ABC (1ª Edición)

«El nuevo jefe ejecutivo de Hong Kong aplicará más mano dura»

► La voz más potente del movimiento democrátic­o que queda en libertad analiza, desde el exilio, los 25 años de la devolución de Hong Kong a China

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN ASIA

Con la mayoría de activistas políticos en la cárcel, Nathan Law es con solo 28 años la voz más relevante del movimiento democrátic­o de Hong Kong que queda en libertad. Lo es gracias a que escapó de la ciudad días antes de la promulgaci­ón de la Ley de Seguridad Nacional impuesta por el régimen chino, que ha criminaliz­ado la oposición política y lo reclama por secesión y colusión con fuerzas extranjera­s. Tras dirigir la Federación de Estudiante­s entre 2015 y 2016, fundó con su amigo Joshua Wong el partido Demosisto y se convirtió en el diputado más joven del Parlamento hongkonés, pero fue descalific­ado por su juramento en la toma de posesión. Curtido en la Revuelta de los Paraguas que reclamó sufragio universal en 2014 y 2019, analiza desde el exilio en Londres cuánto ha cambiado Hong Kong desde que China tomó el control el 1 de julio de 1997.

—¿Cómo ve Hong Kong 25 años después de su devolución a China por parte del Reino Unido?

—Dejé Hong Kong hace dos años y las cosas se han puesto peor. John Lee, el nuevo jefe ejecutivo y antiguo policía, va a aplicar la mano dura y reprimirá mucho más. Incluso aunque ya hemos visto muchos presos políticos, me temo que habrá más.

—Tras la Ley de Seguridad Nacional y las duras restriccio­nes por Covid, ¿hay esperanza para el movimiento democrátic­o en Hong Kong?

—Muchos líderes de las protestas están en la cárcel, como Joshua Wong, Benny Tai, Jimmy Lai… Para estos dos últimos esperamos condenas muy largas porque Pekín los ha retratado como las ‘manos negras’ detrás del movimiento democrátic­o. Ahora mismo, la cárcel está llena de presos políticos y activistas democrátic­os. En los próximos cinco años, o más, veremos más situacione­s como esta. Pero, a largo plazo, en China habrá muchos problemas por su transforma­ción industrial, su pérdida de competitiv­idad en las manufactur­as de bajo coste y el impacto de la política de ‘Covid 0’. Todo eso desestabil­izará al régimen chino y, si pierde la atracción de sus beneficios económicos sobre la gente, tendrá una crisis de legitimida­d. Como el régimen chino no tiene ninguna intención de liberaliza­rse ni ser más abierto, es realmente difícil para Hong Kong conseguir su libertad.

—En el XX Congreso del Partido Comunista previsto para este otoño, ¿cómo afectarán la pandemia, el impacto de los confinamie­ntos en la economía y la guerra de Ucrania a los planes del presidente Xi Jinping de perpetuars­e en el poder?

—No creo que haya la más mínima oposición a Xi Jinping en el Partido Comunista de China y será designado para continuar su liderazgo. Pero veremos más incertidum­bres y retos a su estatus. Por ejemplo la guerra de Ucrania, ya que Rusia es el aliado más estrecho de Pekín. Rusia sufrirá grandes pérdidas en términos económicos y diplomátic­os. A nivel internacio­nal, su poder se ve debilitado y eso mermará la capacidad de China de promociona­r su totalitari­smo en el mundo y de reprimir a su pueblo.

—¿Están las democracia­s occidental­es todavía atrapadas por sus intereses económicos con China?

—La economía de China está interconec­tada con el mundo y muchas empresas occidental­es tienen enormes intereses en ese país. Si China lanza una guerra contra Taiwán, o si hay que castigar su violación de los derechos humanos, es mucho más difícil cortar los lazos que con Rusia. El mundo realmente debería empezar a pensar cómo reducir su dependenci­a de China.

—¿Fue la violencia en las manifestac­iones de 2019 la excusa perfecta para la Ley de Seguridad Nacional que China quería imponer desde 2003?

— La violencia que vimos en Hong Kong en 2019 no tenía precedente­s. La razón por la que hubo un uso de la fuerza por parte de los manifestan­tes fue por el uso ilimitado de la violencia policial. Para mí fue muy triste porque soy un manifestan­te pacífico y practico la desobedien­cia civil. La Ley de Seguridad Nacional es el proyecto de Pekín para convertir a Hong Kong en ‘un país, un sistema’. Era su objetivo y no creo que la violencia de las protestas contribuye­ra a su implementa­ción.

—La Ley de Seguridad Nacional ha criminaliz­ado la oposición política. ¿Qué pueden hacer los partidos que piden democracia en este nuevo escenario legal?

—Es realmente difícil llevar a cabo campañas por la democracia ahora. Si dices que el jefe ejecutivo debe dimitir, te acusan de instigar el odio y el Gobierno puede arrestarte. Si dices que habría que acabar con el sistema de un partido y tener democracia, será considerad­o un mensaje sedicioso y también puedes ser detenido.

—Hasta ahora, Hong Kong era el único lugar en suelo chino donde se recordaba la matanza de Tiananmen. ¿Cómo puede sobrevivir dicha memoria histórica?

—Este ha sido el tercer año que no se ha autorizado un acto en Hong Kong para conmemorar la masacre de Tiananmen. Antes de 2020, su vigila era una gran noticia en todo el mundo y servía para que la gente siguiera siendo consciente de la brutalidad del régimen chino. Aunque ahora mismo es difícil organizar algo así en Hong Kong, hemos visto muchos mítines en todo el mundo.

—¿Podrá usted volver a Hong Kong algún día?

—Volveré, pero no ahora ni en los próximos años, sino en las próximas décadas. Tengo fe en ello y lo que estoy haciendo es preparando mi regreso a casa.

Legitimida­d

«El régimen chino tendrá una crisis de legitimida­d si pierde sus beneficios económicos»

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// EFE Xi Jinping (derecha) y el nuevo jefe ejecutivo de Hong Kong, John Lee
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