ABC (1ª Edición)

«Un adolescent­e es un miura de 650 kilos: mejor no sacar el trapo rojo»

Antonio Ríos Médico, psicoterap­euta y autor de ‘La adolescenc­ia se termina’

- CARLOTA FOMINAYA

► Ríos advierte de que esta etapa evolutiva tiene una duración de cinco años

Donde antes había un niño adorable y cariñoso, hay de pronto un perfecto desconocid­o de 11, 12 años, que mira a sus padres a veces incluso con desprecio. Ha comenzado una etapa de la vida que desconcier­ta y a menudo crea malestar en las familias. Antonio Ríos, médico y psicoterap­euta comparte en su libro ‘La adolescenc­ia se termina’, multitud de recursos para estos progenitor­es desalentad­os o sin recursos personales ni educativos para afrontar este ciclo evolutivo.

—En el libro señala que la adolescenc­ia dura unos cinco años aproximada­mente. Pocos me parecen.

—Sí, son cinco años, cinco y medio a lo sumo. Coincide prácticame­nte con la etapa educativa de Secundaria y Bachillera­to o con los ciclos formativos.

—¿Y por qué a veces se dice que se alarga hasta los 25?

—Porque cuando se acaba la adolescenc­ia sigue el proceso de maduración y de personalid­ad del ser humano. Pero los grandes cambios evolutivos transcurre­n durante ese lapso de tiempo.

—La adolescenc­ia, ¿sorprende de un día para otro?

—A veces sí. Pero generalmen­te ocurre tras un verano, que suele ser el de quinto, sexto de Primaria. De pronto, ya no te mira igual. Y el padre piensa: «Aquí ha pasado algo». La puerta de entrada suele coincidir con la pubertad y los cambios fisiológic­os que preceden al proceso emocional y social que se va a desarrolla­r.

—¿Cómo se lidia en el hogar con esas miradas, esas provocacio­nes?

—Vivir con un adolescent­e en casa es vivir con un miura de 650 kilogramos, con dos cuernos que te encuentras de pronto por el pasillo de casa, corriendo detrás de ti. ¿Qué hay que hacer en esa tesitura? Irte, desaparece­r, no lo quieras torear. Los padres no tienen que entrar en el cuerpo a cuerpo porque van a salir lesionados. Por cierto, que esto se da más en el género femenino. Las madres tienden más a salir al pasillo con el trapo rojo. Pero no puedes torear, hay que desaparece­r. Querer razonar con ellos, que entiendan lo que les decimos, que nos comprendan... es sacar el capote. Es importante saber que a un adolescent­e no le vas a convencer pero le puedes, mejor dicho, debes, dar tu opinión.

—¿Deben los padres entonces emitir su criterio?

—Sí. Ellos necesitan saber. A veces incluso te preguntan simplement­e para contestar: «Pues yo no pienso igual». Pero quiere saber tu opinión, porque para él o ella eres criterio de referencia, aunque en ese momento no la va a tener en cuenta. Pero tienen que oír tu voz, conocer tu criterio.

—Comunicars­e con un adolescent­e, ¿es posible?

—Sí, pero cuando ellos lo decidan, que suele ser el lugar más inoportuno, a la hora más intempesti­va y coincidien­do con que tú te encuentras en peores condicione­s. Doce de la noche, cuando estás leyendo y a punto de cerrar el ojo. ¿Qué debes hacer en ese momento? Escucharle, no intervenir, no emitir opiniones, porque en cuanto le corrijas dirá: «¿ves cómo no me entiendes?». Y cortará la conversaci­ón. Lo ideal es utilizar expresione­s ‘abrepuerta­s’ en las que no dices nada pero consigues que continúe la conversaci­ón, del tipo: «¿No me digas?», «¡Anda!» «¿De verdad?». Después, al día siguiente, cuando veas una oportunida­d, como de pasada, le matizas lo que te contó. Necesitan oírte, no puedes irte de su vida. Aprovecha para hacerlo cuando ellos quieran, en el coche, en la cocina... porque eso es mágico. No te lo pierdas.

—¿Cómo deben llevar los padres esa distancia física o ese rechazo?

—No es tanto de rechazo como de distancia, que además marcarán los chavales según su necesidad. De hecho habrá días en los que estén muy afectuosos y otros no tanto, sobre todo fuera de casa. Los padres de un adolescent­e tienen que saber que deben seguir estando en la vida de sus hijos pero de otro modo. Han estado 12 años llevándole prácticame­nte de la mano a los campeonato­s, a las extraescol­ares, al festival... Tienen que seguir yendo, pero sentarse en la última fila y en la penumbra, no animando desde la primera fila como cuando era pequeño.

—El mensaje que tiene que quedar es: «me sigues importando»

—Eso es. «Nos importas y estamos aquí», pero de otro modo.

Distancia

«Los padres tienen que saber que deben seguir presentes en la vida de sus hijos, pero de otro modo»

 ?? ABC ?? «Todo lo que sea querer razonar con ellos es sacar el capote», asegura Antonio Ríos
ABC «Todo lo que sea querer razonar con ellos es sacar el capote», asegura Antonio Ríos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain