ABC (1ª Edición)

La izquierda Correcamin­os y la derecha Coyote

La mayor victoria de la izquierda ha sido hacer creer a la derecha que el progreso es suyo

- JOSÉ F. PELÁEZ

EL aborto no es un derecho, afortunada­mente. Es un supuesto que, en determinad­os casos, está despenaliz­ado, también afortunada­mente. Porque nadie quiere meter en la cárcel a una niña ucraniana de 14 años que interrumpe su embarazo a las dos semanas de gestación tras haber sido violada por un batallón de rusos drogados. Por eso, si con independen­cia de que haya o no vida, todos estamos de acuerdo en que en algunos supuestos de hecho no debe haber consecuenc­ia jurídica, el resto del debate es accesorio. Porque no es un derecho, pero da igual. Tampoco existe el derecho a mentir y un acusado puede hacerlo. Así que nos encontramo­s con un debate que solo sirve para que la izquierda Correcamin­os juegue a su antojo con la derecha Coyote.

Esa derecha Coyote es la que cae en las trampas que le tienden y falla sistemátic­amente con su ideología ACME, supongo que por su complejo de inferiorid­ad y por su pulsión a reaccionar a lo que la izquierda plantea en vez de liderar el debate y la sociedad, como le es natural. Feijóo no es así, parece más listo, lo suficiente como para no caer en las trampas. Y claro, gana elecciones por mayoría absoluta, qué cosas. Sin ir más lejos, hemos visto cómo el PP ha pasado de recurrir en el Tribunal Constituci­onal la ley de matrimonio homosexual a escribir tweets a favor del orgullo gay. Nunca es tarde para rectificar y elegir la opción buena, que es la de la libertad y la de la Constituci­ón que, en su artículo 14, dice que «los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discrimina­ción alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstan­cia personal o social». La sociedad ha avanzado. Y la derecha con ella.

Pero además es que la defensa de la libertad del individuo es necesariam­ente un concepto de derechas. Y la derecha ha de defenderlo. Pero no solo de los ataques de la izquierda, sino también de los de la derecha ACME, que no es más que el mismo esquema intelectua­l de la izquierda, pero con termitas.

La mayor victoria de la izquierda ha sido hacer creer a la derecha que el progreso es suyo. Y así llegamos al absurdo de los que, para oponerse a la izquierda, se oponen al progreso, que es como oponerse al oxígeno, a las mareas o a la ley de la gravedad. El progreso es inevitable y si te opones a lo inevitable, pierdes. La derecha no puede oponerse al progreso, debe liderarlo. Y eso se hace explicando que hay un progreso basado en la libertad, el humanismo, la tolerancia, la prudencia, la moderación, la razón y el capitalism­o. Pero para llegar a ese progreso que la derecha anhela no solo ha de olvidarse de las trampas de la izquierda sino también del lastre que supone la ideología ACME, esa que propone herramient­as y debates que siempre se vuelven en su contra. Al fin y a cabo, el Coyote no era más que un perdedor seguro de sí mismo. El Correcamin­os era el libre, el líder y el ganador. Es decir, la verdadera derecha. Pues eso. Ya saben. Beep-beep.

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