“Queremos transmitir los elementos propios de Laguardia a todos nuestros vinos”
Carlos San Pedro Propietario de Bodegas y Viñedos Pujanza
Fundada en el siglo X, la villa de Laguardia es muchas cosas. Atravesar cualquiera de las cinco puertas medievales de la ciudad que vio nacer al fabulista Félix María de Samaniego y perderse por sus estrechas calles permite disfrutar de un encanto difícil de hallar en otras latitudes.
Rodeada de viñedos, Laguardia es la capital de la Rioja Alavesa y el enclave donde Bodegas Pujanza elabora todos sus vinos. Carlos San Pedro es el impulsor de un proyecto que lleva más de veinte años trabajando para ofrecer vinos capaces de transmitir el espíritu y la personalidad de las diferentes fincas laguardienses propiedad de la bodega.
Laguardia y Pujanza siempre han ido ligados…
Así es. Mi familia se ha dedicado desde hace cinco generaciones a la viticultura y a la elaboración de vino en Laguardia. Cuando hace 23 años comienzo mi propio proyecto, como no podía ser de otra manera, yo también me centro en los viñedos de nuestra localidad. Hoy mantenemos esta filosofía, todos los vinos de la bodega tienen su origen en viñedos en Laguardia.
¿Qué significa para la bodega comercializar todas las referencias como Vino de Municipio?
El concepto de Vino de Municipio añadido a la etiqueta de la DOCa Rioja representa una vía para ofrecer a los clientes más información. Cada lugar dentro de la denominación de origen tiene sus peculiaridades, su idiosincrasia, su clima, su terreno… Nosotros queremos transmitir todos esos elementos propios de Laguardia a nuestros vinos, y la etiqueta y la regulación que de ella hace el Consejo Regulador certifica que todo lo que hacemos lo hacemos en el pueblo.
¿Y qué tiene de singular Laguardia?
Laguardia tiene su estilo propio. La uva Tempranillo es una variedad muy delicada donde el origen y la forma en que la trates hace que los vinos se comporten de un modo o de otro. Un Tempranillo elaborado aquí será distinto al que se hace en Toro o en la Ribera del Duero, pero es que esas diferencias se dan también entre las distintas fincas que tenemos alrededor de Laguardia. Cada una tiene sus peculiaridades y nos permite elaborar un vino diferente.
¿Por qué razón?
Porque aunque todas las fincas tienen un suelo arcilloso-calcáreo, su composición varía y hace que los vinos se muestren de una forma distinta. Nuestros viñedos son relativamente pequeños, pero muy diferentes entre sí. La Finca Norte, por ejemplo, es una de las más altas de la Denominación de Origen, mientras que La Valcabada posee un microclima propio o La Paul, la última que adquirimos, está en una ladera en las faldas del pueblo de Laguardia.
¿Tienen puntos en común los vinos de Pujanza?
Sin duda. Es un dicho muy extendido el que reza que “el vino se hace en la viña”, pero yo soy de los que piensan que en realidad se hace en la bodega, porque es allí donde el equipo lo interpreta. Bodegas Pujanza nació como un proyecto personal, pero lo cierto es que todos los miembros del equipo lo han asumido como propio.
¿En qué sentido?
En todo lo que hacemos a diario. El año pasado, por ejemplo, la pandemia hizo mucho daño a mucha gente, pero nosotros logramos acabar 2020 sin tener a nadie en ERTE. Eso sí, tuvimos que reorganizarnos y asumir trabajos que no eran los de siempre. Ver al equipo comercial trabajando en el campo sin ningún problema demuestra el espíritu de quienes formamos la empresa. Un espíritu que transmitimos a nuestros vinos.
Si hablamos de futuro…
El reto es doble. Por un lado, seguiremos trabajando para conocer y dar a conocer la zona y los viñedos para hacer no solo mejores vinos, sino que estos se parezcan más a su origen. Por otra parte, mi hijo Carlos ya ha empezado a trabajar y a formarse en enología para continuar el trabajo familiar y seguir apostando por los vinos de calidad elaborados únicamente a partir de viñedos propios.