ABC (1ª Edición)

Bien resuelto

Incapaces de una política seria de migracione­s, señalamos al lobo

- ISABEL VEGA

BIEN resuelto. Que mueran decenas de personas en un intento de cruzar la valla que separa Melilla de Marruecos es una gestión de migracione­s bien resuelta. Que la soberanía española en la ciudad autónoma sea de chicle, como la misma frontera, cuando se trata de que los gendarmes entren a barrer a palos a quienes saltaron pero no corrieron, está bien resuelto. Que la inestimabl­e ayuda de tus socios sea amontonar cuerpos como sacos, también. Bien resuelto porque la única culpa, claramente, es de las mafias.

Demasiado tiempo encubre las vergüenzas este simplismo, habituados al cuento de los niños al dormir: «Lobo, malo». Y ya. Y mientras vemos cómo se las gasta el vecino, resuena el «bien resuelto» de Pedro Sánchez obviando la lista creciente de muertos. Ay, Belarra, con la de visitas al CIE que tienes a tus espaldas. No me pregunto quién te ha visto, te vi yo. Me pregunto quién te reconoce. ¿Esto era todo?

Lobo malo, decía. Pues que no vengan. Pues que los acojas en tu casa. Pues que son mafias. Pues que Marruecos es estratégic­o. Pues que son violentos. Pues ‘buenismo’ bien. O fascismo bien. En esto se obvian los matices por miedo a las etiquetas.

Así no hablamos de por qué vienen como vienen, no sea que alguien recuerde que hay países que son cárceles a cielo abierto para su gente o que sale más caro el trayecto a la Península de mafia en mafia, de camioneta a neumática, que coger un avión en Yamena. Que aquí, en el peor de los casos, uno espera semanas por una visa y allí el permiso no llega. Desde la misma salida se ve perfectame­nte el candado y la única diferencia entre ahora y los 90, cuando empezó el goteo, es el tamaño del cerrojo.

Las guerras y el hambre azuzan, pero quien emigra lleva en el retrovisor el sueño de volver por todo lo alto. Ya no hace falta ilustrarlo con el brillante relato de Carlos Iglesias en ‘Un franco, 14 pesetas’. Todos sabemos de alguien que tras el KO técnico de 2008 se marchó a poner copas en Londres mientras convalidab­a lo suyo. El INE indica que muchos de aquellos, al tiempo, regresaron. Eso es migración circular. Y volverá a pasar más pronto que tarde, con la que se viene. Otros no tienen esa baza.

El socialismo de Zapatero impuso en ocho años dos mantras para una «migración ordenada y segura»: esa gestión circular, con visados de estudio y permisos de trabajo en origen, y la separación entre inmigrante­s económicos y refugiados, que los primeros se acogen por voluntad y en los segundos ley manda. No era necia la idea, pero como tantas otras cosas de su época, se quedó en eso. Tampoco avanzamos en esto con Rajoy, que legalizó entregar por la puerta de la valla a los que saltan. Igual eso era gestión circular. O las bolas de goma del Tarajal.

Es 2022 y seguimos sin una auténtica política de migracione­s que aspire al ‘win-win’: visados, becas y permisos en origen para países africanos. Economicis­ta, sí. Descapital­izador, probableme­nte. Suficiente, no creo. Pero se nos mueren decenas a la puerta, de nuevo, sin que lo hayamos intentado, aunque esté en un pacto mundial suscrito por España. Compromiso y palmaditas, pero al final, todo culpa de la mafia. «Lobo, malo». Qué bien resuelto.

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