Espíritu de mejora
Viendo el resultado final de estas páginas, justo antes de mandarlas a imprenta, (quizás suene raro eso de imprimir en tiempos metaversianos, pero tiene algo de manual, de físico, que resulta poético), me doy cuenta de que en todas ellas hay un denominador común.
Ya sea en el lanzamiento de la vanguardista plataforma de NFT´s de Málaga, en el logro de Iberia por su reconocimiento como marca internacional en estos tiempos turbulentos, o en el X aniversario del ya mítico Abadía Retuerta LeDomaine… Por no hablar del informe que, junto a la prestigiosa escuela suiza Les Roches, hemos realizado para el Ayuntamiento de Madrid.
Todas estas iniciativas comparten un intangible poderoso que, mantenido en el tiempo, permite la perpetuación de la calidad en sus cotas más altas. Y ese ingrediente no es otro que el espíritu de mejora constante.
No hay éxito sin esfuerzo. Tampoco en nuestro sector, que es puro valor añadido y transversal como pocos. Aquí el camino a la excelencia pasa por el amor al detalle, por la paciencia infinita del artesano, por la sonrisa de quien recibe, por la puntada magistral del diseñador... Y, por supuesto, por la formación de calidad de todos los que somos partícipes de este vocacional oficio que es la hospitalidad. Porque la profesionalización de toda la cadena de valor es apostar por el futuro, por un posicionamiento que nos permita atraer a ese viajero más cualificado que elige destinos no sólo por las marcas de sus hoteles ni por las estrellas que cuelgan en sus fachadas. Es entender que el ritual de la bienvenida, ese para el que los japoneses tienen el maravilloso concepto de omotenashi, no es otro que el de ofrecer a quien te visita lo mejor que tienes, pensado por y para él.