El Real Club de Monteros entrega sus premios a grandes figuras
► En esta ocasión fueron agasajados Alonso Álvarez de Toledo, Manuel Aguayo y Mercedes Barona
Pareció por un momento que la lluvia iba a empañar el acto de la entrega de premios del Real Club de Monteros (RCM) el pasado 16 de junio en el Real Club de la Puerta de Hierro, pero, lejos de ello, refrescó el ambiente y no hizo desmerecer este evento anual, esta vez de tarde, siempre concurrido y bien organizado bajo la batuta de su presidenta, Carmen Basarán Conde, y de otros miembros del RCM. En esta ocasión, los agasajados fueron Alonso Álvarez de Toledo, Manuel Aguayo y Mercedes Barona.
Santiago de Satrústegui y Unceta presentó a su amigo Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo, marqués de Villanueva de Valdueza, premio a la Personalidad Venatoria 2021, haciendo una completa semblanza llena de admiración y respeto en la que recordó la trayectoria del galardonado desde sus primeros pasos en el campo y la naturaleza, en el seno de una estirpe de grandes cazadores, hasta el experimentado cazador que es hoy después de una vida plena dedicada a practicar todas las modalidades cinegéticas en muchos y diferentes países, a gestionar cotos y fincas de caza y a defender la actividad cinegética desde diferentes instituciones. También repasó sus actividades relacionadas con el campo español, esas del mundo del vino y del aceite, de las razas ganaderas y de los perros de rehala. Y recordó sus reconocimientos –el más reciente, el Culminum magister–, sus logros –los perros Valdueza ya están considerados como raza pura española (uno de ellos ha sido campeón de España y del mundo en la última exposición internacional canina)– y los títulos en asociaciones y organizaciones que ha ido consiguiendo y ostentando con el paso de los años.
Se había dicho ya mucho, pero Alonso A. de Toledo comenzó con humildad un discurso de agradecimiento, de reconocimiento a los otros premiados y de recorrido por las distintas facetas de su vida como cazador, gestor, conservacionista, rehalero, ganadero y viticultor. Y, por supuesto, como creador e impulsor de numerosas instituciones de defensa y desarrollo de la actividad cinegética. Continuó con un discurso de reivindicación y alegato contra decisiones tomadas recientemente en nuestro país en las que no se ha tenido en cuenta al sector cinegético, un referente en cualquier cuestión relacionada con el medioambiente y la biodiversidad. Mencionó, además, a quienes le han acompañado en la vida, en la caza y en el campo y ya no están: Pedro Castro (Periquillo el de Valdueza), sus primos y tío Urquijo y su suegro. Y finalizó con el deseo de compartir este premio con su mujer, Isabel Argüelles, quien le acompañaba en el acto.
El premio Arte y Cultura recayó en Mariano Aguayo, en la segunda distinción que le otorga el RCM –ya posee el Jaime de Foxá– y que completa su reconocimiento como cazador, escritor, escultor y pintor que es. Fue presentado por Pedro González de Arispe, editor de algunos de sus libros, quien recordó su demostrada contribución al arte y a la cultura cinegética con su serenidad, elegancia, ironía y exquisitez, enriqueciendo el patrimonio inmaterial de nuestra identidad española y nuestra bibliografía venatoria.
Miembro de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba –su ciudad natal–, premio Carlos III y Rehalero del año, el monte y la pasión por la tauromaquia y la caza siempre están presentes en sus obras, en esa ambivalencia entre la estética del mundo del toro y las formas de la montería, perceptivo y atento al detalle.
Como colofón, el premio Literario Jaime de Foxá fue entregado a Mercedes Barona por su artículo, publicado en este medio, ‘Amar bien la tierra’. Presentada por su amigo Javier Hidalgo, dedicó a este y al jurado unas palabras de agradecimiento y a sus padres el premio en sí por una vida unida a la tierra y a los libros, y una educación en la libertad para pensar y poder contar.
La pasión, la intensidad y el entusiasmo vitales, la mezcla paradójica de orgullo y humildad, la adoración por la escritura –sus verdaderos regalo y necesidad–, la obligación para con las generaciones que nos siguen, la defensa de la actividad cinegética, la constatación del privilegio de su educación en la naturaleza, la reivindicación de las actividades del campo y de las tradiciones ancestrales, el criterio para opinar y la sensibilidad para disfrutar de los sonidos y olores de la tierra... todo ello es lo que ha movido a esta sevillana y cacereña a contar lo que cuenta en su premiado artículo en ABC de la Caza.
Muchos nos identificamos con esta ‘no cazadora’ que ha disfrutado de jornadas de caza, que conoce a grandes cazadores, que disfruta de la naturaleza, de las letras, la escritura y la literatura, y que ha sido educada a pensar con libertad y criterio en un mundo que se comparte con personas que se pierden parte del mismo tanto por desconocimiento como por falta de curiosidad, afán de aprendizaje y capacidad de comprensión.
Y, sobre todo, que valora la tierra, porque «venimos de la tierra» y «cuando todo falte nos quedará la tierra».