ABC (1ª Edición)

El alumno de 87 años que se sacó el Bachillera­to

Los pequeños olvidos llevaron a Luis Martín Montejo a apuntarse a un curso para recuperar la memoria. A partir de ahí, retomó todos los estudios que no pudo cursar cuando era niño

- MIRIAM VILLAMEDIA­NA

Retomó los estudios en la jubilación como forma de ejercitar la memoria y asignatura a asignatura ha conseguido sacarse el título de Bachillera­to

Luis Martín Montejo nos recibe a sus 87 años en la localidad vizcaína de Sodupe en una habitación de estudio que podría ser la de cualquier adolescent­e que acaba de examinarse en la EBAU. A derecha e izquierda los libros se acumulan en librerías, mientras sobre la mesa todavía reposan dos libros de texto y un cuaderno. «Estoy ordenando todos los apuntes», se disculpa Luis.

En realidad, esos apuntes son en estos momentos uno de sus mayores tesoros; el símbolo de que después de una década de esfuerzo ha logrado, a su edad, aprobar el Bachillera­to. «Cualquier persona puede sacarlo, aunque sea aprobando las asignatura­s poco a poco», asegura tratando de quitarse importanci­a.

Y es que a Luis la vida le dio, a punto de cumplir los 80, la oportunida­d que no tuvo de pequeño. Para su familia los años de la posguerra no fueron sencillos. «Cuando tenía 5 años, mi padre murió en un accidente en la mina», explica. Su madre entonces empezó a trabajar «en todo lo que podía» y él y su hermana tuvieron que criarse con sus abuelos. Como cualquier niño de su época, empezó la escuela con 7 años, «pero como la situación en casa estaba mal, con 14 años me ofrecieron para ir a trabajar a un caserío». Y a partir de ahí cambió los estudios por el trabajo.

Aprendiz en astilleros

Unos años más tarde empezó como aprendiz en los Astilleros del Cadagua, en Baracaldo. «Tuve un poco de suerte porque aprendí de construcci­ón de barcos», nos cuenta. Aprendió tanto y tan bien que años más tarde pudo pasar a trabajar en la oficina técnica, a pesar de no tener estudios. «Pensé, aquí será más difícil tener un accidente», relata. Y allí terminó su vida laboral ya convertido en delineante.

La necesidad de tener la mente constantem­ente en forma le llevó en la jubilación a preocupars­e por el buen estado de su memoria. «Veía que cuando iba a comprar se me olvidaban cosas», explica. En esa misma época también vivió cómo los servicios de emergencia tenían que salir en busca de dos conocidos cercanos que se perdieron por no recordar el camino de vuelta a casa, y eso le «asustó un poco». Fue entonces cuando vio que en su pueblo organizaba­n un curso de recuperaci­ón de memoria, y se apuntó.

«Cuando lo terminé me animaron a que me matricular­a para hacer la ESO». Para ello, tenía que hacer un examen, que pasó con nota. «¡Me dijeron que en el examen había quedado el primero!», se sorprende todavía hoy. Así fue superando la Secundaria, curso por curso, y casi sin darse cuenta ha conseguido, pasados los 80, completar los estudios que dejó a medias siendo un adolescent­e.

En una de las estantería­s de su habitación de estudio luce orgulloso el diploma que le acredita como el alumno más veterano del Instituto Vasco de Educación a Distancia, un título que Luis lleva con total naturalida­d. Han sido años en los que se ha sentido muy a gusto entre sus compañeros más jóvenes que, incluso, le han enseñado «algún truquito» para ahorrar tiempo en los desplazami­entos. También ha tenido una relación excelente con todos los profesores («que son los que de verdad te ayudan»), con los que no ha dudado en concertar tutorías para aclarar las dudas que le surgían. «Me han felicitado todos», sonríe.

Y eso que el camino para conseguir el título no ha sido sencillo. Cuando Luis se decidió a retomar los estudios, hace diez años, acababa de nacer su primer nieto. «Los padres iban a trabajar y me quedaba cuidándole», nos explica. «Cuando venía su padre, a las seis y pico, yo iba al instituto a dar una clase de una hora nada más», añade. Poco después, en su escalera decidieron poner ascensor, y a Luis le tocó hacerse cargo de las cuentas durante cuatro años. Incluso tuvo que echar una mano a los vecinos de un portal cercano. «Son cuestiones que te quitan tiempo», lamenta y por eso en esos años trataba de ir avanzando en las materias también por su cuenta, en casa, «como podía».

Aunque también ha sabido sacar partido a su condición de veterano. «Ser mayor es una desventaja a la hora de aprender, pero también puede ser una ventaja». En su caso, lo ha sido sobre todo en la asignatura de dibujo. Luis trabajó muchos años como delineante y de ahí que no haya tenido problemas para resolver las láminas más complejas.

Gramática inglesa

Algo más complicado fue resolver los problemas de matemática­s o aclararse con la gramática inglesa. Han sido las dos últimas asignatura­s que ha cursado y ha tenido que «trabajar mucho» para aprobarlas. Aunque, en realidad, Luis nunca tuvo prisa por llegar a la meta. «He estudiado sin presión, porque lo hacía por el placer de aprender y no necesitaba, como los jóvenes, el título para trabajar», explica.

Asegura que los estudios le han servido para tener la cabeza más ágil y despejada. Incluso ha investigad­o por su cuenta en materias más allá de las académicas. Para muestra, unos apuntes de Medicina que a veces consulta (y que nos enseña orgulloso durante la entrevista) y que elaboró después de leer manuales de varios miles de páginas. «Estudiar me ha ayudado a estar mejor, incluso físicament­e», añade. Tanto es así, que con el título de Bachillera­to debajo del brazo, su cabeza todavía sigue en funcionami­ento y ahora se ha propuesto diseñar un sistema que permita «producir energía sin gastar nada».

Mientras le da vueltas a su idea, ocupa el tiempo en organizar los miles de apuntes que ha acumulado en estos años y que espera sean útiles para sus nietos. «Al mayor ya le he dejado todo lo que tenía de la ESO», añade. También les explica que para tener éxito en los estudios solo hay un truco: «Estudiar, estudiar y estudiar; y si hay que preguntar, preguntar».

Ya con el título de Bachillera­to, el objetivo de Luis ahora es diseñar un sistema para producir energía sin gastar nada

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// IGNACIO PÉREZ (’EL CORREO’) Luis Martín Montejo posa con su libro de Matemática­s y con una foto suya de adolescent­e

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