ABC (1ª Edición)

Después de la Cumbre

Los ataques masivos a Kiev y otras ciudades ucranianas advierten de que si Putin no puede ocupar toda Ucrania está dispuesto a arrasarla

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

SIN duda fue un éxito. La Organizaci­ón del Atlántico Norte, ampliada al Océano Pacífico, puede estar satisfecha de su encuentro en Madrid, tanto desde el punto de vista político como militar, pero, sobre todo, publicitar­io. Hubo, en realidad, dos cumbres: la de los jefes de Estado y Gobierno, y la de sus cónyuges. Los primeros dedicados a fortalecer OTAN y advertir a Putin de que no tolerarán más agresiones a sus miembros y aspirantes a serlo, habiendo logrado dos nuevos e importante­s socios: Suecia, con un ejército de primera clase, y Finlandia, que ya se ha tenido que ver con Rusia en su historia. Prometiénd­ole además a Ucrania el material más moderno para poder defenderse de la agresión que sufre. Mientras, sus cónyuges descubrían la riqueza cultural, histórica y artística que tiene España, para unirse ambos grupos al final en dos lugares que lo testifican: el Palacio Real y el Prado. Por primera vez, España se olvidó de sus complejos y rencillas internas, para mostrar su contribuci­ón como nación y Estado a la Historia Universal. Sin alardes ni traspiés, como quien muestra a sus amigos el legado de sus antepasado­s. Hay que reconocer que tras el Rey, que le viene de cuna, bordó su papel de anfitrión, Pedro Sánchez fue el ‘relaciones públicas’ perfecto. Es un ‘charmer’, encantador, gentil, atractivo, sonriente con hombres y mujeres. ¿Será esa su verdadera vocación?

El único problema es que ahora hay que cumplir lo acordado. Desde doblar los gastos de defensa, a los gastos sociales. Y justo cuando la inflación ha sobrepasad­o el diez por ciento. Sin que haya presupuest­o para tanto. Y, para colmo, quienes están más en contra son sus socios de gobierno. Tanto Unidas Podemos como los nacional-separatist­as están en contra de aumentar los gastos militares y de añadir dos nuevos destructor­es norteameri­canos a los cuatro ya basados en Rota, como última batería defensiva contra los misiles de Putin. Algo ya apalabrado que corrobora la nueva calificaci­ón de Rusia como amenaza. Joe Biden lo clavó al decir «le dije a Putin que si invadía Ucrania iba a perder. Como va a suceder». A lo que Putin ha contestado: «Mis objetivos se están cumpliendo. Si la OTAN sigue la agresión contra nosotros, tomaré medidas simétricas».

¿Cuáles son sus objetivos? Como no nos los ha dicho, no sabemos si se contentarí­a con rebanarle el Dombás a Ucrania, como está haciendo. Pero sus ataques masivos a Kiev y otras ciudades ucranianas advierten de que si no puede ocuparla enterament­e está dispuesto a arrasarla. O sea, sigue la gran incógnita: si esta crisis llevará a una guerra europea, que sería mundial. Y lo malo es que esto no lo arregla un relaciones públicas por bueno que sea.

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