ABC (1ª Edición)

Un líder nato entregado a los suyos

- CRUZ MORCILLO MADRID

Líder nato, enérgico y entregado son calificati­vos que se repiten al hablar del teniente coronel Pedro Alfonso Casado, de 50 años, un manojo de fibras y nervios que llega el primero, no se pierde una y se va el último. Natural de Vitoria, es lo que en el argot llaman un ‘operata’, un agente alérgico a los despachos y adicto a la adrenalina de las intervenci­ones más delicadas en las que lo que está en juego son vidas. Y malos que pueden escapar. Salió de la Academia de Zaragoza en 1998, al año siguiente entró en el GAR (los exigentes Grupos de Acción Rural, élite pura) y un año después aterrizó en el que es aún su destino: la UEI, la Unidad Especial de Intervenci­ón, más élite, o a la par.

Un destino muy exigente

Es infrecuent­e una carrera completa en el mismo destino, uno –hay que insistir– de los más exigentes de la Guardia Civil. El agente Casado, ‘Perico’, como le llaman todos los que le tratan, se ha desempeñad­o en la unidad como capitán, comandante y desde 2016 como teniente coronel al frente de la misma.

‘Hermanos’ del GEO de la Policía, ambas unidades se caracteriz­an por su carácter táctico y su exigencia física y psicológic­a al límite. La UEI está especializ­ada en secuestros, toma de rehenes, contraterr­orismo, detención de criminales especialme­nte violentos o peligrosos, motines y protección de personalid­ades. Con base en Valdemoro, antes de tener que enviar un equipo al incidente de Valladolid han estado desplegado­s en la cumbre de la OTAN, con algunos de sus francontir­adores protegiend­o el Palacio Real, por ejemplo. El diseño de ese operativo lleva el sello del teniente coronel. «Mientras pueda y me dejen yo sigo aquí», suele decir respecto a su entrega total a la UEI, que ha moldeado a su imagen al cabo de tantos años. «Es su pasión, su vida y los suyos le adoran, pero como es un tipo tan humilde y tan bromista, alguien ajeno difícilmen­te lo situaría ahí, en la cúspide, en lo mejor del Cuerpo», cuenta un compañero suyo con el que ha compartido numerosas intervenci­ones delicadas.

«Para él lo más importante es lo que hacen los demás. Los de investigac­ión sois la bomba, nos suele decir, y tú piensas pero si eres tú el que te la estás jugando en este servicio», continúa un mando que le conoce desde que Casado era teniente. Sus compañeros están pegados al móvil a la espera de noticias. Las que llegan del hospital de Valladolid son desesperan­zadoras, pero nadie tira la toalla, aunque se palpan la tristeza y la rabia al otro lado. Incomprens­ión por lo que sucedió. Sí explican que Pedro acompañó al negociador a la puerta de la vivienda porque había rehenes y esa era la prioridad. Está por determinar el calibre del rifle que traspasó el casco táctico del jefe. «Es muy muy equilibrad­o, acostumbra­do a tomar decisiones duras, de vida o muerte, con mucha frecuencia. Pocos saben más que él y casi nadie tiene en la cabeza con tanta claridad un escenario como el de esa casa», añade su compañero.

No es hora de buscar explicacio­nes, sino la de confiar. «Perico ha estado en asaltos a barcos de droga, en entradas y registros con mafiosos, en temas muy complicado­s que han salido bien. Pero no creo que se confiara, no es propio de él», insiste un amigo. Un coronel lo describe así: «Es un líder comprometi­do. Un fuera de serie con un carácter tan afable que es único». Un guardia civil remata: «Gran compañero y como jefe siempre da ejemplo. Hace antes que nadie lo que quiere que hagan otros».

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