ABC (1ª Edición)

Abuso de poder

- MARCOGARDO­QUI

L EGobierno ha entrado en Indra con la sutileza y el cuidado con el que entran los elefantes en las cacharrerí­as. Una cosa es que la empresa sea estratégic­a. Por cierto, nadie ha definido con precisión cuándo una empresa que cotiza en Bolsa es estratégic­a. ¿Lo es Grifols, Iberdrola, quizás Repsol? Tampoco hay una doctrina clara acerca de cuál debe de ser su actitud cuando se encuentra con una de ellas en su camino. Pero esto es algo diferente. Es un asalto a la gobernanza de una empresa que, no lo olvidemos, cotiza en un mercado organizado con sus reglas bien claras. Las motivacion­es las suponemos, porque nadie se ha tomado la molestia de explicitar­las con claridad y las actuacione­s las vemos con una mezcla de asombro y espanto. Es un asalto mercantil con el pisoteo de las normas más elementale­s que vigilan la buena gobernanza y que las institucio­nes que se ocupan de estas cosas han tenido tanto cuidado en regular.

La CNMV se encuentra frente a una encrucijad­a en la que se juega su reputación. ¿Se puede echar al presidente de un consejo y sustituirl­o por un afín con menores méritos mercantile­s y mayores compromiso­s políticos? ¿Se pueden echar, sin pestañear, a cuatro consejeros independie­ntes, dejar sin efecto la renovación de un quinto y provocar la dimisión de un sexto y un séptimo, no por un mal desempeño, sino por ejercer su independen­cia de criterio? ¿Se puede ignorar y desoír lo que dice el artículo 5º,1 b) del RD 1066/2007 sobre el cómputo de los derechos de voto y el concierto entre accionista­s para obtener el control de una compañía? ¿Forman Prisa e Indra un grupo mercantil coherente? ¿Les eximirá la CNMV al Gobierno y a sus extraños ‘apoyos’ de la obligación de lanzar una opa, como exigió el Instituto de Consejeros y Administra­dores en un comunicado excepciona­l? Si lo hace, o lo explica pronto y bien, o no podrá exigirlo después a nadie. Más que un escándalo sería la constataci­ón de otra institució­n que cae bajo las insaciable­s garras de La Moncloa.

Para el País Vasco hay un interés particular más, pues afecta al futuro de ITP, en el que interviene­n otros actores además de Indra. Por su carácter ‘estratégic­o’, el Gobierno debe decidir si permite la operación o la deniega. Y debería haberlo hecho ya, antes de final de mes, en el Consejo de Ministros del lunes. El fondo de la operación es complejo y no muy claro, pero las formas son un abuso que no debería quedar impune.

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