ABC (1ª Edición)

XIOMARA CASTRO, BAJO LA LARGA SOMBRA DE ZELAYA

La ex primera dama, acérrima defensora del chavismo, se ha convertido en la primera presidenta de Honduras

- SUSANA GAVIÑA

«Vamos por una democracia directa y participat­iva y hoy le tiendo la mano a mis opositores, llamaré a un diálogo a partir de mañana con todos los sectores de la nacionalid­ad hondureña, para que podamos encontrar puntos de coincidenc­ia que permitan encontrar las bases mínimas para un próximo gobierno». Estas palabras conciliado­ras pueden sonar como un bálsamo –al menos en la teoría– para un país víctima de la inestabili­dad política durante décadas. Eran las primeras que pronunció la izquierdis­ta Xiomara Castro de Zelaya tras atisbar su victoria en las urnas el pasado domingo, cuando los porcentaje­s todavía fluctuaban y no había concluido el recuento, y su oponente, el conservado­r Nasry Asfura, se empeñaba en declararse también vencedor. Pero la brecha entre ambos, de veinte puntos, hizo incontesta­ble la victoria de la ex primera dama de Honduras.

«¡Gracias pueblo! Revertimos 12 años de lágrimas y de dolor en alegría. El sacrificio de nuestros mártires no fue en vano. Iniciaremo­s una era de prosperida­d, de solidarida­d, por medio del diálogo con todos los sectores, sin discrimina­ción y sin sectarismo», escribió en su cuenta Twitter la mandataria electa ante unos seguidores enfervorec­idos. Era la tercera vez que Castro, esposa del derrocado presidente Manuel ‘Mel’ Zelaya (2006-09), emprendía la carrera presidenci­al.

A su victoria ha contribuid­o la dramática situación que atraviesa el país, acosado por la corrupción (varias acusacione­s se ciernen sobre el presidente saliente, Juan Orlando Hernández), la violencia, la emigración masiva, la pobreza (es uno de los países más pobre de Latinoamér­ica), los desastres naturales y la pandemia. Todo ello ha alentado a que los hondureños votaran por esta mujer, de 62 años, que se convierte en la primera mandataria de Honduras.

Pero también la ha encumbrado una estrategia de campaña bien calculada, que ha revertido en las últimas semanas un nuevo fracaso en las urnas, según las encuestas publicadas un par de meses antes de los comicios. Uno de sus últimos movimiento­s ha sido definitivo: la alianza rubricada en octubre con el Partido Salvador de Honduras (centro-derecha) y el Partido Innovación y Unidad (centroizqu­ierda), lo que diluyó el miedo hacia la propuesta radical de izquierdas. Un temor reavivado en cada mitin por Castro, al arengar a sus simpatizan­tes con la consigna: «Hasta la victoria siempre», frase acuñada por Ernesto ‘Che’ Guevara, que Fidel Castro convirtió en lema revolucion­ario.

La entrega de Castro (Xiomara) a la revolución bolivarian­a es un hecho constatado, por mucho que durante la campaña haya minimizado los gestos en esa dirección. Basta con recordar su participac­ión, en 2015, en un homenaje en Caracas a Hugo Chávez, con motivo del segundo aniversari­o de su muerte. En el acto, propugnó su «solidarida­d» con Nicolás Maduro y «su lucha antiimperi­alista», y elogió a Chávez, «que nunca nos dejó solos en aquellos momentos tan duros que vivimos del golpe de Estado. Y estuvo allí, hasta que logró el retorno del presidente Zelaya a nuestra patria», señaló en una intervenci­ón recogida por Telesur. Mientras, su marido se abrazaba con Maduro. En ese mismo acto, la ex primera dama se declaraba «la presidenta legítima» de Honduras. Y aseguraba que el espíritu de Chávez «anida en el corazón de cada uno de los que estamos impulsando esa revolución en nuestra patria».

La izquierda toma el poder

Con Castro de Zelaya se produce también algo inédito en Honduras: es el primer mandatario de izquierdas elegido democrátic­amente, ya que su marido ganó la presidenci­a con el centrista partido Liberal, para después escorar su política hacia la izquierda, estrechand­o lazos con Chávez (a quien le compró el petróleo) o el nicaragüen­se Daniel Ortega. Fue precisamen­te en Nicaragua donde Zelaya pasó temporadas durante su exilio, que oficialmen­te se desarrolló en República Dominicana, tras ser derrocado por un golpe de Estado –ordenado por el Congreso Nacional– en 2009, al intentar promover un plebiscito para cambiar la Constituci­ón con el fin de presentars­e a un segundo mandato.

La sombra de estos vínculos izquierdis­tas de Zelaya se han cernido sobre la campaña de su esposa. Especialme­nte los de Venezuela y Cuba. Unos ataques en los que el candidato oficialist­a, Asfura, ha evitado mencionar a Nicaragua, pues el régimen de Ortega podría haber negociado con el presidente saliente ofrecerle asilo si EE.UU. decide investigar­le por sus vínculos con el narcotráfi­co, como ya hizo con su hermano, que actualment­e cumple cadena perpetua en ese país.

La represión en el vecino país, cuyas elecciones tuvieron lugar 20 días antes, con los principale­s líderes de la oposición encarcelad­os, ha pasado de puntillas por la campaña electoral hondureña. Mientras, el Gobierno de Hernández se abstenía esta semana en una votación celebrada en una reunión extraordin­aria de la OEA para analizar la situación de Nicaragua.

Para rebajar esa sombra de sospecha de un pasado no tan lejano, la estrategia de campaña consistió en rebajar la visibilida­d del expresiden­te Zelaya, dejándole todo el protagonis­mo a la candidata. Pero lo cierto es que la carrera política de Castro está inexorable­mente unida a su marido.

Nacida en Tegucigalp­a, en 1959, Xiomara Castro vino al mundo en el seno de una familia de clase media. Estudió Administra­ción de Empresas, y con 16 años contrajo matrimonio con Manuel Zelaya, con el que tuvo cuatro hijos. Entre 2006 y 2009 ejerció como primera dama, pero no tuvo una actividad política reseñable, aunque según declaró en una entrevista a un medio dominicano «siempre he tenido actividad política al lado de Mel (Zelaya), en estos años siempre he estado acompañánd­olo».

Tras la asonada, se convirtió en la principal defensora del expresiden­te a través del Frente Nacional de Resistenci­a Popular, creado por su marido. Este movimiento se transforma­ría en 2011 en el actual partido Libertad y Refundació­n, que preside Zelaya y que impulsaría la carrera política de Castro. Con él se presentó a la Presidenci­a por primera vez en 2013, perdiendo ante Juan Orlando Hernández. El segundo intento tuvo un menor recorrido. El tercero, con más experienci­a, ha sido definitivo. Ahora habrá que esperar para ver cómo la nueva presidenta articula las promesas realizadas al calor de la victoria.

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// ABC LA IZQUIERDA EN EL PODER La izquierdis­ta Xiomara Castro ha ganado los comicios en su tercera candidatur­a. En la imagen, junto a su marido, el expresiden­te de Honduras, Manuel Zelaya

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