Hartazgo y desazón en el Wanda
▶ El Mallorca se impone con muy poco a un Atlético que hace aguas en defensa
Se marcha malhumorada la parroquia del Atlético en un Wanda que amenaza bronca. Cunde la desazón entre los rojiblancos porque su equipo pierde de manera lastimosa en un petardazo final ante un rival con muy poco bagaje, el Mallorca. Asoman los fantasmas del Cholo, no sacar partido a una plantilla con calidad, apelar siempre al sudor y no a la técnica y, por encima de todo, una defensa que hace aguas. Dos goles de Russo y Kubo sentencian al Atlético, que se adelantó con Cunha y que el martes se la juega en la Champions ante el Oporto.
Cinco minutos antes del intermedio, el Wanda clarea. El personal se ha aburrido y se levanta para coger posiciones en los bares del interior. Es la imagen del desencanto que genera el juego de su equipo, tan deslavazado y desnutrido que agota. Hubo murmullos mucho antes, hacia la media hora, cuando el coreano Lee asedió a Oblak de todas las maneras posibles.
Con el último intento del asiático, el Wanda empezó a impacientarse como si fuera el Bernabéu al cuarto de hora. Algún silbido se escuchó tenue entre el silencio imperante. No hubo forma de levantar aquello en la primera mitad porque el peñazo fue de consideración. El Atlético de tantísimas tardes, aturullado, sin claridad con el balón en los pies, agarrado a la unijugada de Llorente buscando carril, sin conexión entre piernas amigas, sin la lucidez de Griezmann contagiando al resto. Un horror.
Siempre da la sensación en esas circunstancias de que al Atlético no le queda más remedio que jugar a la heroica, rasgando camisetas por el pecho, sacando piernas del cenagal. Es el estilo que impuso el ‘cholismo’ hace años y del que no se desprende ni teniendo futbolistas de pie fino como Griezmann, Lemar o Joao Félix.
Compareció Cunha en el puesto de Luis Suárez y es motivo de satisfacción para la hinchada porque el brasileño tiene recorrido y buena zancada, rápidos movimientos a la media vuelta, capacidad de desmarque y velocidad en la carrera. Falló dos que se fabricó él mismo allí donde no había nada, y por esa rémora en el remate cojeó el Atlético muchos minutos.
Por encima de eso, la carencia número uno del Atlético este año es su defensa o su entramado defensivo o como se quiera denominar. Le falta seguridad y le sobra vehemencia inútil. Demasiado riesgo en las anticipaciones de Felipe y escasa aportación de Hermoso, que no se impone en defensa y no la saca con clarividencia.
La perspectiva de un desliz ante un equipo de tono mediocre espoleó al
Atlético hacia su esencia: el avasallamiento, la victoria por empuje y corazón, la ausencia de un juego potable y la aparición de la testosterona. El tipo de fútbol que consiste en sobrevolar el espacio aéreo en faltas y similares, a la espera de que los centrales cacen un centro directo o un rechace.
Perseveró Cunha, insistente en su afán por ganarse el puesto, el mejor del Atlético con diferencia. Percutió hasta que en una buena maniobra de Correa, consiguió el gol que parecía definitivo. Otro 1-0 para sumar de tres.
Pero no. El Atlético volvió a su naturaleza, a ese caparazón tedioso que construye cuando está en ventaja. Defender y defender hasta la extenuación. Sucede que este año ni Oblak hace sortilegios ni la zaga es para soñar. Hermoso perdió otro duelo y Russo silenció al Wanda con el empate. Faltaba lo peor, la galopada de Kubo y el segundo del Mallorca en una victoria inmerecida que penaliza los miedos del Atlético.