ABC (1ª Edición)

Wimbledon descubre a Alcaraz

El murciano sobrevive a Struff con un trabajo de empeño y magia en cuatro horas mientras Djokovic se deja un set

- LAURA MARTA

Lo conocen por todo el planeta, pero en Wimbledon faltaba por desatarse la euforia por Carlitos Alcaraz. Lo habían observado poco, dos partidos el año pasado, pero tienen un buen primer plato del menú murciano ante Jan-Lennard Struff en 2022. Cuatro horas y diez minutos de espectácul­o, con un alemán pletórico, puntos inverosími­les ‘made in Carlos’ y otros que añadió la hierba.

Lidera el saque de uno y otro; pegadores como son ambos, intentan deshacerse con el resto y en el intercambi­o de golpes, es siempre el alemán el que parece estar más estable. Le cuesta a Alcaraz leer los servicios, pero tiene furia, fuerza, orgullo, para devolvérse­los. Pasan los minutos, los saques directos, las dejadas de manual y las inventadas sobre la marcha, percute Struff con mano derecha suelta, que será 155 del mundo, pero hay aptitudes para la hierba, defiende el español con piernas. Los sets se decantan hacia uno y otro lado porque así están las fuerzas, niveladas, sin cesión ni concesión. Menos emotivo el alemán, no se le otean resquicios de desgaste a pesar del nivel presentado. Saca puños Alcaraz, alegre y activo en sus celebracio­nes, regala globos milimétric­os –Struff mide 1’93–, restos incontesta­bles y puntazos a la carrera que levantan a más de uno en la siempre comedida grada londinense.

Con cuatro horas cumplidas, Alcaraz logra casi una proeza, por fin una rotura antes de que se llegue al ‘tie break’. Y en qué momento, en el de los campeones, en ese décimo juego que le permite cerrar con su servicio, que no ha temblado en ningún momento, ni cuando todo iba cuesta arriba. Con un segundo saque levanta los brazos el español, serio porque se sufrió mucho, pero no se ha dejado de pelear. La impronta de Alcaraz ya ha quedado clavada en la pista 1 de Wimbledon.

Se lleva el español una ovación de órdago, tarjeta de presentaci­ón de las buenas, pues muestra trabajo, sufrimient­o, adaptación a la hierba y ninguna duda con su codo.

Se lleva Novak Djokovic un primer aviso. Un susto, apenas un set, un despiste que en hierba se castiga más que en ninguna otra superficie, ante el surcoreano

«No esperaba moverme tan bien y creo que es el mejor partido que he hecho en mi vida con el saque», comentó a pie de pista

Soonwoo Kwon. Lo repara de inmediato, no hay más sobresalto­s en la victoria número 80 en este Grand Slam para él –nadie había conseguido tener esta cifra o más en los cuatro grandes– y victoria 22 consecutiv­a en este jardín que ha hecho suyo. En segunda ronda tras dos horas y 27 minutos y con la firme intención de que ese pequeño resbalón se quede en una anécdota, como lo fue ese set perdido ante Draper en 2021; a partir de ahí no cedió ni uno más.

Había arrojo en el surcoreano, pero hay un tenis impoluto, como este escenario inmaculado de estreno, en la mano del serbio. Y hay, sobre todo, una infinidad de recursos bien afinados a pesar de la poca preparació­n. Djokovic, que confía en hacer un buen papel aquí porque, por ahora, está vetado para el US Open por no estar vacunado, lo ha fiado a su capacidad de adaptación para el verde. Ya acostumbra­do a estas circunstan­cias. De hecho, él, Agassi y Stich son los tres únicos cuyo primer título en hierba fue directamen­te en la catedral londinense.

Se estrena en el casillero de victorias en Wimbledon Alejandro Davidovich, a lo grande. Apeó a uno de los favoritos, Hubert Hurkacz, semifinali­sta en 2021 y séptimo cabeza de serie, con un partido de alta tensión. Tuvo tres bolas de partido en el tercer set, con su saque, pero se llevó el triunfo en el quinto parcial, en el ‘super tie break’, y al resto, después de tres horas y 28 minutos (7-6 (4), 6-4, 5-7, 2-6 y 7-6 (8)).

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// EFE Carlos Alcaraz, durante su partido contra Struff
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