«Los protocolos de seguridad cataríes son más duros que en España»
El dueño del despacho español que diseñó tres estadios del Mundial 2022 sale en defensa del país anfitrión
Un rastro español en el Mundial de Catar. El arquitecto Mark Fenwick (1955) de origen inglés y su estudio madrileño (Fenwick Iribarren Architects) han participado en los proyectos de tres (Education City Stadium, Ras Abu Aboud y Al Thumama) de los ocho estadios en los que se jugará el torneo. En España, el Cornellá-El Prat y el aún inacabado Nuevo Mestalla también llevan su sello.
—¿Por qué llega Catar a usted?
—La relación nació en 2008 gracias a un príncipe que le gustaba el Valencia. Había visto el Nuevo Mestalla y le encantó. Posiblemente esa fue nuestra entrada en el mundo oriental.
—¿Y qué han hecho en Catar?
—Lo más innovador, el Education City Stadium. Había necesidad de introducir un sistema de enfriamiento en una estructura abierta, sin cerrarla. Fuera de los estadios habrá 50 grados y adentro 26, lo que pide la FIFA. Es el primer estadio con esta innovación. Se había probado antes en otras estructuras, pero este es el primero en hacerlo de verdad durante un Mundial.
—¿La construcción es sostenible?
— Catar quería liderar la sostenibilidad en la arquitectura deportiva del Mundial. En Europa hay estadios calentados, pero enfriar es más fácil. Lo caliente se va, mientras que el frío se queda abajo. Lo que hacemos es llenar de aire frío un espacio como si fuese una piscina, que se va a colmar poco a poco. Sucesivamente en las gradas el aire sale de los asientos para el público y se queda en el campo. El diseño se compone de dos temas: la parte activa, que se refiere a la producción del aire frío, y la pasiva, donde la arquitectura permite al aire mantenerse al interior de la estructura. Tuvimos que trabajar mucho para que el aire no saliera de la estructura y encontrar un equilibrio entre aire y viento. Toda la energía utilizable es sostenible, con sistemas de paneles fotovoltaicos, y no hay ninguna huella de carbono.
—¿Y los otros proyectos?
—El estadio más innovador es el 974, el Ras Abu Aboud. Se desmonta, se empaqueta y se transporta a otro sitio. Esto tampoco se ha hecho nunca. Es totalmente desmontable, tiene su estructura, está hecho con contenedores de barcos, homologados para el transporte, como si fuese una caja de Lego. Además otro elemento revolucionario es que gracias a las piezas de este estadio se pueden crear otras instalaciones deportivas. En su diseño me inspiré un poco en el circo, que llega a una ciudad, se monta, hace el show y se va.
—¿Y el otro estadio?
—Los estadios son las catedrales de las nuevas ciudades. Cuando creamos uno intentamos hacerlo relacionado con el sitio donde se encuentran. El Al Thumama simboliza el gorro de un niño catarí, que representa el futuro y la juventud del país.
—¿Tuvieron libertad en el diseño o había medidas estrictas?
—Tuvimos total libertad en el diseño. Lo que Catar ha querido hacer es pensar en un uso sucesivo, en el legado. Se quería evitar el efecto elefante blanco, que se verificó en Sudáfrica y en Brasil, donde las construcciones fueron abandonadas a sí mismas después del Mundial. En Catar, el primero que hicimos, el Education City Stadium, es una instalación universitaria. Después de la competición, ya tenemos programado quitar 20.000 asientos y poner un campus universitario utilizable cotidianamente donde los jóvenes estudiarán.
—¿Presupuestos enormes?
—No necesariamente. El 974 es el más económico de los ocho estadios del Mundial y al mismo tiempo es el más visitado. El Emir y su representación nos han dicho que es nuestro estadio el que tiene más peticiones de visitas. Catar, siendo uno de los países más ricos del mundo, resuelve lo que se tendría que haber resuelto en los países más pobres, como Sudáfrica y Brasil. Me impactó el gasto que se había quedado inutilizado ahí. —Durante la construcción se habló mucho de las condiciones de los trabajadores, inseguridad y muertes. ¿Ustedes tuvieron responsabilidad en eso o solo en el diseño?
—Yo solo me ocupo del diseño. La constructora controla ese ámbito. Desde nuestra parte, puedo asegurar que todo está supercontrolado. Se puso en marcha un sistema de visitas por empresas internacionales para validar las condiciones y para seguir la seguridad en los estadios, que es tremendamente fuerte. Más que en España. Que haya muertes en las construcciones es lógico y estadístico, lo dicen los datos. Pero por lo que atañe a mis tres estadios, no ha habido ni un accidente grave. Me sorprende que se hable demasiado de esto. El esfuerzo por parte de Catar fue enorme. La seguridad es buena, hay una vigilancia feroz. Y hay que subrayar que las empresas que trabajan son extranjeras, no son de ahí. Los protocolos son más duros que en España.
—¿Y cómo llevaron la situación de la mujer?
—Catar es un país abierto. Mis jefes en el Education City Stadium, de la universidad, de arquitectura y de interiores, eran todas mujeres. Es un país joven con una sociedad sana que se basa en tres cosas: educación (mente), deporte (cuerpo) y religión (alma).