La presencia de Djokovic en Australia, cada vez más dudosa
Novak Djokovic regresó ayer a España, ya instalado en el Madrid Arena para preparar la eliminatoria de cuartos de final de la Copa Davis entre Serbia y Kazajistán. Nada enciende más al número uno que el orgullo patrio y se apuntó al torneo de naciones para cerrar el año, si bien no tiene ni idea de cómo empezará el próximo. Principalmente porque, como de costumbre, la temporada empezará en Australia y quien no esté vacunado contra el coronavirus no jugará en Melbourne, no hay distinciones ahí. Djokovic, que no quiere desvelar si ha sido inoculado, mantiene un secretismo inquietante y el padre del tenista, de nombre Srdjan, lanzó ayer un mensaje amenazante. «Él quisiera jugar en Australia con todo su corazón, porque es deportista. Nosotros también lo quisiéramos. Pero bajo estos chantajes y condiciones posiblemente no lo hará. Yo no lo haría. Y él es mi hijo así que la conclusión se puede deducir fácilmente», aseguró en una televisión serbia.
Melbourne es el paraíso del balcánico, nueve veces campeón ahí y clarísimo favorito para alzar de nuevo un trofeo que, de paso, le permitiría ser el jugador con más Grand Slams de la historia. Tiene 20, los mismos que Roger Federer y Rafael Nadal, y su estado invita a pensar en que también destrozará ese registro. Antes va la Copa Davis, claro, y en Madrid seguro que se le pregunta por la vacuna y por este «chantaje» que denuncia su padre, que ni siquiera sabe, según dice, si su hijo está protegido contra el coronavirus. «Es su derecho exclusivo. Si él lo dirá en público, creo que no. Si yo conociera su decisión no la compartiría».