El ‘boom’ económico que olvidó a los ‘hijos de Chávez’
► El 95% de los hospitales públicos de Venezuela no tienen insumos para tratar a los pacientes, que tienen que comprar las medicinas en dólares para sobrevivir
Vuelve el tráfico a las calles de las ciudades venezolanas. Desaparecieron las largas colas de coches esperando para poder repostar ante la falta de combustible. Nuevas cantinas de productos premium han abierto en ciudades como Caracas, Valencia o Maracaibo y las imágenes de supermercados desabastecidos ya son parte del pasado reciente de Venezuela. El dólar es ahora la moneda oficial en una clandestinidad consentida por el gobierno que rige el día a día de los venezolanos, y a diferencia de años anteriores, ahora el sentido del éxodo venezolano tomó el rumbo inverso y una gran parte de aquellos que huyeron de Venezuela en busca de un futuro mejor regresan ante las nuevas expectativas de crecimiento económico y estabilidad que vive el país caribeño. «Los hermanos Rodríguez y el entorno de Maduro se dieron cuenta de que para poder sobrevivir en el poder tenían que dejar de joder a empresarios y a la gente que quiere vivir en esta tierra. Además ahora con la reapertura de conversaciones con EE.UU. y el levantamientos de sanciones, que parece que será una realidad más pronto que tarde, Venezuela ofrece oportunidades para hacer dinero y negocios como siempre se dio en este país», afirma un importante empresario venezolano que pide permanecer en el anonimato ya que aún es arriesgado hablar públicamente sobre cuestiones políticas o de otra índole en Venezuela.
Sin embargo, tras este nuevo manto de bonanza económica y recuperación de una cierta normalidad en el país se esconde la dramática realidad de los ‘hijos de Chávez’. Estos son ese electorado que vio en la figura de Hugo Chávez Frías un símbolo de esperanza para salir de la pobreza, el hambre y el olvido social en el que vivían y en el que a día de hoy, aún continúan. «Aquí las cosas cada día están peor. En el barrio la gente se muere por una huevonada de salud porque en el hospital no tienen con que tratarlo y el enfermo no tiene la plata para poder pagar los insumos para que le puedan atender en el hospital». Asegura Carolina Leal, una líder social que en el pasado militó en el partido chavista, pero que ahora vive para ayudar a la gente. Desde hace seis años reparte más de 250 almuerzos semanales y se ocupa de ayudar a los enfermos de las barriadas de Santa Rosa de Aguas y Milagros de Arriba. A día de hoy en Venezuela se puede conseguir cualquier medicamento, basta con entrar en cualquier farmacia u observar la reapertura de los castigados establecimientos farmacéuticos de Farmatodo y uno observa que no falta de nada. Es el tener o no tener dinero lo que marca la diferencia entre vivir o morir en Venezuela. «La revolución se olvidó de los que no tienen», dice Carolina y basta con visitar para comparar un hospital público y luego uno privado en la Venezuela actual, para darse cuenta del gran abismo social que hoy se vive en este muevo ‘boom’ económico bolivariano que vive el país y que se olvidó de los ‘hijos de Chávez’.
En el interior de una casa de la barriada de Santa Rosa de Aguas, sentada en la penumbra una joven llora en silencio. Su nombre es Stefani Ríos. Tiene 25 años y su rostro marcado por unas profundas ojeras, oculta una belleza clásica de otro tiempo más propia de una protagonista de un cuadro de Edouard Manet. Su mirada es la viva representación de la angustia propia de una persona que sabe que está condenada a morir. En su interior aún se encuentra el feto muerto de su bebé de más de doce semanas hace cinco días y no lo puede expulsar. Necesita con urgencia un legrado y antibióticos para así detener la infección que la está matando, pero no tiene los treinta dólares necesarios para comprarlos junto al material médico que le exigen los médicos para poder ingresarla. El hospital no tiene medicamentos ni material quirúrgico para poder tratarla.
El sistema hospitalario público del país se encuentra en un colapso total. La Federación Médicos de Venezuela (FMV) asegura que la situación en el país presenta un cierre técnico en más del 95% por el abandono de sus instalaciones, falta de mantenimiento, carencia de equipos médicos, herramientas de trabajo, vigilancia, electricidad, agua, ascensores, insumos y medicinas entre otras muchas necesidades. Sin embargo, la respuesta del Gobierno a esta situación fue comenzar una lucha contra lo que denominó «mafias hospitalarias» y, como primera medida, ordenó la incorporación de inspectores secretos en los centros de salud para cazar a los trabajadores que –dice– sustraen los insumos y medicamentos. Como resultado de esta política la gente sin recursos se muere en sus casa ante la imposibilidad de ser tratado en un hospital público en Venezuela.