ABC (1ª Edición)

Sánchez forzó el control de Indra con vistas a la cumbre de la OTAN

La SEPI compró en tiempo récord a la familia March un paquete accionaria­l clave y con Amber Capital (Prisa) ya listo para facilitar el asalto El Gobierno busca que la compañía lidere el sector de la defensa en España

- DANIEL CABALLERO / GUILLERMO GINÉS

La crisis de Indra por el asalto del Gobierno comenzó el día en que el Ejecutivo maniobró para expulsar de la presidenci­a a Fernando Abril-Martorell y colocar a Marc Murtra. Ocurrió a mediados de 2021, un cambio de cromos desde un empresario a un hombre fiel al Ejecutivo. Desde entonces, La Moncloa no ha parado de extender sus tentáculos en la compañía de tecnología y defensa, con un periodo de inflexión clave: finales de mayo y junio de 2022.

El Gobierno, a través de la SEPI, ya era un accionista principal en Indra en 2021. Ahí ya tenía cierto control de la empresa, aunque con las reticencia­s de consejeros independie­ntes.

En diciembre de 2021, Corporació­n Financiera Alba, el brazo inversor del grupo March, se deshizo de un 5% de Indra. El comprador fue la vasca Sapa, otro actor importante que ha facilitado el asalto al Ejecutivo. Fuentes del mercado aseguran que los March ya habían decidido hace tiempo desprender­se de su participac­ión en Indra, que databa de hace más de una década, porque ya no le veían más recorrido.

Entonces llegó finales del mes de mayo. Llamada de la SEPI a la familia March, que todavía atesoraba un 3,2% del capital social. En cuestión de días se cerró la venta de ese porcentaje porque «la SEPI tenía muchísima prisa», según fuentes de mercado. Querían acometer la adquisició­n cuanto antes, y casi a cualquier precio, ya que en ese momento debían acelerar sus planes.

¿Por qué forzaron esa compra en tiempo récord? Varias fuentes conocedora­s de la operación y fuentes del mercado desvelan que los planes del Gobierno eran llegar a la cumbre de la OTAN de Madrid, celebrada entre ayer y hoy, con el control total. El objetivo era poder vender en este encuentro ante los principale­s líderes mundiales que el Estado tiene bajo su poder una gran empresa de defensa con la que poder reforzar la capacidad de España y su inversión en el sector de la defensa, como se ha comprometi­do Pedro Sánchez.

Entre medias de todo aparece Amber Capital, el fondo que también es dueño del grupo Prisa. El vehículo inversor dirigido por Joseph Oughourlia­n a mediados de junio se hizo con el 4,1% de Indra. Un socio más, junto a Sapa, con el que poder asegurarse su golpe de mano definitivo en la compañía. Y la SEPI acabó por consumarlo en la junta de accionista­s, más la cascada que ha venido después: fuera los consejeros independie­ntes y más poder para Murtra.

La intención del Ejecutivo es convertir a Indra en un gigante nacional de defensa, en un contexto además de marcado crecimient­o para el sector. El propio Marc Murtra explicó durante la junta de accionista­s que era necesario «incentivar la colaboraci­ón público-privada» como ya «han hecho otros países europeos con sus empresas».

Cese de consejeros

En los últimos meses, la SEPI ha ido aumentando su influencia en Indra, lo que ha desencaden­ado sonadas salidas, como la de Cristina Ruiz (CEO) o el director financiero Javier Lázaro. Movimiento­s que, según ha podido saber este periódico, han creado fricciones en los recursos humanos de la tecnológic­a. Ahora el Ejecutivo ha dado un paso más, al hacerse con el control del consejo tras el cese de cuatro independie­ntes, la no renovación de otra vocal y la dimisión de otros dos consejeros.

Llegados a este punto, ¿por qué no lanzar una opa? Sería el cauce lógico, pero también el más caro. Fuentes del mercado destacan el elevado coste que tendría para el Estado una oferta de adquisició­n sobre Indra. «Un coste difícil de justificar además en el contexto actual de inestabili­dad económica para familias y empresas», señalan estas fuentes. «Es mucho más fácil intentar una alianza con otros accionista­s, aunque de esta forma se podría haber caído en una acción concertada».

La CNMV ha quedado entre la espada y la pared. En el mercado destacan la importanci­a de las cartas remitidas al supervisor por parte de los consejeros cesados el martes. «Todos ellos apuntan a una acción concertada (SEPI, Amber y Sapa). La CNMV está investigan­do si realmente se produjo esta acción y estas cartas facilitan bastante la bús

queda de pruebas para demostrar esta acción», explican. Si la institució­n dirigida por Rodrigo Buenaventu­ra demuestra finalmente que existió una acción concertada obligará a la SEPI a lanzar una opa sobre el capital social que no controla. «Pero no se puede olvidar que la CNMV está vinculada en cierto sentido al Gobierno. Es una prueba de fuego para su independen­cia», añaden estas mismas fuentes.

Más allá de Indra

Sin embargo, los planes de la SEPI no se detienen en Indra. Fuentes relacionad­as con el sector de defensa explican que el holding ya está mirando oportunida­des para adquirir, a través de la tecnológic­a, otras compañías de menor tamaño. «La intención es que Indra lidere la futura concentrac­ión del sector», dicen.

El Ejecutivo ya ha dejado entrever esta estrategia con la empresa de motores aeronáutic­os y turbinas vasca ITP Aero. En la pasada junta de accionista­s se aprobó el nombramien­to como consejero de Indra de Jokin Aperribay, que pertenece a la familia dueña de Sapa. Esta última se encuentra inmersa en el proceso de compra a Rolls-Royce de ITP Aero, por lo que todo el proceso está diseñado para que Indra acabe en el accionaria­do de esta empresa. Pero no solo se contempla esta operación, sino que «se buscan otras oportunida­des de adquisició­n en España».

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// EP Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, junto a Marc Murtra (derecha), el hombre del Gobierno como presidente de Indra
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