ABC (1ª Edición)

Uno de cada siete cristianos es perseguido por su fe

► Afganistán desplaza a Corea del Norte como el país más anticristi­ano y Nigeria se convierte en el más peligroso ► Varios grupos yihadistas siembran el terror contra los bautizados en el oeste y centro de África

- FRANCISCO DE ANDRÉS

El ataque de Pentecosté­s contra una iglesia católica en el sur de Nigeria, con 40 muertos, fue obra de una filial de Estado Islámico, que compite en crueldad con Boko Haram

Grupos laicistas en Occidente también se suman a la persecució­n, con su odio a los símbolos y a la asignatura de Religión

Nigeria, el coloso africano, se ha convertido en el país más peligroso del mundo para los cristianos pese al hecho de que la mitad de sus más de 200 millones de habitantes profesan esa religión. La matanza llevada a cabo en el sur en la iglesia católica de San Francisco Javier en la pasada fiesta de Pentecosté­s, que dejó 40 muertos y decenas de heridos, sorprendió solo por el hecho de que los yihadistas de Estado Islámico raras veces atentan fuera de los feudos de mayoría musulmana del norte, al menos a esa escala tan brutal.

La oenegé Open Doors (Puertas Abiertas), estima en su último informe anual sobre persecució­n religiosa en el mundo que alrededor de 360 millones de cristianos viven en regiones donde sufren algún tipo de discrimina­ción por su fe. Es decir, uno de cada siete bautizados sufre persecució­n por su religión.

Open Doors estima que en 2021 murieron una media de 17 cristianos al día por motivos de creencias, la mayoría víctimas de atentados terrorista­s yihadistas.

En términos globales, y en el marco de los 50 países con más persecució­n religiosa, el informe sitúa en primer lugar a Afganistán, que desplaza de ese puesto a Corea del Norte. El país de los talibanes no cuenta con comunidade­s cristianas tradiciona­les, pero la presencia de Estados Unidos y de Occidente durante más de una década ha dejado conversos del islam que viven en peligro constante de muerte, la pena que aplica la sharía al ‘delito de apostasía’.

Ciudadanos de segunda

El número de cristianos que murieron por su fe pasó de 4.761 en 2020 a 5.898 en 2021. La gran mayoría de las víctimas se registraro­n en Nigeria, el país que se ha convertido así, para Open Doors, en el más peligroso del mundo para los cristianos. Un 79 por ciento de los muertos en Nigeria fueron víctimas de ataques terrorista­s de los tres grupos yihadistas más activos: Boko Haram, Estado Islámico del África Occidental, y los militantes musulmanes de los Fulani. La estrategia yihadista es simple: eliminar o forzar a la emigración a los cristianos en los territorio­s que quieren convertir en ‘califato’.

La persecució­n de creyentes también se lleva a cabo por métodos menos expeditivo­s en otros países asiáticos, como China o Corea del Norte, donde se opta por la cárcel.

En el plano más mitigado de la discrimina­ción, Open Doors cita la tradición islámica de los ‘dhimmi’ para explicar las penalidade­s que sufren las minorías cristianas en muchos países de mayoría musulmana. Los ‘dhimmi’ o Gente del Libro se refieren a los judíos y cristianos, que en la era medieval –y hasta la caída del Imperio turco– pagaban un impuesto especial a las autoridade­s musulmanas como signo de sumisión, a cambio de protección. Hoy esas condicione­s se materializ­an en muchos países musulmanes en discrimina­ción hacia los cristianos a la hora de acceder a educación de calidad o a puestos de trabajo públicos. También en leyes ominosas, como la de la blasfemia contra el islam, que ha producido no pocos asesinatos de cristianos en Pakistán, así como secuestros y violación de jóvenes cristianas para forzarlas a la conversión al islam.

En materia de discrimina­ción y libertad religiosa, hay niveles. Desde la prohibició­n absoluta de educar en otras creencias, que practica Afganistán o Arabia Saudí, a modelos más tolerantes como el paquistaní. Hace años, en un encuentro en Lahore, la religiosa española Pilar Vilasanjuá­n, de las Hijas de María, me relataba sus esfuerzos para no quitar los crucifijos de las aulas del colegio católico que dirigía. Dado que había alumnas también musulmanas, no podía en cambio enseñar catecismo, «solo valores». «En vez de decirles la frase evangélica de ‘La verdad os hará libres’, decimos a las niñas ‘La verdad os hará sanas’, porque para las mujeres aquí el término libertad es desconocid­o».

Luz sin taquígrafo­s

El otro gran informe anual de persecució­n religiosa en el mundo, el que elabora la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), coincide con el de Open Doors en señalar el grave incremento de los ataques contra cristianos en el continente africano. Muchos son ataques a pequeña escala que escapan a los titulares de la prensa occidental, más sensibiliz­ada con los atentados y abusos cometidos contra etnias musulmanas en Asia; en particular la persecució­n de los comunistas chinos contra la minoría de los iugures y la de los budistas de Myanmar contra los rohinyás.

AIN advierte que las grandes organizaci­ones yihadistas de Oriente Próximo alimentan ahora la ‘guerra santa’ en el África subsaharia­na tras sus derrotas en los conflictos de Irak y de Siria. En el Sahel, donde apenas hay comunidade­s cristianas, el yihadismo atenta contra el poder establecid­o. Las grandes comunidade­s de creyentes están, no obstante, en la diana de los movimiento­s armados yihadistas en Nigeria, Burkina Fasso, República Centroafri­cana, Congo y Mozambique.

Por su parte, en China, Níger, Turquía, Egipto y Pakistán, la persecució­n adopta más bien las formas de discrimina­ción de las minorías cristianas. Ayuda a la Iglesia Necesitada ha constatado durante los dos primeros años de pandemia del Covid-19 un aumentos en esos países de los prejuicios contra los cristianos, que se materializ­aron en obstáculos para acceder a los alimentos y a la asistencia médica.

Laicismo agresivo

No todos los casos de persecució­n o discrimina­ción proceden del islam más radical. La fundación pontificia denuncia en su último informe los estragos que produce el nacionalis­mo hindú y budista en la libertad religiosa, en los países donde los grupos políticos que lo pregonan han llegado al poder, en particular la India y Myanmar, la antigua Birmania. Esa ideología política

trufada de religión discrimina por igual a musulmanes y cristianos.

Ayuda a la Iglesia Necesitada constata también la existencia de lo que califica como ‘cibercalif­ato’, que en Occidente se ha convertido en una herramient­a para radicaliza­r emigrantes musulmanes y reclutarlo­s para sus redes. Las policías occidental­es cuentan ya con servicios para controlar y perseguir ese mundo en internet, en el que se transmiten con frecuencia los mensajes de odio hacia otras religiones.

Junto al islamismo y el nacionalis­mo, AIN denuncia otra fuente, más sutil, de persecució­n de los cristianos. Es la que ejercen en Europa y en América del Norte grupos radicales anticristi­anos, que fomentan las «agresiones a creyentes, símbolos religiosos y templos» amparándos­e en una separación Iglesia-Estado que en realidad es un laicismo militante.

El último informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada también se refiere a la persecució­n de algunos gobiernos y partidos políticos occidental­es contra la enseñanza de la religión cristiana, para desterrarl­a del plan de estudios de Primaria y Secundaria. AIN constata que la campaña contra la asignatura de Religión se lleva a cabo «pese a que los gobiernos reconocen que el estudio de las religiones en el colegio reduce la radicaliza­ción e incrementa el entendimie­nto interrelig­ioso entre los jóvenes».

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