Francia Márquez, vicepresidenta de «los nadie» en Colombia
Madre soltera de dos hijos, es la primera mujer negra en ocupar la vicepresidencia de Colombia. Activista medioambiental, la segunda de Gustavo Petro fue empleada doméstica y en 2019 sufrió un atentado
Invisibles Creó el término «los nadie» para designar a las comunidades afro, indígena y campesina, ignoradas por la élite colombiana
La noche del triunfo los llevaba puestos. Pero también el día que votó en la primera vuelta, y la mañana de la segunda, cuando llegó al coliseo del barrio Las Mercedes, en la población de Suárez, Cauca, donde nació en 1981. Los pendientes que lleva Francia Márquez tienen la forma de Colombia, el mapa casi completo de un país que todavía está sorprendido por su éxito, además del de Gustavo Petro, su compañero de fórmula presidencial.
Hace unos meses llevaba otros pendientes dorados, pero con los departamentos del Pacífico colombiano, región de la que es oriunda y tal vez la más olvidada por el Gobierno. A Colombia la lleva puesta y la representa de muchas maneras: en sus pulseras, collares y pendientes; en sus trajes; en el color de su piel y en el racismo que la juzga a la ligera; en su empeño por educarse y estudiar Derecho mientras trabajaba como empleada doméstica; en su forma de hablar con cierta distancia y a la vez con cortesía; en la pertenencia a su comunidad y en el destierro obligado; en el amor a su tierra y en el olvido y la exclusión a la que ha sido sometida. Pero, ante todo, Francia Márquez encarna al país en su propia historia.
A los 13 años inició su camino como activista medioambiental. Entonces se opuso a que desviaran el río Ovejas hacia el embalse de Salvajina porque causaba un gran impacto para la región de La Toma, donde vivía con su familia, de tradición campesina. El movimiento comunitario tuvo éxito y el cauce de su activismo quedó marcado.
Madre soltera a los 16 años (tiene dos hijos) y obligada a trabajar en las minas y como empleada doméstica para sobrevivir, en 2014 exigió al Gobierno que frenara la minería ilegal y la contaminación del río Ovejas y marchó durante diez días, liderando un grupo de 50 mujeres que viajaron 350 kilómetros hasta llegar al Ministerio del Interior. Fue la primera vez que el centro del país y del poder se enteró de su existencia. Su exigencia fue escuchada y atendida, aunque la contaminación del río fuera irreversible.
Fue invitada a participar en las negociaciones del Acuerdo de Paz, en 2016, para exponer el impacto del conflicto armado sobre las comunidades afro, indígena y campesina, que ella denomina «los nadie», invisibles ante el Estado y las élites políticas. Entonces tomó vuelo su liderazgo regional, su presencia nacional y reconocimiento internacional. En 2018, ganó el prestigioso premio Medioambiental Goldman, y en 2019 fue víctima de un atentado. Un año después fue elegida presidenta del Consejo Nacional de Paz, y en ese mismo 2020 escribió en su cuenta de Twitter que quería ser presidenta.
Contra todo pronóstico, en la consulta popular de los movimientos de izquierda Francia sacó la segunda votación más alta después de Gustavo Petro, poco más de ochocientos mil votos. Aunque al principio parecía que Petro no iba a obedecer el acuerdo interno, Francia no abandonó la batalla y exigió que se cumpliera el compromiso por el cual quien sucediera a Petro en número de votos sería su llave vicepresidencial. El fenómeno Francia se calcula en más de un millón de votos que contribuyeron a lograr la presidencia. Ha logrado romper el hechizo para llegar a lo más alto del poder y se ha convertido en la primera vicepresidenta negra de Colombia.