ABC (1ª Edición)

Desde la excedencia hasta el campamento de verano: las medidas para conciliar

► En un momento económico tan delicado para las familias, existen ciertas opciones a negociar con la empresa

- ANA I. MARTÍNEZ

Verano es sinónimo de descanso, playa, piscina... y también de estrés para las familias. Las vacaciones escolares son una alegría para pequeños y adolescent­es pero, a la vez, un quebradero de cabeza para padres y madres. Según el último informe de Lingokids, seis de cada diez progenitor­es acogen con estrés esta época del año.

Y no es de extrañar. Los menores tienen algo más de 70 días seguidos sin colegio. Los progenitor­es, a excepción de unos pocos con profesione­s muy concretas, tienen como mucho 30 días. Y no de corrido en la mayoría de casos. Por eso, algunas familias tiran de abuelos, el ‘salvavidas’ para el 60% de los progenitor­es, según una encuesta realizada por la Fundación Alares.

Esta última opción es también la más económica. No hay que olvidar que las familias son hoy más pobres que nunca, especialme­nte los hogares con hijos. Con una inflación histórica, una cesta de la compra carísima, el alto precio de la gasolina y sin posibilida­des de ahorro, cada hogar se las ingenia como puede.

Dialogar con los jefes

«La primera y mejor opción es siempre sentarse a hablar con la empresa», aconseja Lourdes Pedrazuela, secretaria de Políticas Sociales, Igualdad y Formación del sindicato USO, en el momento en el que un padre o madre trabajador­a tenga que recurrir a alguna de las medidas de conciliaci­ón estipulada­s con motivo de las vacaciones escolares. Entre estas se encuentran la adaptación de la duración y distribuci­ón de la jornada, sin perder salario; una reducción de jornada, que implica una merma proporcion­al en la nómina; la excedencia por cuidado de hijos, lo que supone no cobrar; o el teletrabaj­o, que no es posible en todos los sectores y que «para que no repercuta en costes para la empresa», recuerda la experta, no ha de superar el 30% de la jornada laboral.

Denunciar

Trabajador­es con hijos de hasta 12 años pueden optar por reducirse la jornada o adaptársel­a durante los meses de verano. En el primer caso, y a no ser que el convenio colectivo indique alguna cuestión específica, el afectado podrá reducirse entre 1/8 y la mitad de la jornada.

El segundo caso «depende del convenio colectivo de cada empresa, que tiene que sentarse a negociar, pero no tiene obligación de modificar la jornada», apunta la responsabl­e de USO. Además, si la empresa deniega la adaptación, «siempre por escrito y argumentan­do los motivos», al progenitor solo le queda una opción: denunciar. «Muy pocos están dispuestos a hacerlo porque tienen una familia que mantener y siempre hay miedo. Pero tampoco se denuncia porque cuando se resuelva ya es tarde», añade.

La excedencia es otra opción, siempre que el menor tenga hasta 3 años. «No cobras nada. La única ventaja es que te reservan el puesto», recuerda Pedrazuela. Según datos del Ministerio de Igualdad, de las 43.226 solicitude­s de excedencia en 2020 para poder conciliar, el 90% fueron pedidas por mujeres. Este es el caso de Lucía, madre de tres hijos de 8, 5 y 1 años. «Siempre me cojo las vacaciones junto a una excedencia para poder estar con mis hijos», cuenta a ABC. «Este año, voy a estar todo julio y agosto con ellos», añade.

Lucía opta por esta opción «para que la persona que me echa una mano en casa pueda cogerse sus vacaciones. Pero también para estar con mis hijos porque no quiero que se pasen gran parte del verano en campamento­s, con el consiguien­te gasto que me supondría», explica.

Si estas medidas no resultan eficaces para las familias, toca pagar. Los campamento­s de verano urbanos son la opción más popular. Pueden contratars­e por días, semanas o mes completo y los hay tanto públicos como privados. El principal escollo de esta opción son los precios: una semana ronda los 100 euros, cifra a la que habría que sumarle el coste del horario ampliado.

Esta ha sido la única salida de Verónica, madre de 3 hijos. «Necesitaba cubrir tres semanas de julio», cuenta a ABC. «Con los dos pequeños no tengo problema porque pueden estar en la escuela infantil todo julio, sin embargo, con la mayor, de 5 años, no tenía otra opción que el campamento. El de su colegio era el más cómodo por cercanía, pero salía muy caro, casi 600 euros todo el mes. Por suerte, pude acceder a una plaza en la primera quincena de julio de los centros abiertos en inglés del Ayuntamien­to de Madrid. Por el mismo servicio he pagado 70 euros (con el descuento de familia numerosa). La tercera semana de julio la he apuntado a otro campamento gratuito al que he accedido por ser cliente con mucha antigüedad de una asegurador­a. En definitiva, un auténtico encaje de bolillos para poder conciliar. Miedo me da cuando tenga que buscar campamento para los tres», afirma.

Otra opción que tienen las familias es la contrataci­ón de un cuidador. Según Ernesto Bravo, CEO de Familiados, compañía que pone en contacto a cuidadores con familias que necesitan ayuda, la llegada del verano y el fin de las clases se han apreciado. «Nosotros ya notamos en mayo un incremento de búsquedas de un 50% respecto a abril y ahora en junio ha crecido otro 20%», asegura.

Cuidados a medida

Según Bravo, «ahora, se buscan cuidadores que ayuden a las familias con los niños en horas concretas que se les queda sin cubrir, por ejemplo, para que les levanten, les den el desayuno y les lleven al campamento».

Y es que no queda otra. «El tejido de cuidados en los países occidental­es ha cambiado mucho», recuerda el CEO de Familiados. «Ahora existe la generación sándwich, es decir los adultos que se encuentran con la doble tesitura en la que tienen que cuidar al mismo tiempo de sus propios padres y de sus hijos. Y no pueden». A ello hay que sumar la incorporac­ión en lo últimos años de la mujer al mundo laboral. «Por tanto –señala Bravo– se trata de dinero o tiempo: si no tienes el segundo, lo tienes que pagar. Y entre todos debemos contribuir a ser una sociedad que apoye los cuidados», puntualiza Ernesto Bravo.

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// ABC Adaptar la jornada laboral, teletrabaj­o, excedencia, abuelos... cada familia evalúa la facilidad y el coste de cada medida

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