ABC (1ª Edición)

Un tedio total para Groenewege­n

▸ El holandés despide el periplo en Dinamarca en una etapa soporífera

- JOSÉ CARLOS CARABIAS

Siempre hay dos maneras de verlo. Y en ciclismo, la óptica cambia según se mire desde el lado de los corredores o desde el ángulo del espectador. Los ciclistas analizan desde su consumo de watios, la velocidad que marca su ordenador de a bordo, el dolor de piernas, la tensión invisible que generan las etapas llanas del Tour. Y los seguidores aprecian el vacío de contenido de un día soporífero, la ausencia de emociones, el paso de kilómetros sin más, el seguro desenlace al esprint, la opción de la siesta... Dos mundos que nunca coinciden y que en la despedida de Dinamarca se resumieron en un esprint de alto voltaje, apenas un kilómetro, que ganó el holandés Dylan Groenewege­n.

No hubo casi nada de interés al ojo del aficionado que se pertrechó ante la televisión en modo sobremesa o que, acérrimo hincha, se tragó el día entero por los verdes pastos. Cuestión distinta resultó para los miles de daneses que en estampida se lanzaron a las carreteras para tener esa experienci­a que es vivir el Tour en primera persona.

De nuevo se hizo presente la fuga de Cort Nielsen, el Van Aert nórdico, que se convirtió en una especie de emperador en bici para sus compatriot­as. Pasó en cabeza y en solitario por los puertos de cuarta categoría y apuntilló el maillot de puntos rojos sobre sus espaldas hasta el martes, ya que hoy la caravana se traslada de regreso a Francia en día de descanso.

Pero la etapa fue insufrible, en la tendencia cada vez más reducida de las jornadas llanas sin alicientes, que acaban con un buen esprint. Por mucho que la llegada fuese espectacul­ar, las cuatro horas anteriores deparan poco rédito a patrocinad­ores, television­es y, sobre todo, hinchas.

Es la siesta o el ojo abierto, el tedio o la emoción. Parece claro que ni siquiera el Tour de Francia se libra de ese desierto que son las jornadas sin puertos, sin carreteras traicioner­as, carruseles de sube y baja, propicias para emboscadas. Los velocistas son minoría en el pelotón, inevitable estadístic­as a tenor de los tiempos.

El esprint fue fabuloso. Una contienda a varias manos, en la que concursaro­n todos los equipos con velocistas, Alpecin y Philipsen, Jumbo y Van Aert, Quick Step y Jakobsen... Como las oportunida­des son pocas, la lucha es más encarnizad­a. En el duelo múltiple, Jakobsen quedó cerrado en el último giro, Sagan fue obstaculiz­ado por Van Aert, y en el último golpe, Dylan Groenewege­n se impuso a todos.

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// AFP Groenewege­n se impone a Van Aert y Philipsen

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