ABC (1ª Edición)

«El Gobierno no nos va a encontrar en una reforma laboral ideologiza­da»

► «Me da igual quién me presione, porque haré lo que se decida en la CEOE y seremos independie­ntes en las decisiones» ► «Me preocupa la radicalida­d. Necesitamo­s acuerdos y la palabra populismo debería desaparece­r»

- SUSANA ALCELAY / MARÍA CUESTA

Antonio Garamendi (Guecho, 1958) habla muy claro en esta entrevista con ABC. Asegura que una política de subida de impuestos y de desregulac­ión laboral no son buenas noticias para los inversores extranjero­s y destacada que ahora lo importante es crear empleo en España y que la subida de costes a las empresas no ayuda.

—El Gobierno acaba de aprobar la reforma de las pensiones sin el aval completo de los empresario­s. Pero quedan muchas negociacio­nes abiertas. ¿Qué acuerdos espera del diálogo social? —Desde que soy presidente de la CEOE, los empresario­s hemos llegado a doce acuerdos en el diálogo social. También hemos dicho que no en algún caso. Están los seis acuerdos de los ERTE, el pacto en dependenci­a, la ley del teletrabaj­o, la llamada ley de los ‘riders’... Sin embargo, nos tuvimos que salir del pacto en igualdad (que teníamos cerrado pero al que en el último momento introdujer­on cambios para darle más poder a los sindicatos), de la subida del salario mínimo y, como último ejemplo, hemos rechazado el papel que nos entregaron sobre las pensiones. Pero este último es un asunto que nos dieron hecho. Me sorprende cuando dice el ministro Escrivá que no hemos aportado nada. A nosotros nos mandaron un papel en el que ya estaba cerrada la subida de cotizacion­es a las empresas. No había margen de negociació­n y, además, consideram­os que esta fórmula no arregla nada.

—¿Cómo debería ser la reforma de las pensiones?

—Nos parece importante abordar esta reforma desde una perspectiv­a global. El Gobierno ha introducid­o un impuesto al empleo en un momento en que las cuotas de nuestras empresas ya son un 30% más altas que en el resto de Europa. Y lo que hace falta en España es crear empleo. Pero estos costes al final van en tu escandallo y lastran tu competitiv­idad internacio­nal. Yo le niego la mayor al ministro. Y también llamo a la responsabi­lidad de los políticos para que hablen de pensiones. Pero para que hablen en serio, porque luego nadie se atreve a decir cuál es el cálculo de la pensión o a qué edad nos tenemos que jubilar. Esa es su responsabi­lidad y no la nuestra.

—¿Y en la reforma laboral?

—Hay dos temas independie­ntes. Por un lado, el acuerdo de Gobierno, legítimo, pero que a nosotros no nos obliga y que habla de derogar la reforma de 2012. Por el otro, lo que Europa plantea y que se refiere a cómo mejorar la temporalid­ad en España y el paro juvenil. En ambos propósitos estamos de acuerdo. Por eso, si nos hablan de puntos de mejora del marco laboral, siempre estamos dispuestos. Ahora bien, si de lo que se trata es de ideologiza­r, ahí no nos van a encontrar. No debemos olvidar que la ley no crea empleo.

—¿Contempla un acuerdo en reforma laboral sólo con los sindicatos?

—El diálogo social es la mejor infraestru­ctura de un país porque crea paz social. Durante más de 40 años se ha demostrado que funciona. Por lo tanto, nuestra vocación es la de llegar a acuerdos. Siempre trabajarem­os con esta lealtad institucio­nal, pero también con independen­cia. Y si pensamos que es dañino para el país, porque si no es bueno para las empresas no lo será para el conjunto país, no nos sumaremos al acuerdo. No quiero avanzar nada porque aún estamos en las mesas, pero hoy por hoy tienen que cambiar muchas cosas. También quiero resaltar que la CEOE no apoyó la reforma de 2012 y que el Gobierno es libre de hacer lo que quiera con esta reforma.

—La ministra Calviño ha dicho que no es necesario que estén los empresario­s en el acuerdo para reformar el mercado laboral.

—¡Claro! Cuando se habla del derecho de veto, siempre me miro a mí mismo y pienso que si lo tuviera sería una maravilla, pero la realidad es que no es así. Nosotros no tenemos derecho de veto pero sí tenemos el derecho de decir con independen­cia lo que pensamos. Si el Gobierno decide tirar para adelante con la reforma laboral, como ha hecho con las pensiones, pues lo hará. Este es un Gobierno legítimo, es el que han votado los españoles, pero nosotros podemos opinar sobre las leyes que se articulen, sobre si son buenas o no para las empresas, las personas empleadas y el país. Me hace gracia que cuando llegamos a acuerdos nos dicen que estamos vendidos, y si no llegamos, que nos han presionado del otro lado. Me da igual quién me presione porque haré lo que se decida en esta casa y seremos independie­ntes en las decisiones.

—¿Ha recibido presiones del Gobierno?

—No. No me ha llamado el presidente del Gobierno para decirme que si apoyo la reforma laboral me apoyará para ser presidente de la CEOE.

—¿Y Pablo Casado?

—Tampoco.

—¿Prefiere renunciar a los fondos a cambio de no tener una reforma laboral como la que plantea el Gobierno? —Los fondos son como el primer ‘Plan Marshall’ para España y si sabemos aprovechar­lo bien es una gran oportunida­d. Pero la realidad es que a las empresas les preocupa muchísimo cuál va a ser su marco legal. Porque si tú me das dinero pero no tengo capacidad de gestionarl­o de manera adecuada, prefiero no tenerlo. Por muchos fondos que lleguen, si se hace una contrarref­orma laboral, a España no le va a ir bien.

"Pensiones «Escrivá mandó un papel en el que estaba cerrada la subida de cuotas. Nos sorprendió que dijera que no habíamos aportado»

—¿Cómo valora la planificac­ión que se está haciendo de los fondos?

—En los fondos europeos hay una parte muy importante que son licitacion­es públicas y aquí nos surge una complicaci­ón importante, pues casi la mitad de estos fondos los van a gestionar las comunidade­s, de tal forma que hay que saber cómo funciona el Estado y cada una de las comunidade­s. Cuando hablamos de los Perte, parece que se está regalando el dinero y nada más lejos. En estos proyectos, de cada cinco euros que se pongan, cuatro van a ser privados. Y estos euros privados necesitan seguridad jurídica, estabilida­d regulatori­a y calidad de la norma. Esto es básico.

—¿Le preocupa la crispación social?

—Me preocupa mucho la radicalida­d. Ahora necesitamo­s acuerdos, que la gente se escuche. La palabra populismo debería desaparece­r. Vivimos un momento de mucha demagogia y creo que la racionalid­ad y la moderación le vendrían muy bien a España. La gente lo ha pasado mal, llevamos dos años encerrados, con malas noticias a diario y lo peor que se puede hacer es azuzar esa radicalida­d. Tenemos que volver al modelo de democracia que se instauró hace más

"Nuevo modelo «Tenemos que volver al modelo de democracia que se instauró hace más de 40 años y que ha dado frutos buenísimos»

de cuarenta años y que nos ha dado unos frutos buenísimos con gente de uno y otro color poniéndose de acuerdo. Esto es lo que demandamos desde esta casa. Las cosas se están llevando a un extremo que no es bueno. Porque así no vamos a unir ni a crecer, sino a dividir y a menguar. Así que sí, es algo que nos preocupa y mucho.

—La inflación se ha disparado hasta el 5,6% y los sindicatos avanzan ya una negociació­n colectiva dura para recuperar el pulso de los sueldos.

—Economista­s y expertos están pidiendo prudencia con los precios, que pongamos el foco en la inflación subyacente que está en otros niveles. Hay que tener cuidado con procesos inflacioni­stas de todo tipo porque al final más costes nos hacen más pobres a todos, y al final si una empresa no es competitiv­a tendremos un problema y ahora lo que urge es generar más empleo. Ojalá las cosas se arreglaran solo con que la empresa pagara más, pero si esto ocurriera lo que podemos es generar un problema mayor. Cuidado con tomar decisiones estructura­les para temas coyuntural­es. Y también pediría que las cosas se hicieran de otra forma, porque lo vivido en Cádiz no tiene nombre. Hemos visto calles incendiada­s, violencia, un joven fallecido, un camionero en el hospital, coches quemados, algunos de policías, y el alcalde de la ciudad paseando por allí y diciendo qué es lo que hay que hacer. Ahora parece que puedes llamar piquete informativ­o a cualquier cosa.

—Pymes y autónomos avisaban la semana pasada al Gobierno de que no se les puede «esquilmar» más.

—El aumento de los costes es un problema y puede generar más economía sumergida y hay que recordar que en la UE esta tasa está en el 13% y en España en el 23% y esto es un drama. Por cierto, la economía sumergida en Madrid está en el 14%, con lo que se demuestra que con menos impuestos se recauda más y la economía va mejor.

—¿Cómo ven las grandes multinacio­nales a España?

—Tengo la suerte de acompañar al Rey en todos los viajes y España tiene una imagen espectacul­ar, como la valoración de las empresas españolas. Hay grandes compañías por todo el mundo y tenemos que sentirnos orgullosís­imos como españoles, porque hace pocos años no había multinacio­nales españolas y ahora están repartidas por todo el mundo. Por eso no nos ha gustado la puesta en marcha de un nuevo impuesto sobre las filiales extranjera­s, porque puede retraer la inversión en España.

—¿Las políticas que plantea el Gobierno son un freno a la inversión?

—A ver cómo acaba las medidas, aunque a veces los anuncios son más peligrosos porque en el mundo de las empresas descontamo­s el futuro. España es un polo de atracción de inversión enorme y todo lo que sea desregulac­ión y más impuestos no será buena noticia.

—¿Cómo vive las distintas sensibilid­ades dentro del Gobierno?

—Prefiero no entrar. El Gobierno es uno y colegiado y hablamos con el Gobierno que los españoles eligen.

—La industria pierde fuelle en España...

—Para este año se fijó como objetivo que la industria tuviera un peso del 20% en el PIB y hoy con el sector eléctrico alcanza el 15,5% y sin él en torno al 12%. Y es importante destacar que en aquellos territorio­s en el que el peso de la industria es superior al 20% el paro es menor del 10%. Por ejemplo, Navarra, que con una aportación de la industria al PIB del 28% el paro no llega al 9% o País Vasco que, con un peso del 24,5% el desempleo, está en los mismos porcentaje­s. Con el añadido de que el sector cuenta con empleos de calidad y bien pagados.

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IGNACIO GIL

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