Las secuelas del Covid dejan un tsunami de casos en los servicios de rehabilitación
∑En estas unidades sufren un embudo de pacientes al sumar los enfermos que se recuperan de los estragos del virus a los lesionados y los crónicos habituales
Carmen García tiene 62 años, y lleva más de uno y medio aprendiendo, de nuevo, a valerse por sí misma. Víctima del coronavirus durante la primera ola, una complicación vírica del sistema inmune la dejó sin poder levantarse de la cama una vez que despertó de la sedación en la UCI. Su recuperación, junto a la fisioterapeuta Alba Guerrero, está siendo más lenta de lo habitual debido a los daños neurológicos que sufrió. Casi un año después de iniciar la rehabilitación en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias (HUPA), en Alcalá de Henares, ya da pasos cortitos con la ayuda de un andador y puede ponerse de pie.
Carmen comparte espacio con Yonti Testa, de 40 años, en la sala de rehabilitación del hospital madrileño. A diferencia de Carmen, este hombre se contagió de coronavirus en febrero de este año, con los aleteos del tercer embiste del virus en España. Desde entonces tampoco ha podido volver a trabajar. Ahora intenta, junto a María Isabel
Alonso, la terapeuta ocupacional encargada de su caso, recuperar la sensibilidad y el movimiento de sus dedos pulgar y anular. A día de hoy, los médicos no tienen claro por qué quedó afectado el nervio cubital de sus dos brazos. Una de las hipótesis tiene que ver con la maniobra que le realizaban para ponerlo boca abajo y que respirara mejor debido a la enfermedad. Otra es que haya sido consecuencia del propio virus, el mismo que le hizo perder 25 kilos en el mes y medio que estuvo hospitalizado.
Entre sus casos media casi un año, pero Carmen y Yonti representan las dos caras de una misma moneda: ambos necesitaron cuidados en una UCI y estuvieron en coma, pero en la lucha contra el virus, conocerlo más determinó sus destinos. «El tsunami que vivimos en los hospitales tras la aparición del coronavirus fue literal. Entonces, no teníamos recursos ni medios humanos para atender a los pacientes que nos llegaban», cuenta a ABC María Dolores Valverde, jefa de Rehabilitación del HUPA. Conforme avanzó la pandemia y se fue conociendo la enfermedad pudieron atender mejor a los pacientes. Desde enero, por ejemplo, el servicio de rehabilitación trata a los pacientes ingresados en la UCI, y tras recibir el alta necesitan «mucha menos rehabilitación que antes», apunta esta médico rehabilitadora. Los equipos de este hospital están compuestos tanto por logopedas como por fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, y en sus salas han tenido que incorporar a este nuevo perfil de paciente que ha pasado el coronavirus, sumándose a los crónicos y a los que necesitan tratamiento tras ser operados o han tenido un accidente. Además, la doctora Valverde confirma que hay un remanente, que es el de todos las personas que se encontraban en lista de espera quirúrgica y que no pudieron ser intervenidas entonces.
Aumento de la demanda
Desde la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef) confirman que aunque no existen datos como tal de las listas de espera de estos servicios, ya que se trata de una especialidad médica transversal, sí que hay un aumento de la demanda respecto a años anteriores. Según sus cálculos, han crecido todas las listas de espera en cuanto a pacientes nuevos. En estas unidades conviven ahora tres grandes grupos diferenciados. Por una parte, los pacientes antiguos que tenían una recuperación en curso y que tuvieron que suspender el tratamiento. Por otra, aquellos que no han podido ser atendidos por el cierre parcial de los servicios (nuevas fracturas, ictus, etc.). Y finalmente el tercer grupo y más grande por el momento, el de los pacientes con secuelas Covid, explica a ABC la presidenta de la Sermef, Carolina de Miguel.
Según datos de esta entidad, el 54% de los pacientes que han estado ingresados por Covid han necesitado recibir tratamiento médico rehabilitador tras el alta; entre los que requirieron su ingreso en una UCI, el porcentaje asciende al 68,5%. Tras abandonar el hospital, dos de cada tres presentaban sensación