no fibroso como el de ahora. Hace años adoptó un estilo de vida más saludable, haciéndose flexitaria­no y moldeando su figura para aprovechar mejor los últimos años de su carrera. Aprendió incluso a cultivar en casa sus propios alimentos y por ahí empezó a perder peso y a convertirs­e en un jugador más determinan­te. En su casa de España, a donde se trasladó el pasado verano, cuenta con un huerto que él mismo trabaja siempre que puede.

«Me ha movido un sentimient­o, un sueño que hace tiempo que tengo. Siempre he tenido un vínculo especial con Gerona»

Gerona en el corazón

Por lo demás, sigue siendo el mismo tipo afable y cariñoso de aficiones sencillas y comprometi­do con causas humanitari­as. Suele ir casi siempre en coche eléctrico para evitar contaminar más de lo necesario y desde 2018 apoya de manera activa el rescate de migrantes en el mar. Colabora con ‘Open Arms’ y dedica mucho tiempo a la Fundación que lleva su apellido, que se encarga de luchar contra la obesidad infantil. Tareas que tendrá que dejar ahora un poco de lado con su regreso a las canchas.

Deportivam­ente, poco o nada queda de aquel chaval que despuntó en un instituto de Memphis cuando la familia Gasol decidió acompañar a Pau en su aventura NBA en 2001. Dos años después, siendo una estrella en el estado de Tennesse, volvió para enrolarse en el Barcelona. De azulgrana nunca contó con la confianza necesaria para terminar de romper. Sí lo hizo en el Akasvayu Girona, al que llegó tras ganar el Mundial 2006 con España y donde Pesic le convirtió en MVP de la ACB.

Tocaba probar suerte en la NBA, seguir los pasos de su hermano, y lo hizo aterrizand­o de nuevo en Memphis, otra ciudad que ocupa un lugar gigante en su corazón. Pasó allí once temporadas antes de abrir nuevos horizontes. Solo estuvo una en los Raptors, pero le valió para tocar el cielo y ganar el anillo. El segundo español en conseguirl­o. Ese mismo verano repitió oro mundial con España, alcanzando el techo de su carrera. Periplo que entraría en una lenta cuesta abajo y que, tras un año en los Lakers, le ha devuelto a casa.

Seguirá ahora disfrutand­o con el baloncesto a otro nivel, feliz por estar cerca de su familia.

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// EFE Marc Gasol, ayer, durante su presentaci­ón como jugador del Bàsquet Girona

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