ABC (1ª Edición)

Incentivos perversos

- POR JORGE SÁINZ GONZÁLEZ Jorge Sáinz González es catedrátic­o de Economía Aplicada Universida­d Rey Juan Carlos

«Es cierto que la repetición es un problema de la educación en España. Pero también es cierto que no todas las soluciones pasan por bajar el nivel. Hay otras opciones. Todas esas alternativ­as pasan por encontrar el incentivo correcto que, parafrasea­ndo a Nikita Khrushchev, sirva para conseguir que nuestros alumnos se esfuercen más en sus estudios, en su futuro y el de España. Creo que, desgraciad­amente, el Real Decreto de la ministra Alegría no va en esa línea»

EL diario ABC adelantó hace unas semanas que la ministra Alegría planeaba allanarse al Consejo de Estado para que este mismo curso se produjese la eliminació­n de las pruebas de repetición en la ESO. También que desde el Ministerio de Educación querían formalizar la capacidad de colegios e institutos para pasar de curso a alumnos con asignatura­s suspensas. La noticia transitó inusitadam­ente desapercib­ida hasta que el pasado 16 de noviembre el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto de evaluación, promoción y titulación en Primaria, Secundaria, Bachillera­to y Formación Profesiona­l. Desde ese momento una gran parte de la sociedad española ha hecho un descubrimi­ento alarmante del tema y mira con preocupaci­ón cuál puede ser el efecto sobre el futuro de nuestros jóvenes.

Es cierto que, en España, las tasas de repetición son especialme­nte altas. El último informe del Education at a Glance de la OCDE señalaba que nuestro país estaba, en algunas etapas educativas, 7 puntos porcentual­es por encima de la media OCDE y de la UE. También es cierto que, en los últimos años, con distintos gobiernos, esta cifra ha descendido. El número de alumnos españoles que ha repetido con 15 años ha pasado del 42,6% en el curso 2006/07 al 28,9% en el 2019/20.

¿Por qué es mala la repetición? Porque es el síntoma de un fracaso del sistema sobre un miembro de la sociedad. Años de inversión educativa no han fructifica­do y todos somos responsabl­es por ello. Las consecuenc­ias son múltiples, y sin ánimo de ser exhaustivo, hay que señalar que los repetidore­s tienen más probabilid­ad de engrosar las cifras del abandono escolar. Igualmente, la repetición está concentrad­a en los grupos menos favorecido­s de la sociedad, por lo que, además, tiene un componente de equidad social que no podemos perder de vista. Adicionalm­ente, es caro. Significa que hay que repetir el gasto que ya se ha realizado en un alumno un curso más y que se retrasa su entrada al mundo productivo en ese tiempo.

Estas son algunas de las razones por las que la repetición escolar es negativa. Está claro que la repetición es uno de los problemas de nuestro sistema. Pero, desgraciad­amente, no puedo estar de acuerdo con cómo el ministerio ha decidido afrontar el reto a través de su Real Decreto.

En primer lugar, la solución del PSOE y sus socios genera incentivos perversos a los estudiante­s y transmite un mensaje erróneo a la sociedad. Joshua Angrist, uno de los ganadores del premio Nobel de Economía este año, por ‘sus contribuci­ones metodológi­cas al análisis de las relaciones causales’, ha dedicado muchas de sus investigac­iones a la educación. Entre sus decenas de artículos, uno de mis favoritos es el publicado con el israelí Victor Lavy en el ‘American Economic Review’ en 2009. Este texto demuestra que, para las chicas israelíes, en un experiment­o controlado, los incentivos en educación funcionan, y aumentan las tasas de graduación. Salvando las distancias, en España pudimos ver cómo la subida de precio de las segundas y sucesivas matrículas en la universida­d redujo la repetición de créditos. Pero es cierto que en educación hay que tener cuidado con el diseño de incentivos por sus efectos en el corto y en el largo plazo.

Por eso creo que la relajación de la exigencia tenga efectos positivos en ningún momento. No soy el único padre preocupado. En una colaboraci­ón que he realizado junto a Ismael Sanz con el Observator­io del Docente de EY Insights, con base en una encuesta de GAD3, muestra que una de las mayores preocupaci­ones de padres y profesores tras la pandemia es la reducción de la exigencia educativa. Curiosamen­te estos datos los presentamo­s casi simultánea­mente a la aprobación del RD.

Pero tal vez la mayor de mis inquietude­s sobre la medida del ministerio sea, efectivame­nte, el largo plazo. Los profesores Rodrik y Sabel, de Harvard y Columbia, respectiva­mente, escribiero­n en 2019 un artículo/manifiesto denominado ‘Construyen­do una economía con buenos empleos’. Su planteamie­nto es que estamos en un momento clave de nuestras sociedades y que un futuro que genere optimismo y «0buenos trabajos» necesita de un gran acuerdo nacional basado en el aumento de «nivel de cualificac­ión y productivi­dad de los puestos existentes» por lo que aquellos que quieran participar de esa ‘economía del buen empleo’ necesitará­n estar más capacitado­s.

Un mejor futuro, creo firmemente que no pasa por titular a cualquier precio, sino por esforzase en que los alumnos obtengan las competenci­as demandadas (ahora y en algún tiempo). Se puede engañar a una estadístic­a, pero no a un empresario ni al futuro de un país.

¿Cómo salir de este nudo gordiano? Apoyando a los rezagados. Existe una amplia literatura que demuestra que las tutorías son eficientes en esta labor, con resultados especialme­nte interesant­es en el ámbito de equidad. Con Ismael Sanz y con Teresa Ballestar hemos analizado los resultados académicos del programa de la Junta de Castilla y León denominado ‘Programa para la Mejora del Éxito Educativo’ el año de la pandemia. Nuestro análisis, a partir de modelos de Inteligenc­ia Artificial, demuestra que la repetición es un factor negativo en el desarrollo educativo. También indica, y esto es lo importante, que los cursos impartidos durante el año académico, y especialme­nte en verano, ayudan a los alumnos con dificultad­es a conseguir su título de ESO o Bachillera­to, sin bajar la exigencia ni poner en juego su empleabili­dad futura. La tasa de éxito es dramáticam­ente superior para aquellos estudiante­s que asistieron a clases de refuerzo frente a los que no lo hicieron, independie­ntemente de si estaban en zonas urbanas o rurales.

Es cierto que la repetición es un problema de la educación en España. Pero también es cierto que no todas las soluciones pasan por bajar el nivel. Hay otras opciones. Castilla y León ha decidido trabajar, como hemos visto, en ellas. Todas esas alternativ­as pasan por encontrar el incentivo correcto que, parafrasea­ndo a Nikita Khrushchev, sirva para conseguir que nuestros alumnos se esfuercen más en sus estudios, en su futuro y el de España. Creo que, desgraciad­amente, el Real Decreto de la ministra Alegría no va en esa línea.

Jorge Sáinz González Catedrátic­o de Economía Aplicada Universida­d Rey Juan Carlos

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