Ron DeSantis abre grietas en el poder de Trump sobre el partido republicano
► El gobernador de Florida es la estrella en alza de la política de Estados Unidos y brilla en las encuestas
Una foto del 3 de noviembre de 2018, en la recta final de la campaña de aquellas elecciones, en un mitin republicano en Pensacola (Florida), retrata a la perfección quién era entonces Ron DeSantis, que se jugaba convertirse en gobernador del estado sureño: un trasunto de Donald Trump. DeSantis aparece en primer término, con Trump detrás, paternal. El candidato viste traje oscuro y corbata roja, el uniforme de campaña de Trump. En el fondo, profusión de gorras y carteles rojos en los que se lee ‘Make America Great Again’ (‘MAGA’, ‘Hacer grande a EE.UU. otra vez’), el lema de Trump. DeSantis incluso imita el movimiento característico de Trump, que abre las manos y las cierra sobre su pecho.
Era la época en la que el político de Florida se subió al ala de Trump, el gran fenómeno del partido republicano desde Ronald Reagan para hacer realidad sus aspiraciones políticas. Ahora, a sus 43 años, vuela solo, convertido en la estrella en alza de la política estadounidense. Y con intenciones de aterrizar en la Casa Blanca en 2024. Es decir, en posible trayectoria de colisión con Trump.
Surfear la ola
El expresidente siempre se ha atribuido el éxito de DeSantis. «Se presentó, le apoyé y sus números se dispararon», ha defendido, sin faltar a la verdad. DeSantis surfeó la ola de Trump –llegó a hacer vídeos electorales en los que leía a sus hijos ‘El arte del negocio’, el libro del multimillonario neoyorquino– y ganó.
Como gobernador de Florida, DeSantis ha despuntado hasta convertirse en figura nacional. En la pandemia, se posicionó como contrapunto de las políticas restrictivas de los demócratas, con la prioridad puesta en la reactivación económica. Al mismo tiempo, se entregó con denuedo a las batalles culturales, lo que le colocó en los medios nacionales. Este mismo viernes entraron en vigor dos leyes en Florida que han atraído la atención de todo el país y que le han convertido en villano para los demócratas y héroe para los republicanos: la conocida como ‘No digas gay’, que prohíbe la instrucción escolar sobre orientación sexual y de género hasta los 8 años; y la ley ‘Parar lo ‘woke’, que restringe la formación sobre asuntos raciales en colegios, universidades y centros de trabajo.
El éxito político de DeSantis en Florida en estos últimos años es inapelable y tiene consecuencias en todo el país. El año pasado, Florida, un estado clave en las presidenciales, tenía por primera vez en su historia más votantes registrados como republicanos que como demócratas.
DeSantis es, para algunos, una versión mejorada de Trump. «Es Trump con cerebro», le define un artículo reciente en ‘New Yorker’. Al contrario que el expresidente, está cortado por el patrón del perfecto político: de origen humilde, educado por mérito propio en Yale y Harvard, con experiencia militar en Irak, bien parecido y de familia fotogénica. Le separa también de Trump su discurso disciplinado, sin afición al disparate. Quienes le conocen hablan de una personalidad distante, de una capacidad de trabajo inmensa y de una ambición todavía mayor.
Su intención indisimulada es aterrizar en la Casa Blanca en 2024. Es decir, en posible trayectoria de colisión con el expresidente
Base electoral
Lo que DeSantis se ha quedado de Trump es buena parte de su mensaje: su enfrentamiento con las elites, con la prensa y con la corrección política, su retórica polarizante, la idea del agravio de la clase media blanca, la que levantó a Trump al poder.
Y lo que podría robarle es su movimiento, la gente ‘MAGA’. DeSantis aparece cada vez más como la figura que podría pastorear las bases de Trump, pero sin renunciar a otros electorados.
Con acierto estratégico, DeSantis no ha refutado el ‘robo’ electoral de Trump –la esencia de su figura política– ni ha reafirmado la legitimidad de Biden como presidente. No se ha enfrentado en eso al expresidente pero tampoco se ha destacado en su cruzada, lo que le deja muchas puertas abiertas.
En los últimos tiempos, DeSantis ha orquestado un distanciamiento sin aspavientos del que fuera su trampolín político. En su discurso de este año en CPAC, la gran conferencia conservadora, no citó a Trump. Tampoco ha buscado su ‘endorsement’ para la reelección como gobernador este otoño, el respaldo a su candidatura, que en el caso del partido republicano es un factor decisivo en primarias.
Ni el expresidente ni DeSantis han confirmado que se vayan a presentar (hay rumores en los círculos mediáticos de la extrema derecha de que Trump podría anunciar su candidatura este 4 de julio, fiesta nacional). DeSantis sería favorito inmediato si Trump no lo hiciera. Pero, con los dos en la carrera, ya hay grietas en el poder del expresidente. Una encuesta en New Hampshire la semana pasada daba a DeSantis por primera vez por delante: el 39% de los republicanos le apoyaban, algo por encima del 37% para Trump. En un sondeo de una cumbre de conservadores en Denver (Colorado), el 71% veía con buenos ojos que DeSantis se presentara a presidente, por 69% para Trump.
Asalto al Capitolio
La encuesta de New Hampshire hizo pupa a Trump: ese mismo día, compartió en su red social, Truth Social, otra a nivel nacional de Zogby que le otorgaba el 53,9% de los apoyos de los republicanos, frente al 11,5% de DeSantis. Es indudable que el partido y la gran mayoría de sus votantes siguen en manos de Trump. «Creo que yo ganaría», dijo Trump a ‘New Yorker’ sobre una presuntas primarias frente a DeSantis. Pero grietas como la de New Hampshire amenazan con agrandarse y multiplicarse. Las comparecencias en el Congreso sobre el asalto al Capitolio, con una cascada de revelaciones explosivas y dañinas sobre Trump, amenazan su capacidad de ser reelegido: eso no afectará a su base ‘MAGA’, pero sí a los republicanos moderados e independientes que necesita para ganar.
Esas comparecencias son «la continuación del circo agotador que rodea a Trump», ha dicho a ‘Politico’ esta semana un asesor de DeSantis. Los grandes donantes del partido, claves para cualquier campaña, están «hartos del espectáculo», añadió. Esa es la idea que quieren lanzar desde los círculos de DeSantis: es como Trump, pero sin el ‘show’. Y con más posibilidades de ganar.