El turismo prevé un verano récord, pero teme un frenazo en otoño
► El sector espera un ‘efecto champán’ y que se supriman viajes a partir de septiembre
Un verano récord antes de llegar a la tormenta que puede ser el otoño. El turismo afronta una de las temporadas más importantes de su historia, pero sin dejar de mirar de reojo su final, en el que puede ser el inicio de la mayor caída del consumo desde la anterior crisis. Numerosos organismos así lo vaticinan y el sector ya teme que los viajes sean una de las primeras partidas de gasto que eliminen las familias de su cesta de la compra en otoño.
El propio Gobierno ya admitió hace unas semanas que permanece ojo avizor a que la inflación pueda dar paso a este fenómeno en octubre y tirar hacia abajo el reclamo de viajes que existe ahora. «Veremos si la demanda va a dejar de ser tan flexible y si nos corrige de la senda de la recuperación», explicó el secretario de Estado de Turismo, Fernando Valdés, a la vez que estimó que el PIB turístico superará el 80% del registrado en 2019 por el crecimiento de gasto del turista. «Incluso descontando la inflación», explicó Valdés durante su intervención en las jornadas Spain Investors Day organizadas por Estudio de Comunicación.
La expectación es máxima en el sector. Tras dos años de escasa actividad, ahora es cuando comienzan verdaderamente a recuperarse. Desde Semana Santa el avance de hoteles, hostelería y actividades relacionadas con el turismo es imparable. En mayo, el gasto turístico rebasó la barrera de los 8.000 millones hasta quedar muy cerca de los niveles prepandemia, según la Encuesta de Gasto Turístico (Egatur) publicada ayer por el INE. Algo que se ha producido al calor de la vuelta del turista extranjero. En ese mes se certificó el retorno del visitante británico, con la llegada de 1,7 millones de viajeros con origen Reino unido (23% de los que nos visitaron), que recupera el trono de primer mercado emisor, tras dos años de veto sanitario a nuestro país, tal y como publicó este periódico.
Pero el turismo teme que esto sea fruto de un ‘efecto champán’. Es decir, que sean el ahorro embalsado y las ganas de viajar las que estén empujando la demanda de cara a los tres próximos meses, y que estas dos fuerzas desaparezcan en el mes de octubre comidas por la inflación. Desde el servicio de estudios de Caixabank (Caixabank Resarch) creen que después del verano se producirá una moderación de la demanda turística, tras agotar el empuje del verano «y vuelva a obedecer a dinámicas más ligadas a indicadores macroeconómicos». «En este contexto de pérdida de poder adquisitivo es posible que volvamos a observar niveles de actividad turística por debajo de los de 2019», señala, Javier Ibáñez de Aldecoa, economista y especialista en el sector turístico de Caixabank Research.
Prácticamente ningún agente del sector esconde ese temor, pero piensan que todavía es pronto para sacar conclusiones. En el lado de los hoteles, los primeros indicadores de reservas apuntan a un otoño positivo por la recuperación del segmento MICE (turismo de negocios, congresos, convenciones, incentivos) que prevén que despunte con fuerza tras dos años a medio gas. «Todo el tema congresual de consultoría, de formaciones, el turismo de congresos, los grandes eventos arrancan en septiembre y ya tenemos un muy buen nivel de confirmaciones para 2023», aseguró el consejero delegado de NH Hotel Group, Ramón Aragonés, durante la junta de accionistas de la compañía.
Algo que también reconocen desde otras cadenas como Sercotel. La hotelera propiedad de la familia Gallardo (máximos accionistas de la farmacéutica Almirall) tiene buenas previsiones para el último trimestre al calor de «la vuelta del turismo de negocios», explica a este periódico su CEO, José Rodríguez Pousa.
Aunque bien distinto podría ser en el caso de los destinos vacacionales, que tras el Covid habían puesto el foco en alargar la temporada de verano para recuperar ingresos. Por lo que un bajón del consumo, que traería consigo la supresión de segundos viajes, podría ser un riesgo ya que los costes operativos de mantener los hoteles abiertos pero sin clientes podría ponerlos en jaque. En todo caso, la temporada alta canaria, que comenzará en octubre, servirá como termómetro para medir la incidencia de la inflación en el turismo, especialmente en los mercados más importantes para España, como son el Reino Unido y Alemania.
Preocupación general
Con todo, parece claro que en mayor o menor medida la inflación tendrá consecuencias sobre la evolución de las reservas. Un estudio reciente lanzado por una de las mayores cadenas españolas, Eurostars, entre 1.500 de sus clientes, revela una inquietud general por la subida de precios: el 83% de los consultados aseguraban mostrarse preocupados por los efectos del aumento de los costes del transporte y otros servicios, «convencidos de que serán condicionantes que frenarán las opciones de viajar». Ante ese obstáculo, los viajeros preguntados se decantan por viajes más cortos, reduciendo el número de noches por desplazamiento, «aunque por contra serán más frecuentes». Y también por destinos de proximidad.
Pero, por el momento, la vuelta del turista extranjero dejará un buen verano en el sector. Y los hoteles han aprovechado este ‘boom’ para subir sus tarifas. La plataforma de inteligencia turística Mabrian señala que en España se registra una subida del 6,9% en las pernoctaciones de los hoteles 3 estrellas (108 euros), del 5,1% en 4 estrellas (145 euros) y 14,2% en 5 estrellas (289 euros). Aunque en todo caso son precios más bajos que otros competidores como Italia y Grecia. Un alza que quizá no sea suficiente para el sector por la escalada de costes a la que asiste en los últimos meses. Hoteleras como Barceló aseguran que han tenido que duplicar el presupuesto de costes. Y su CEO para Europa, Raúl González, ya avisa: «Si los costes se hacen europeos, las tarifas también».