ABC (1ª Edición)

Antonio Márquez recupera ‘Medea’, una de las cumbres de la danza española

► El bailarín sevillano presenta a su compañía en el Teatro EDP Gran Vía

- JULIO BRAVO

El coreógrafo José Granero, el músico Manolo Sanlúcar y el dramaturgo Miguel Narros crearon en 1984, de la mano de María de Ávila, entonces directora del Ballet Nacional de España, ‘Medea’, basado en la tragedia de Eurípides. La obra es, hoy, casi cuatro décadas después, una de las piezas capitales de la historia de la danza española. No es extraño, por tanto, que el sevillano Antonio Márquez se fijara en ella cuando, hace algo más de cuatro años, decidió volver a poner en pie su compañía. «En realidad, fue Javier Palacios quien me sugirió que montara esta obra; me dijo que nadie conocía al maestro Granero como yo –me montó catorce títulos–, y que su obra no podía permanecer en un cajón».

Márquez habla de Javier Palacios, exbailarín y maestro de danza, y hoy hoy en día el albacea de la obra de José Granero. Se lo propuso a su productor, David López (Bataclán), y decidieron poner en marcha el proyecto. ‘Medea’ se estrenó en Valladolid en octubre de 2019 y hoy llega al Teatro EDP Gran Vía, donde permanecer­á hasta el 7 de agosto. Helena Martín encarna a la hechicera, mientras que el propio Márquez es Jasón, un papel que interpretó a menudo con el Ballet Nacional. Completan el reparto Lupe Gómez como Nodriza, un personaje que encarnó también en muchas ocasiones en la compañía estatal; Luis Ortega como Creonte, y Paula García como Creúsa.

El espectácul­o se completa con dos estrenos de la compañía: ‘Sinfonía Española (4º movimiento)’, con música de Édouard Lalo y coreografí­a de José Granero; ‘Macadanza’, coreografí­a de Javier Palacios sobre la ‘Danza Macabra’ de Camille Saint-Saëns; y ‘Bolero’, coreografí­a de Antonio Márquez y Currillo sobre la celebérrim­a partitura de Maurice Ravel.

El camino desde su estreno hasta ahora ha sido particular­mente espinoso, ya que además de la pandemia –sufrida por todas las compañías particular­es de artes escénicas– ha tenido que superar todas las trabas administra­tivas y jurídicas puestas por el Ministerio de Cultura, dueño del espectácul­o original (se estrenó en el Ballet Nacional de España). No quiere, sin embargo, Antonio Márquez mirar hacia atrás más que para recordar el día que visitó a Manolo Sanlúcar para contarle que quería reponer ‘Medea’. «Me preguntó qué versión íbamos a utilizar; en 1984, al parecer, él no hizo la orquestaci­ón de la partitura, pero hay una versión posterior ya orquestada por él, y que la grabó la Orquesta Filarmónic­a de Málaga bajo la dirección de Alexander Rahbari; el propio Sanlúcar tocó la parte de la guitarra solista».

La conjunción de historia, coreografí­a y música hacen de ‘Medea’ una obra maestra. «Es la obra que nos ha hecho darnos cuenta de que la danza española puede competir con los mejores ballets rusos, franceses o italianos...», dice Antonio Márquez. Lo único que nos diferencia, continúa, es el cuidado con el repertorio y la manera de transmitir­lo, mucho más estructura­da en esos países citados. «En España no se transcribí­an las coreografí­as, se transmitía­n ‘oralmente’ hasta la llegada del vídeo; pero este es un sistema engañoso, porque muchas veces se copian los movimiento­s sin tener en cuenta las caracterís­ticas de los bailarines».

Ahí entra, sigue el bailarín sevillano, una cuestión fundamenta­l: el estilo. Antes de recuperar su compañía, la principal preocupaci­ón de Antonio Márquez era la enseñanza. «Quiero regalar mi experienci­a e instruir a la gente en un estilo de danza que nosotros hemos mamado», cuenta que le dijo a Javier Palacios cuando éste le animó a bailar el papel de Jasón en ‘Medea’. En el caso de la obra de José Granero, ha tratado sobre todo de sacar el máximo partido de cada intérprete. «Da lo mismo si hace dos piruetas o cuatro: el lenguaje no importa, lo que importa es que el personaje esté. Y eso se puede extrapolar a otras obras».

‘Medea’, concluye, es una obra de argumento en la que se baila. Aquí no hay mímica, es todo baile y todo se expresa a través de la danza. Además, Granero revolucion­ó en ella la manera de bailar y supo, sin olvidar las raíces y toda la tradición del baile español, darle un carácter y una personalid­ad propia para adecuarlo a la historia que se está contando. Eso es lo que la convierte en una obra emblemátic­a y por eso ha triunfado en todo el mundo».

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// ABC Helena Martín y Antonio Márquez, en una escena de ‘Medea’

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