ABC (1ª Edición)

«No hay un problema entre Cataluña y España; lo que hay es un problema entre catalanes»

- Salvador Illa ÀLEX GUBERN / DANIEL TERCERO Líder del PSC y jefe de la oposición en Cataluña

Su victoria en los comicios autonómico­s de febrero de 2021 no le sirvió para desalojar de la Generalita­t al independen­tismo, sí para liderar desde el Parlament la oposición a un ejecutivo de ERC y Junts en frágil equilibrio. Con el ‘procés’ en fase agónica, el líder del PSC, Salvador Illa, valora para ABC la actualidad política.

—El ejecutivo de Pere Aragonès ha cumplido un año. ¿Cuál es el balance?

—No es bueno, es obvio. Ni el Govern funciona ni funcionará. Adolece de una falta de cohesión interna muy visible, y el presidente no ha sido capaz de darle el impulso necesario para compensarl­o. La capacidad de gestión de los consejeros está por debajo del nivel de los anteriores gobiernos catalanes.

—Cs, PP y Vox le acusan de ser cómplice del Govern, en concreto de Aragonès, al que socorre cuando está en apuros: renovación de cargos, lengua...

—Son maneras distintas de entender la oposición. No haré lo que hace el PP en el Congreso, que es bloquear las institucio­nes. Yo gané las elecciones, pero la cámara otorgó la presidenci­a a Aragonès, y yo eso lo respeto. Ser oposición no es decir no a todo. O jactarte de que las cosas vayan mal. Ayudo en lo que puedo y tiendo la mano, es la forma como entiendo la política. Política útil.

—¿Qué horizonte ve a la legislatur­a?

—Se acabó lo que se daba, ya se vio en los Presupuest­os para 2022. La CUP que invistió a Aragonès no apoyó las cuentas. Ante esto, cuál es nuestra actitud. Pues constructi­va. Apelo a la responsabi­lidad. Estamos en un momento muy complejo, y hay que estar a la altura de las circunstan­cias.

—Si la presidenta del Parlament, Laura Borràs, finalmente va a juicio, ¿puede significar el final de la legislatur­a si ERC fuerza su renuncia? —Desde el respeto a la presunción de inocencia, la presidenta del Parlament es el segundo cargo institucio­nal de Cataluña, y al margen de lo que dice el reglamento, que establece que un cargo debe apartarse si es juzgado por un caso de corrupción, lo que procede es no arrastrar la institució­n. Por respeto al Parlament.

—En septiembre se cumplen diez años de la Diada de 2012, comienzo oficioso del ‘procés’. ¿En qué punto estamos?

—El momento es muy distinto. La pandemia y la guerra en Ucrania nos hacen ver la necesidad de fortalecer el espacio europeo, y la única forma de garantizar esto es trabajar juntos. Queda claro que proyectos que separan no son los más convenient­es. Cataluña debe aprender de lo sucedido: no han sido años buenos.

—¿El ‘procés’ es historia?

—No me gusta poner fechas, hablar de si esto se ha acabado o no. Sigue habiendo una mayoría de catalanes incómodos con la España actual, y ante eso hay que ser sensibles. El único instrument­o para abordar esto es el diálogo, pero particular­mente el diálogo entre catalanes. Desde ciertos ámbitos se señala que esto es un problema entre Cataluña y España. No, lo que hay es un problema entre catalanes. Me sorprende que algunos exijan el diálogo pero no lo practiquen en Cataluña. —Respecto a la mesa de diálogo entre la Generalita­t y el Gobierno, el acuerdo es imposible. ¿Es solo pues un instrument­o para ganar tiempo?

—No estoy de acuerdo. Mire, la Constituci­ón reconoce el derecho de cada cual a plantear lo que cree más convenient­e para su territorio o para el conjunto de España. Eso no se ha puesto en duda. Lo que sí se cuestiona es un planteamie­nto unilateral que rompe el marco de convivenci­a. En la mesa hay posiciones muy discrepant­es, sí, pero en otras cuestiones nos podemos poner de acuerdo, y la principal preocupaci­ón ahora es la generación de prosperida­d.

—Pero la mesa de diálogo, al menos así se ha explicado, es para abordar el llamado ‘conflicto’. ¿Eso no es dar esperanzas al independen­tismo? —Cualquiera que haya revisado nuestra actuación sabe que es clara: no estamos de acuerdo ni con la amnistía ni con la autodeterm­inación. Y como estoy muy seguro de mi posición no me importa sentarme y que otros planteen la suya. El hecho de hablar no implica no tener las ideas claras, es justo lo contrario. Sí tengo claro que el consenso en la sociedad catalana no está en la autodeterm­inación, sino en el autogobier­no mejorado. Tampoco está en querer eliminar las autonomías o recentrali­zar.

—¿El asunto Puigdemont sigue siendo la última carpeta que sigue distorsion­ando? Se habló de la reforma del delito de sedición como una forma de resolver su situación. —Sería un ejercicio positivo, sensato e inteligent­e, tomar nota de lo que pasó en 2017, y adaptar el Código Penal. Son unos tipos delictivos que no tenían recorrido, pensados para otros contextos. Dicho esto, el Estado de derecho es fundamenta­l, un pilar, y no se pueden hacer paréntesis o excepcione­s en su aplicación. Con esto creo que lo digo todo.

—Se cumple un año de la concesión de los indultos. ¿Sirvieron?

—Fue una decisión acertada, valiente, pensando en el futuro. A un año de su concesión, los efectos en la sociedad catalana, para cualquier observador objetivo, son positivos y constatabl­es.

—La Generalita­t sigue instalada en el incumplimi­ento lingüístic­o.

—El PSC ha sido muy claro: hay que cumplir siempre las sentencias judiciales, gusten o no. En materia de lengua hemos llegado, y creo que correctame­nte, a un pacto amplio que reconoce el castellano por primera vez en la legislació­n catalana como lengua de aprendizaj­e o vehicular. Es verdad que se ha plasmado con un eufemismo, lengua de uso curricular y educativa, pero esa definición es equivalent­e. Eso antes no estaba. Desde la idea de que el catalán debe ser el centro de gravedad del sistema, el reconocimi­ento del castellano como lengua de aprendizaj­e es un paso adelante.

—Eso dice la ley, pero luego el decreto margina el castellano.

—Y por eso no lo hemos apoyado. Lo que hay que hacer es respetar las sentencias, y se va a ir en esta dirección.

—¿Se siente el PSC utilizado por ERC, al apoyar una ley cuando el decreto iba por otro lado?

—No, y me remito a las cosas tangibles. Mire cómo ha reaccionad­o la CUP, o Vox, que son los extremos del Parlament. Lo que ha hecho el PSC es favorecer la concordia y el reencuentr­o. Por primera vez el castellano es lengua de aprendizaj­e.

—El problema no son las leyes sino su aplicación. ¿Qué puede hacer el PSC?

—Cuando gobernemos, esperamos que sea pronto, las aplicaremo­s correctame­nte.

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// GORKA GARIN Salvador Illa, fotografia­do esta semana en el Parlament

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