ABC (1ª Edición)

Sánchez dimite hasta de los números

Si no podemos ni creer en el INE, ¿qué nos queda? Pues eso, un presidente dimitido. En varios capítulos

- MARÍA JOSÉ FUENTEÁLAM­O

QUIZÁ no no lo parezca, porque físicament­e sigue ahí, pero Pedro Sánchez ya ha dimitido de muchos de sus cargos. Acudimos a la RAE para explicar esta afirmación. Dimitir: «Renunciar, hacer dejación de algo, como un empleo, una comisión...». Sánchez ha optado por la dejación en todo aquello que no le encaja en su devenir diario. Lo correcto sería decir en sus planes, pero ¿qué planes?

Su última gran dimisión ha sido por los números. Oficialmen­te los españoles hemos sido informados de la marcha, por motivos personales, del director del INE. Pero se trata de un movimiento colateral. Quien ha dimitido del INE, es decir, de la biblia de los números en este país, es Sánchez. El presidente no quiere aceptar los datos que le demuestran cómo va España así que renuncia a ellos. La resilienci­a era esto. Como el bebé que cree que si cierra los ojos nadie le ve, Sánchez ha pensado que obviando el IPC éste desaparece. Se olvida de que ya se ha expandido por la calle. Ustedes y yo nos lo encontramo­s a cada hora. Hasta con los ojos cerrados.

A la espera de que le sirvan otro IPC de su agrado, la pregunta ahora es: si no podemos ni creer en el INE, ¿qué nos queda? Pues eso, un presidente dimitido. En varios capítulos.

Se sabe que hace tiempo que abdicó del feminismo. La salida se confirmaba esta semana con la aprobación del anteproyec­to la ‘ley trans’ y la ministra de Igualdad ataviada en el Congreso con una camiseta con un mensaje que insulta a parte de las mujeres: «Mariliendr­e».

La dimisión de Sánchez ante Marruecos también está ratificada. Hemos visto las imágenes de Melilla y las calles lamentándo­se en España. Su jugada con el Sahara Occidental ya ha pasado a la historia como ejemplo de gran dejación.

Entre las dimisiones históricas de Sánchez está la del CNI, cuando cortó la cabeza a la anterior directora por el espionaje de Pegasus en un movimiento inexplicab­le en una escuela de negocios: cargarte a alguien mientras alabas su trabajo. Nivel superior en la no gobernanza. Cesar a quien lo ha hecho bien. Desde entonces, tengo miedo de que me halaguen en el curro.

Nos solemos quejar los españoles de que en este país no se dimite. Lo que ocurre es que no se suelta el cargo. Pero el abandono de funciones está a la orden del día. ¿Excepcione­s? Sí. Confirma la regla el bochorno de Mónica Oltra. Y, sobre todo, la elegante salida de Juan Marín de Ciudadanos Andalucía.

Suelen coincidir los analistas políticos en que un presidente asfixiado con su política nacional tiende a hablar más de la internacio­nal. Está estos días el presidente español dimitido de la economía centrado en la OTAN. Esperamos que no termine por huir de nuestra frontera sur. De ser así, a Sánchez sólo le quedaría dimitir de sí mismo y no sabemos cómo funciona la resilienci­a en esos casos.

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