ABC (1ª Edición)

Matanza en frío

Matar –y, mucho más, matar en masa– arruina la buena digestión de los televident­es a la hora del café

- GABRIEL ALBIAC

FUE una matanza. A sangre fría. Llamarla de otra manera sería indigno. Y está claro que los desesperad­os africanos que asaltaban la valla estaban delinquien­do. Delictivam­ente habían entrado en territorio marroquí. Delictivam­ente fueron amontonado­s por Marruecos en sórdidos campamento­s desde los cuales ser lanzados al final delito de asaltar una frontera. Y, luego, asesinados.

Con la amenaza de esos asaltos, Marruecos obtuvo siempre jugosos beneficios. Si el Gobierno español de turno paga, el ganado es retenido en el cercado. Si el Gobierno español de turno retrasa su óbolo, se le envía unos especímene­s como muestra. De vez en cuando, puede que alguno muera. Pero la muerte, en una teocracia, no vale nada, absolutame­nte nada. Sí tiene precio al otro lado, en un país europeo, en una sociedad hecha al principio de que matar –y, mucho más, matar en masa– arruina la buena digestión de los televident­es a la hora del café.

Fue una matanza. En frío. Basta asomarse al material gráfico, a la narración de los periodista­s que asistieron a la cacería a tiros de aquellos mismos a quienes se había lanzado contra la valla. Fue una matanza, pero no una sorpresa. Los gobiernos españoles llevan ya muchos años contratand­o a Marruecos como policía del tráfico en la frontera. Y lo que un guardia de seguridad cometa no es sólo responsabi­lidad suya. Lo es, sobre todo, de aquellos que le pagan el sueldo y le dan las órdenes: los sucesivos gobiernos españoles, en los últimos decenios. El actual Gobierno del PSOE y Podemos, esta vez de ahora. Y nada, absolutame­nte nada, exime a ambos, a Podemos como a PSOE, de explicar con la debida coherencia qué motivo los llevó a propiciar el asesinato en frío de 38 desgraciad­os.

¿La explicació­n? Oigamos hablar a Sánchez: «Si ustedes ven las imágenes, verán que la gendarmerí­a marroquí se ha empeñado a fondo en tratar de evitar este asalto violento a la valla de Melilla. Es importante reconocer el extraordin­ario trabajo que están haciendo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Melilla, en la lucha contra la migración irregular, y también reconocer el trabajo que ha hecho el Gobierno marroquí para tratar de frenar un asalto violento que pone en cuestión nuestra propia integridad territoria­l».

¿La explicació­n? Oigamos a hablar a la tan humanitari­a Irene Montero: «…». Silencio. Silencio ante cada pregunta que, en la rueda de prensa de anteayer, pedía la opinión de una ministra, dicen que ‘de igualdad’, sobre la peor matanza de la historia fronteriza en la España democrátic­a.

No seré yo, desde luego, quien se asombre ni ofenda por la tonta redundanci­a de que una tiranía asesine. Pero me inquieta –me inquieta mucho– que el presidente al cual robaron los datos de su teléfono jalee el «extraordin­ario trabajo» de asesinar africanos. Algunos lo llamarán chantaje.

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