ABC (1ª Edición)

Lugar común

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No. Lo que estamos viviendo ahora no es comparable a lo que pasó en los años setenta. La comparació­n es fácil y resulta difícil dejarla pasar. Y no, tampoco tiene que terminar como entonces con los bancos centrales llevándose la economía por delante. Lo principal es que la subida del precio del petróleo no es comparable. Entonces múltiplo por casi veinte veces y ahora ‘solo’ ha duplicado.

Hay que recordar que la inflación es un juego de diferencia­les y no de precios absolutos para tratar de entender lo que puede pasar a futuro. Además la dependenci­a de la economía mundial del petróleo no es tan alta ahora. Hoy el principal productor de petróleo del mundo es Estados Unidos. La espiral inflacioni­sta entonces fue demoledora. Hoy hay síntomas de que, aunque con algo de retraso sobre el horario previsto, los precios comienzan a embridarse sin que los temidos efectos de segunda ronda cojan tracción. Las principale­s materias primas, los fletes – no solo de la carga seca sino que últimament­e también los de contenedor­es– ya han corregido fuerte desde los máximos de hace unos meses, a lo que seguro va a seguir los bienes de consumo una vez que los servicios han cogido el relevo.

Así las cosas, las medidas de los bancos centrales no van a ser comparable­s. Entonces, el resucitado Volcker tenía que atajar diez años de precios descontrol­ados que habían echado raíces en las dinámicas de la economía. Hoy, aunque se nos esté haciendo largo, el repunte de la inflación es algo hasta exótico en la perspectiv­a de los últimos veinte años que solo podría enquistars­e por errores mayúsculos.

Por lo tanto, templanza, pedagogía y algo de suerte es lo que necesitan quienes nos dirigen para reconducir la situación más pronto que tarde y tapará muchas de las bocas que, en esta materia, no se han cansado de soltar barbaridad­es. Lo veremos.

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