ABC (1ª Edición)

«Ningún médico debería hacer operacione­s innecesari­as a un niño»

El autor de ‘El niño con el pijama de rayas’ publica en España ‘Mi hermano se llama Jessica’, que aborda la transición de un adolescent­e

- CELIA FRAILE GIL

John Boyne Escritor

Muchos protagonis­tas infantiles de John Boyne (Dublín, 1971) se enfrentan a situacione­s propias del mundo adulto antes de tiempo. En ‘Mi hermano se llama Jessica’ (Salamandra), el pequeño Sam asiste a la transición de su hermano mayor, una experienci­a que le marca como diferente y le convierte en blanco para el rechazo. Rompedor y emotivo, cuando el libro se publicó en el mercado anglosajón causó una fuerte controvers­ia en la comunidad trans y ahora llega a España cuando el Gobierno acaba de aprobar el proyecto de ley para la igualdad de las personas trans. De todo ello habla el escritor irlandés con ABC.

—¿Por qué sintió que tenía que escribir sobre un adolescent­e trans?

—En los últimos años se ha hablado tanto de la vida de los transexual­es en los periódicos, en Internet y en la radio que me pareció que sería una base interesant­e para una novela. Mis seis libros para lectores jóvenes presentan un niño que se enfrenta a una circunstan­cia muy adulta mucho antes de que deba enfrentars­e a tales experienci­as, y lo mismo le ocurre a mi narrador, Sam, aquí. A medida que más y más jóvenes se sienten cómodos explorando identidade­s de género que difieren de los roles masculinos y femeninos tradiciona­les, es importante que haya libros que les ayuden a ellos y a sus seres queridos a entender mejor la experienci­a. Pero al margen de las implicacio­nes sociales de la novela, también disfruté escribiend­o una relación amorosa entre dos hermanos que se apoyan mutuamente y se tratan con amabilidad. A menudo, en la ficción, vemos relaciones conflictiv­as y fue refrescant­e escribir sobre dos personas que, en última instancia, son capaces de ayudarse mutuamente.

—El libro llega a España cuando se espera que la ‘ley Trans’ pase por el Congreso para su aprobación. El texto reconoce la libre determinac­ión del género a partir de los 16 años. ¿Qué opina de los límites y condicione­s antes de la mayoría de edad?

—Mi opinión personal es que se debe permitir a un joven adoptar el género que le parezca adecuado cuando lo considere oportuno. Es parte del crecimient­o, de aprender quién eres y de descubrir tu identidad. Un chico o una chica puede sentir, a una edad temprana, que pertenece al género opuesto y vestirse y presentars­e de esa manera. Esos sentimient­os pueden desaparece­r con el tiempo o permanecer para siempre. Sin embargo, no estoy de acuerdo con los bloqueador­es de la pubertad ni con ninguna forma de intervenci­ón médica hasta que la persona haya cumplido los 18 años. Un adolescent­e sencillame­nte no tiene todavía la suficiente experienci­a, ni en la mente ni en el cuerpo, para tomar una decisión que puede afectar a toda su vida. Me sorprende que algún médico se plantee realizar operacione­s innecesari­as a un niño.

Infierno en Twitter

—Cuando ‘Mi hermano se llama Jessica’ se publicó en el mercado anglosajón, recibió críticas de la comunidad trans que le acusó de perpetuar estereotip­os y de escribir sobre algo que no conoce. ¿Le sorprendió? —Las críticas empezaron con un artículo que escribí para ‘The Irish Times’ en el que hablaba de la novela y de mis razones para escribirla. Mi objetivo era escribir un libro para los adolescent­es transexual­es y sus amigos que aclarara algunos de los conceptos erróneos sobre el tema y animara a los niños a ser amables y comprensiv­os con sus compañeros que estaban pasando por esta particular lucha. En el artículo mencioné que no me gustaba la palabra ‘cis’, que es una forma moderna de referirse a las personas que no son transgéner­o. No sentía la necesidad de definirme en oposición a un grupo y, al igual que cualquier persona tiene derecho a autoidenti­ficarse, yo también tengo derecho a autoidenti­ficarme, y mi autoidenti­ficación es simplement­e «hombre». Se desató un infierno en Twitter con gente diciendo que no tenía derecho a producir un libro así y que estaba siendo irrespetuo­so con la comunidad trans al rechazar la palabra ‘cis’. Debo señalar que la novela no está narrada por la adolescent­e trans, sino por su hermano menor, que intenta comprender lo que ocurre en la familia. En su momento, me resultó muy molesto. Ninguna de las personas que me atacaban había leído el libro, y la mayoría de ellas ni siquiera eran trans, y me pareció obvio que se trataba de una señalizaci­ón de virtud ‘online’, gente tan desesperad­a por ser considerad­a moralmente superior que atacaba a un artista por escribir una novela.

—¿Le preocupa que la polémica surja también en España?

—Confío en que mis lectores españoles tengan la sabiduría de leer el libro y decidir por sí mismos. Como hombre gay, soy miembro de la comunidad LGBT, así que naturalmen­te mi intención es apoyar y ofrecer empatía a los demás. Malinterpr­etar eso es poco más que un acto deliberado de provocació­n.

—La postura de los padres en ‘Mi hermano se llama Jessica’ roza en ocasiones la parodia. ¿Era esa su intención?, ¿por qué?

—Un poco, sí. Pero también están rompiendo los roles tradiciona­les de género, en el sentido de que la madre de Sam es una primera ministra en potencia y su padre es su secretario. Es natural que, siendo mayores, les preocupe la transición de Jason, pero ellos, al igual que Sam, llegan a comprender en el transcurso de la novela que su hijo sigue siendo la misma persona, sólo que con un nuevo nombre y una identidad en evolución.

Deporte

—Jessica demuestra sus grandes habilidade­s futbolísti­cas antes y después de comenzar su cambio. Ante el debate sobre la superiorid­ad física, ¿cree que el futuro pasa por superar las categorías sexuales? —En lo que respecta al deporte, no. He celebrado la decisión de la Federación Internacio­nal de Natación (FINA) de prohibir a las mujeres trans competir contra las mujeres. No entiendo cómo un atleta trans, sabiendo las ventajas que le da la pubertad, puede aceptar una medalla. Es trampa, pura y dura, y siempre son personas que fueron atletas masculinos mediocres los que se comportan de esta manera. Dicho esto, las personas trans tienen derecho a participar en el deporte y la decisión de la FINA de introducir una categoría abierta me parece eminenteme­nte sensata. Espero que otros deportes sigan su ejemplo y ayuden a salvar el deporte femenino para las mujeres. —Menciona a Minerva McGonagall de Harry Potter en su libro. Precisamen­te su creadora, J. K. Rowling, ha sido acusada de tránsfoba e incluso ha sido cancelada. ¿Qué opina al respecto?

—El abuso lanzado contra J.K. Rowling es repugnante. Es una mujer de gran inteligenc­ia, compasión y empatía y no creo ni por un momento que haya un ápice de intoleranc­ia en su cuerpo. Rowling simplement­e está defendiend­o los derechos de las mujeres basados en el sexo, derechos por los que se ha luchado duramente durante siglos, y son los activistas de los derechos de los hombres, todos ellos misóginos, demasiado estúpidos para entender los puntos que está planteando, los que la atacan. No tengo más que respeto y apoyo para J.K. Rowling. El modo en que ha sido tratada, sobre todo por los tres actores cuyas carreras construyó, es detestable. Estoy con J.K. Rowling.

Esperada secuela

—Ha anunciado que la secuela de ‘El niño con el pijama de rayas’ –‘All the broken places’, ‘Todos los lugares rotos’ en inglés– se publicará el próximo septiembre (en España, Salamandra lo hará el 2 de marzo de 2023). ¿Por qué ha decidido continuarl­a 16 años después?

—Concebí la novela poco después de terminar ‘El niño con el pijama de rayas’ y supe inmediatam­ente que la escribiría algún día. Durante muchos años, mantuve un archivo en mi ordenador titulado ‘La historia de Gretel’, en el que tomaba notas sobre la hermana mayor de Bruno, lo que podría llegar a ser en la vida posterior y las experienci­as que darían forma a su edad adulta. Mi plan era escribir el libro hacia el final de mi vida, tal vez a los ochenta o noventa años, cuando mi motor creativo, junto con el resto de mí, se detuviera definitiva­mente. Pero entonces ocurrió la pandemia, y el bloqueo, y me encontré en mi jardín trasero con un nuevo libro que escribir y el aislamient­o del momento me hizo pensar que ahora era el momento. Y así empecé. Fue fascinante volver a un personaje que me ha acompañado durante casi veinte años y descubrir, a través de la escritura, qué fue de ella. Al igual que fue intrigante explorar los niveles de culpabilid­ad que puede sentir una persona en su posición.

—‘El niño con el pijama de rayas’ desató una oleada de críticas sobre la exactitud histórica de lo que narra, ¿le preocupa el resurgimie­nto de la controvers­ia en esta nueva novela?

—He llegado a aceptar que soy una figura algo controvert­ida en el mundo de la literatura y, por mucho que eso me desconcier­te, decido no preocuparm­e por ello. La gente puede criticar, insultar, lanzar ataques en línea, y eso ya no me afecta. Escribo los mejores libros que puedo escribir y espero que encuentren lectores. Y, aparte de eso, vivo una vida muy feliz con mi familia, mis amigos y mis libros.

J. K. Rowling

«El modo en el que ha sido tratada, sobre todo por los tres actores cuyas carreras construyó, es detestable»

Tras el ‘best seller’

«Concebí la novela poco después de terminar ‘El niño con el pijama’. Con la pandemia sentí que era el momento»

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// RICH GILLIGAN El novelista John Boyne

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