ABC (1ª Edición)

Un iraquí es el primer condenado por genocidio contra los yazidíes

Según la acusación, dejó morir de sed a una niña de 5 años tras ‘comprar’a su madre

- R. SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

La lectura de la sentencia tuvo que ser suspendida brevemente porque el condenado, Taha al Jumailly, un miembro iraquí de la organizaci­ón yihadista Estado Islámico, se desmayó después de escuchar las palabras «cadena perpetua». Los jueces del Tribunal regional de Fráncfort considerar­on suficiente­mente probada su culpabilid­ad en «el genocidio y crímenes contra la humanidad y complicida­d en crímenes de guerra contra la minoría yazidí», sentando así la primera jurisprude­ncia sobre los crímenes contra esta minoría kurda, denunciado­s ampliament­e por la ONU.

«Es un momento histórico para la comunidad», declaró Natia Navruzov, abogada y miembro de la ONG Yazda, que reunió las pruebas aportadas en el juicio, «porque es la primera vez en la historia de los yazidíes que un criminal se encuentra ante un tribunal por cargos de genocidio».

Taha Al-Jumailly se alistó en las filas de Estado Islámico en 2013. Según la acusación, en el verano de 2015 y en la ciudad iraquí de Faluya, Al-Jumailly dejó morir de sed a una niña yazidí de 5 años cuya madre había ‘comprado como esclava’ junto a la pequeña. Este delito ha jugado un papel central en el juicio, al que la madre de la niña, Nora B., una mujer analfabeta que habla en kurmanyi, ha acudido como testigo y ha narrado los malos tratos a los que eran sometidas las dos de forma sistemátic­a. El día de su muerte, la niña de 5 años se había orinado en el colchón sobre el que dormía y, como castigo, Al-Jumailly la ató a la verja de una ventana, en el patio de la casa, expuesta al sol y a elevadas temperatur­as sin que le estuviese permitido beber agua, ni ingerir cualquier otro líquido o alimento. Por estos mismos hechos, su exmujer Jennifer Wenisch, de 30 años y presente en la casa, fue condenada a diez años de reclusión en octubre por «crimen de lesa humanidad causante de la muerte» de la niña.

Diáspora en Alemania

El relato de los testigos comienza a componer un rompecabez­as al que segurament­e sigan aportando piezas otros tribunales. Nora B. describió cómo fue violada varias veces por los yihadistas de Daesh después de que invadiesen su aldea en el monte Sinjar, en el noroeste de Irak, en agosto de 2014. Las mujeres fueron destinadas a la esclavitud sexual, mientras que centenares de hombres fueron ejecutados en la plaza de la aldea. Su abogada, la libanobrit­ánica Amal Clooney, lidera junto a la premio Nobel de la paz 2018, Nadia Murad, una campaña internacio­nal para que sea reconocido como genocidio este conjunto de crímenes.

Alemania, donde vive una importante diáspora yazidí, ha aplicado el principio jurídico de «competenci­a universal» para juzgar estos delitos cometidos fuera de su territorio, pero los activistas de la causa yazidí esperan ahora que el Consejo de Seguridad de la ONU recurra a la Corte Penal Internacio­nal para la apertura de un tribunal específico.

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// EFE El condenado, miembro de Daesh, se desmayó al conocer la sentencia

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