Las Montero y la cruda realidad
Los ranking internacionales ponen en su sitio el optimismo del sanchismo: baja España en igualdad y sube rampante en el índice de miseria
Cuando el PIB vino de nalgas, el sanchismo hasta montó una conferencia para restarle importancia
Nos tiene dicho el sanchismo, gran redentor de España que lidera ‘Mi persona’, que con sus veintitantos ministerios todo lo va a arreglar, no solo que nadie se quedará atrás en la pandemia sino que el bolsillo y los derechos de los ciudadanos volverían a ser tan rumbosos como cuando mandaba Zapatero, que en teoría nos había metido en la Champions League y en realidad cuando él, Sonsoles y las niñas cerraban por fuera la puerta de La Moncloa, España estaba absolutamente arruinada, con un déficit cercano al 12 por ciento. El país tenía la misma cara que Carpanta cuando abría la nevera en las viñetas. Sin apenas nada que llevarse a la boca España era carne de los ‘hombres de negro’ de Bruselas. Y ese entusiasmo embustero lo han mantenido el presidente y sus veintitantos ministros, destacando en la fanfarria las dos Montero, María Jesús e Irene, encargadas de buena parte de los dineros y los avances sociales de los españoles. ¿Qué podía salir mal con semejante elección?
Esta semana se han conocido dos clasificaciones internacionales que miden la salud de cada país en parcelas en las que más pecho saca el sanchismo. La Universidad de Georgetown establecía su prestigioso Ranking de Igualdad en el que España ocupa el puesto catorce, cuando en 2018 estaba en el quinto puesto. Todo ello siendo el gabinete más feminista del mundo mundial. Es decir, en tres años un retroceso de nueve puestos pese a que lo que era una secretaría de Estado con Rajoy se convirtió en una vicepresidencia y un ministerio y pico. En total, más 500 millones de euros de presupuesto, el lema «sola y borracha quiere llegar a casa» y con avances sociales tan ‘notables’ como que una niñera ha podido convertirse en jefa de gabinete adjunta de la ministra y señora de la casa (de Galapagar).
La otra Montero, María Jesús [recuerden, «Chiqui, 1.200 millones no son nada»], aseguraba que el Gobierno «ha logrado mantener el nivel de renta de los ciudadanos». A las cuarenta y ocho horas, de sopetón, la fanfarria se callaba después de que se conociese el llamado Índice Okum anual, que mide la destrucción de poder adquisitivo de las ciudadanos, el barómetro más fiable para conocer cómo le va a las clases media y baja de cada sociedad. Por mal nombre, se conoce como ‘índice de miseria’ y en él España lidera a todos los países de la Eurozona con un 20,17 por ciento. Este índice, establecido por el ilustre economista Arthur Okum, depende de las rentas del trabajo, se calcula al sumar la ratio de desempleo y la inflación. Cuanto más alta sea la ratio, mayor será el deterioro o creación de miseria sobre los trabajadores en ese país. En esa Champion no hay quien nos gane.
Seguramente, los veintitantos ministros desacreditarán ahora la relevancia de estos informes, igual que La Moncloa hasta montó una conferencia (a la que solo faltó el pianista de cabecera del sanchismo) para decir que ya está bien de medir la riqueza con el PIB, que hay otras cosas (la igualdad, la sostenibilidad...), justo cuando todos los organismos nacionales e internacionales –del Banco de España al FMI, pasando por el INE y la OCDE– le hacían una pedorreta a las fantasiosas previsiones de crecimiento elaboradas por el Gobierno de las Montero.