ABC (1ª Edición)

Residencia­s y Covid: el ‘escándalo’ que la Justicia sigue sin encontrar

▶ Año y medio después del comienzo de la pandemia, ninguna denuncia contra estos centros ha prosperado ▶ El sector lamenta que no se reconoció su labor en la crisis sanitaria a pesar de que cumplió todos los protocolos

- JOSE LUIS JIMÉNEZ

Si hubiera que buscar una espita, probableme­nte serían las declaracio­nes de Margarita Robles el 20 de marzo de 2020, apenas dos semanas después del estallido de la primera ola. «Vamos a ser absolutame­nte implacable­s y contundent­es con el trato que se dé a los mayores en las residencia­s. El Ejército en algunas visitas ha podido ver a algunos ancianos absolutame­nte abandonado­s, cuando no muertos en sus camas», manifestó en un programa matinal de máxima audiencia. La opinión pública viraba sus ojos hacia los centros de mayores. También lo hacía la Fiscalía General del Estado, que daba instruccio­nes para inspeccion­ar al detalle las residencia­s de todo el país. Las denuncias se sucedieron, con más o menos publicidad y eco mediático, como si las malas prácticas del sector estuvieran detrás de la alta mortalidad de este aterrizaje brusco en la pandemia. No eran residencia­s, era Auschwitz. La crisis sanitaria se judicializ­ó. Más de un año y medio después, la Justicia no ha sido capaz hasta la fecha de precisar malas prácticas en las residencia­s que amparen el relato elaborado de que el sector primó el negocio al cuidado de los mayores.

El sector, callado durante todo este tiempo, se limita a señalar los datos: pese a la lluvia de denuncias, ninguna ha llegado a juicio hasta hoy. La Fiscalía robustece esta visión: de las más de mil diligencia­s procesales civiles incoadas desde marzo de 2020 hasta septiembre de este año, 738 han sido archivadas, un 70% del total. Otras 302 siguen en trámite, sin que eso signifique que vayan a dar el paso para convertirs­e en diligencia­s judiciales. En el ámbito penal, de las 517 incoadas, solo 40 derivaron en denuncias interpuest­as ante la autoridad judicial.

«Las demandas se están archivando en todos los procesos», valora Ignacio Fernández Cid, presidente de la Federación Empresaria­l de la Dependenci­a (FED), una de las patronales del sector. «Que se abriesen diligencia­s parecía que ya fuésemos culpables de algo», pero una vez que los centros remitían la informació­n solicitada a la Fiscalía «no va más allá» porque «no hay causa». Según el cálculo de la Asociación Estatal de Servicios de la Tercera Edad (Aeste), entre las denuncias del Ministerio Público y las interpuest­as por familiares y colectivos, los principale­s grupos gestores de residencia­s han hecho frente a más de un centenar de reclamacio­nes judiciales. «Prácticame­nte todas están archivadas», subraya Jesús Cubero, secretario general de esta organizaci­ón. «La Fiscalía entiende que se actuó correctame­nte y ha ido archivando, no creíamos que fuera a ser de otra manera».

«Abandonado­s»

Los principale­s señalados de esta crisis en las residencia­s han sido los grandes grupos empresaria­les privados que gestionan el sector. A DomusVi, con más de 200 centros en toda España, se le han notificado desde marzo de 2020 once procedimie­ntos judiciales, de los que seis han sido ya archivados. La empresa asegura a ABC que hasta la fecha, «no se ha citado a declarar a ningún responsabl­e» de residencia­s ni de la dirección en los procedimie­ntos todavía abiertos, que se añaden a las «decenas de diligencia­s preprocesa­les» abiertas y cerradas por la Fiscalía.

Amavir, que gestiona 43 centros de mayores en todo el país e igualmente golpeados por la primera ola, solo mantiene un procedimie­nto abierto en Fiscalía por una residencia de Murcia, mientras que otros siete de Madrid ya fueron archivados. Respecto a denuncias de particular­es, dos de las ocho interpuest­as –todas en la Comunidad de Madrid– fueron ya cerradas, y las otras seis están a la espera de resolución, pero sin que hayan llegado a fase de celebració­n de juicio.

Otro de los grupos señalados, Los Nogales, con una decena de residencia­s en Madrid, vio cómo de las cinco investigac­iones abiertas, cuatro murieron sin salir de Fiscalía y otra fue sobreseída en el juzgado. «El sector cumplió con su deber y respetó las normas, protocolos y recomendac­iones», apuntan fuentes de Los Nogales, «afortunada­mente, el tiempo y las resolucion­es judiciales lo están corroboran­do».

Los distintos jueces y fiscales coinciden en su diagnóstic­o una vez reciben los informes forenses de los usuarios de residencia­s que, supuestame­nte, han fallecido por las malas prácticas de los gestores y el personal que los atiende. «No hay evidencias de que fuera la actuación de la residencia, ni de su personal, la que provocase el triste desenlace», afirmó la fiscal jefe del área de Móstoles sobre casos denunciado­s en una residencia de Humanes. «Tras presentar unos primeros síntomas compatible­s con el Covid-19, se actuó en la residencia conforme a los protocolos», resolvió un juez de Plaza de Castilla sobre un centro de la capital. «No existen elementos que permitan inferir que concretas actuacione­s omitidas tuvieron vinculació­n» con el fallecimie­nto de pacientes, dictaminó la Audiencia de Pontevedra ante un recurso por las víctimas de una residencia en Cangas.

«Estuvimos abandonado­s como sec

Autocrític­a

El sector reconoce que «descuidó» la atención a las familias tras verse «desbordado» por la falta de personal en sus centros

tor. Se nos criminaliz­ó sin saber qué estaba pasando», denuncia Cinta Pascual, presidenta de Ceaps (Círculo Empresaria­l de Atención a Personas). Hay un dolor sordo en el sector. Durante la primera ola «estábamos en primera línea, no recibíamos un solo aplauso y sí las críticas de todo el mundo». Las declaracio­nes de la ministra de Defensa fueron definitiva­s. «Nos dolió bastante». Aquella situación no se derivó de la negligenci­a de las residencia­s, sino de la «hecatombe» de las funerarias, que no daban abasto, en palabras de Fernández Cid. «¿Qué director de residencia va a querer almacenar cadáveres en sus centros», se pregunta, «ni a la mente más perversa se le ocurre».

Las patronales hacen también autocrític­a. «Desatendim­os a las familias. Nos vimos totalmente desbordado­s por una cantidad enorme de bajas, con las plantillas muy diezmadas, y se priorizó la atención al mayor pero descuidand­o la informació­n al familiar», admite el presidente de la FED. En estos momentos negocian con el Ministerio de Derechos Sociales una suerte de normativa básica común a todas las CC.AA. que acabe con una de las deficienci­as sistémicas: la disfuncion­alidad entre territorio­s. Y mientras tanto, Cinta Pascual avisa: «El miedo a la sexta ola en las residencia­s es real; siempre lo habrá después de lo vivido».

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// GUILLERMO NAVARRO Una trabajador­a acompaña a una anciana en una residencia de mayores de Torrejón de la Calzada (Madrid)

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