El largo juego de los chinos
La competencia de China con Estados Unidos ya no se limita al Pacífico
Entre los libros recomendados para entender la problemática transición del siglo XX (liderado por Estados Unidos) al siglo XXI (que China quiere dominar) se suele repetir ‘The Long Game’ del académico/asesor Rush Doshi. El sinólogo de cabecera de la Administración Biden argumenta que la competencia iniciada hace tres décadas entre China y Estados Unidos no se limita al Pacífico y al presente sino que apunta más bien al futuro y la creación de un nuevo orden mundial que corrija lo que Pekín considera una aberración histórica: la influencia global acumulada por Occidente.
Durante más de un siglo, según explica Doshi, ningún adversario o combinación de adversarios –la Alemania nazi, el Japón imperial, la Unión Soviética– han logrado alcanzar un 60 por ciento del producto interior bruto de Estados Unidos. La única excepción, por supuesto, es China que rápidamente se está consolidando como una superpotencia global que puede rivalizar, e incluso eclipsar, al gigante americano superviviente de la Guerra Fría.
El largo y metódico juego que protagonizan las élites nacionalistas del Partido Comunista de China se centra en cuestionar todas y cada una de las básicas formas de control utilizadas por un poder hegemónico como Estados Unidos: coerción, incentivos y legitimidad. Sin problemas de calendario para aplicar metódicas estrategias a largo plazo, China lleva años, según Rush Doshi, aplicando una estrategia de desplazamiento en tres actos tanto a nivel económico como militar y político.
Durante dos décadas a partir de los ochenta, China se concentró en su primer acto en «esconder sus capacidades y comprar tiempo». Después de la crisis financiera del 2008, China, siguiendo una estrategia de «lograr algo», empezó a ser mucha más asertiva en su vecindario. Eufemismo para el matonismo regional ejercido por Pekín. Y finalmente, después de la ola populista en Estados Unidos, China se ha embarcado en un curso de acción muchísimo más agresivo para minar la hegemonía de EE.UU. Lo que el régimen cada vez más autoritario de Xi Jinping califica como los «grandes cambios no vistos en un siglo».