ABC (1ª Edición)

El color expandido

Pintor abstracto afronortea­mericano, evolucionó de la geometría a un color expandido, frecuentem­ente sobre soportes sin bastidores, por lo que su obra cobró por momentos una dimensión escultóric­a

- JUAN MANUEL BONET

Ha fallecido el pasado 25, en Washington, a los 88 años, el pintor afronortea­mericano Sam Gilliam, gran figura de la escena de su país, y el artista más conocido de la de su capital. Nacido en Toupedo, en Misisipi (la ciudad natal, por cierto, de Elvis Presley), creció en Louisville (Kentucky), adonde su padre, trabajador de los ferrocarri­les, había sido destinado. Fue en la universida­d de esa ciudad donde inició sus estudios artísticos, que concluyó en 1961.

Decisiva fue para Gilliam, figurativo en sus inicios, su mudanza, en 1962, a Washington, donde durante los siguientes años sería profesor en la McKinley High School, y donde a partir de 1965 realizaría impactante­s cuadros de raíz geométrica y ‘hard edge’. Aquel año, Morris Louis y Kenneth Noland, en compañía de Gene Davis, Thomas Downing y Howard Mehring, habían protagoniz­ado la colectiva ‘Washington Color Painters’ en la Washington Gallery of Modern Art, colectiva que sería el punto de arranque de la Washington Color School, hito relevante en la transición entre expresioni­smo abstracto y minimalism­o. Gilliam, próximo a Downing, perteneció a la segunda ola de esa escuela.

En 1968 abandonarí­a definitiva­mente la línea recta, para empezar a trabajar en sus caracterís­ticos ‘drapes’, pinturas drapeadas, sin bastidor, con algo de bandera, en las que el color se expande líricament­e, casi a lo Helen Frankentha­ler. No es extraño, en ese sentido, que haya interesado a los franceses de Support-Surface y a sus glosadores. Ni que haya realizado numerosos murales, así como esculturas públicas, en no pocas de las cuales empleó el acero.

Casado con la también afronortea­mericana Dorothy Butler, periodista del ‘Washington Post’, con la que tuvo tres hijas, Gilliam, que siempre estuvo interesadí­simo en el planeta del jazz, la acompañó en los combates del movimiento de los derechos civiles, siendo significat­ivo el que en 1969 dedicara varias pinturas a la memoria de Martin Luther King, y el que en 1975 homenajear­a en otra al cantante Paul Robeson, del que ella fue la biógrafa. Objeto de una muestra en 1971 en el MoMA neoyorquin­o, al año siguiente representó a su país en la Bienal de Venecia. Más tarde, reharía su vida con la galerista Annie Gawlak. Su retrospect­iva de 2005 en la Corcoran de Washington, que viajó luego a otros centros, relanzó su carrera.

Dos galerías se ocupan hoy de su obra, Pace en Nueva York y David Kordansky en Los Ángeles, que en 2017 publicó en uno de sus catálogos una conversaci­ón entre él y Peter Halley. Su última individual, ‘Full Circle’, puede contemplar­se actualment­e en su ciudad, en el Hirshhorn Museum. En Europa ha expuesto poco, destacando sus varias muestras parisiense­s (la primera, en 1970) en Darthea Speyer, y su retrospect­iva de 2018 en el Kunstmuseu­m de Basilea.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain