ABC (1ª Edición)

Café y Covid

El miedo como excusa para pisotear derechos

- JUAN FERNÁNDEZM­IRANDA

« Si no hay pasaporte Covid, no hay café caliente». La frase me la espetó un camarero el otro día cuando entré en su local parisino huyendo de la lluvia y del frío. A pesar del tiempo perruno, de mi mascarilla reglamenta­ria, de que en mis brazos llevaba un bebé, de la parafernal­ia del turista familiar y del beneficio de la duda, a pesar de los pesares, el mensaje era nítido: o me muestra el pasaporte o usted, su mascarilla, su bebé y su parafernal­ia se quedan en la calle.

Estoy vacunado, así que pude disfrutar de un café ‘au lait’ bien caliente mientras recordaba un chiste cruel de mi infancia que la frase implacable utilizada por el camarero había traído a mi memoria y que hoy no pasaría el corte de la corrección política: un niño sin brazos le pide Lacasitos a un adulto, y este le responde lo que a todos: «pon la mano». Ante el estupor del pobre niño, el adulto añade: «si no hay manos, no hay Lacasitos». El chiste es cruel, sí, pero si hay que censurarlo que sea sólo porque es muy malo.

El hecho es que he pasado unos días en París y no me han dejado entrar en ningún local sin presentar el pasaporte Covid europeo: si usted no está vacunado, no entra, así de sencillo. Ya fuera una pequeña cafetería o un gran restaurant­e, ya fuera un local turístico o un café parisino. El día estaba para chimenea, novelita y consomé, así que ese café humeante era casi un acto de humanidad, pero las autoridade­s en Francia han hecho su trabajo sin necesidad de llegar a obligar a toda la ciudadanía a ponerse la vacuna del Covid: usted puede moverse libremente por la calle, pero si quiere hacer vida normal tendrá que demostrar que está vacunado. Esta es una excelente manera de atraer a la sensatez de la vacunación a quienes por miedo, confusión, desinforma­ción o manipulaci­ón viven en el negacionis­mo. Sin embargo, en España, la sexta ola y la variante sudafrican­a ha provocado un coro de voces a los que el pasaporte Covid les parece poco y reclaman la vacuna obligatori­a, a pesar de los datos de fallecimie­ntos y hospitaliz­aciones. El miedo como argumento para pisotear derechos. Yo me limito a exigir al Gobierno que legisle, sobre todo ahora que va a celebrar dos Consejos de Ministros a la semana. El concepto es sencillo, y funciona: «Si no hay pasaporte Covid no hay café ‘au lait’».

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