LA ‘CLOACA’ DE PALMA SIENTA EN EL BANQUILLO A LA CONCEJAL ECOLOGISTA
La bahía ha perdido un 37 por ciento de sus
praderas de posidonia. Durante tres décadas todos los gobiernos tiraron aguas residuales al mar. La denuncia de un particular sentará en el banquillo a la ecologista ultraizquierdista Neus Truyol por presunto delito medioambiental
La bahía de la capital balear ha perdido un 37 por ciento de sus praderas de posidonia porque durante tres décadas todos los gobiernos tiraron aguas residuales al mar y apenas invirtieron en depuradoras. Varios informes alertaron del desastre, la Fiscalía de Medio Ambiente abrió diligencias informativas y la Empresa Municipal de Aguas y Alcantarillado (Emaya) se comprometió a resolverlo. Dos años después, todo seguía igual. La denuncia de un particular en 2018 reabrió este caso y sentará en el banquillo a la máxima responsable de los vertidos en la anterior legislatura, la ecologista ultraizquierdista Neus Truyol. Sobre ella pesa una acusación por presunto delito medioambiental que puede conllevar cuatro años de cárcel . La edil mantiene su candidatura a la Alcaldía de Palma para 2023 con el partido econacionalista Més per Mallorca y se resiste a dimitir. El Ayuntamiento, donde gobiernan con PSOE y Podemos, la arropa
Los mallorquines llaman a la bahía de Palma ‘sa merdera’. La mierdera. El sobrenombre popular no engaña. Cada vez que hay tormenta en la ciudad, el mar se llena de mierda. Literalmente. Todo el mundo lo tiene más o menos asumido. Si llueve, mejor no ir a la playa de Can Pere Antoni, a escasos metros de la catedral, ni meter el pie en el agua de la playa de Ciudad Jardín, donde en verano los niños juegan a hacer castillos de arena y los restaurantes preparan paellas en primera línea. «El
olor es nauseabundo; a veces nos encontramos ratas muertas flotando, plásticos, toallitas y demás residuos», cuentan navegantes que denunciaron sin éxito a la Consejería de Medio Ambiente por prevaricación y omisión al ver que no sancionaba los vertidos incontrolados a la mar por parte de la Empresa Municipal de Aguas y Alcantarillado.
Ningún gobierno ni institución se ha tomado demasiado en serio este problema medioambiental. Y este ha ido creciendo como una bola de nieve cada vez más difícil de manejar porque, además, la ciudad no para de crecer. La población de Palma ha aumentado en torno a un 40 por ciento en menos de 30 años y el alcantarillado no da para más. Así, la bahía se ha convertido en una cloaca que contamina las aguas, los recursos naturales, la fauna y la flora. Para hacerse una idea de la magnitud del problema, se calcula que ha arrasado con el 37,8 por ciento de las praderas de posidonia, una planta marina de notable importancia ecológica.
«Aguas marrones» virales
‘Gaceta Náutica’, una modesta publicación mallorquina sobre náutica y la mar, dio la voz de alarma en 2016. El periodista Juan Poyatos hizo una inmersión en la playa Ciudad Jardín, en pleno centro de la bahía de Palma, justo donde se encuentra uno de los emisores submarinos que desvían las aguas hasta el mar. Su vídeo en GN mostrando las «aguas marrones» de la bahía palmesana despertó las conciencias y se viralizó. «Lo que encontré en el agua fue peor de lo que había imaginado. Agua marrón clarito, llena de restos pequeños –de heces– que flotaban y se dispersaban en todas direcciones, lentamente», relató recordando con asco el sabor que le quedó en los labios al salir del agua. La denuncia le costó las iras del consejero de Medio Ambiente, Miquel Mir, que calificó de «protomedio» a ‘Gaceta Náutica’.
«Nos metimos en este tema porque escuchamos al colectivo de navegantes, que se sentían agraviados porque no se multaban los vertidos. A raíz de esto, empezamos a mirar datos y eran muy difíciles de encontrar, por ejemplo, no se sabía cuántos emisarios había en Baleares. En 2016 hicimos la inmersión y esto lo cambió todo. Vimos que no se cumplen muchas normativas ni el nivel de depuración, y que los emisarios no tenían la distancia ni la profundidad que se requería. Estaba dejado de la mano de Dios», sostiene José Luis Miró, subdirector de ‘Gaceta Náutica’, que analizó las aguas y desveló que tenían cianobacterias.
El problema de los vertidos se remonta a tres décadas. La crónica falta de inversión en el saneamiento de las aguas que se vierten al mar ha dejado obsoleta una red de pluviales y de residuos fecales que se desbordan cada dos por tres y se juntan en algún punto del mar. Aunque existían informes de la Emaya alertado de los «efectos perniciosos» de los vertidos, nadie hizo nada.
La Fiscalía de Medio Ambiente abrió unas primeras diligencias informativas que alertaban de los vertidos en 2016. Los responsables de Emaya, con la ecologista ultraizquierdista Neus Truyol al frente, se comprometieron a resolver el problema, y la fiscal archivó esa primera investigación penal en noviembre de 2016 con la promesa de que el emisario en Ciudad Jardín, que era ilegal, se adaptara a la normativa. Pero no se hizo.
De hecho, ese año hubo un récord de vertidos en la bahía de Palma con 1,5 millones de metros cúbicos, según los datos de Emaya. Es más, la propia Truyol, como presidenta de la empresa municipal, avaló con su firma un documento según el cual no existían en aquel momento –2016– «contingencias significativas en relación a la protección o mejora del medio ambiente (sic)», motivo por el cual se consideraba innecesario hacer una provisión de fondos «en tal sentido».
Ese año Truyol renovó los contenedores de basura y camiones de recogida. En su cuenta de Twitter escribió: «Sí, tenemos la gran parte de los contenedores hechos una mierda. 8.000 contenedores nuevos para 2017. Mucho que hacer». Se gastaron más de 12,5 millones. Preguntada por ello, la líder palmesana de los econacionalistas de Més per Mallorca asegura que no gastó el dinero de las depuradoras en contenedores. Pasaron dos años más de legislatura desde la advertencia del Ministerio Fiscal y los vertidos no cesaron, mientras el consistorio cerraba las playas por la contaminación ante el peligro que suponía para la salud pública.
En 2018, un particular llevó el caso a los tribunales. Santiago Fiol, abogado, navegante y expresidente de la Federación Balear de Vela, llevaba tiempo alertando en sus redes sociales de que la contaminación de las aguas podría ser constitutiva de delitos contra el medio ambiente y la salud pública. Fiol interpuso una denuncia ante la Fiscalía de Medio Ambiente por los continuos vertidos de aguas residuales en la bahía.
Imputaciones
En 2019 se registró la sede de la empresa municipal de agua y la depuradora, donde se tomaron muestras y se requisó material informático. El juez instructor del caso Emaya, a petición de la Fiscalía de Medio Ambiente de Baleares, imputó a la ecosoberanista Truyol, actual concejal de Modelo Económico, Vivienda y Sostenibilidad en el Ayuntamiento de Palma, y otros tres altos cargos de la empresa municipal por un delito medioambiental y malversación de fondos por no tomar medidas para evitar que los vertidos de la depuradora acabaran en el mar.
Finalmente, esta causa sentará en el banquillo a Truyol, a la gerente, Inma Mayol, y a tres técnicos del ciclo del agua. La Fiscalía pide para la edil econacionalista cuatro años de cárcel por un presunto delito medioambiental. El magistrado del Juzgado número 12 de Palma aprecia indicios de delito contra el medio ambiente por parte de la antigua cúpula de Emaya y desestimó las peticiones de archivo, presentadas por los imputados.
La reacción del Ayuntamiento de Palma, gobernado por PSOE, Podemos y Més per Mallorca, fue publicar un inédito comunicado de prensa apoyando a la concejal, quien mantiene su candidatura a la Alcaldía de Palma para las elecciones de 2023. Tres días después, Més per Mallorca convocó una concentración a las puertas del Ayuntamiento para apoyar a su imputada con carteles que rezaban ‘Por delante la valentía’, mientras las asociaciones ecologistas afines como Terraferida la respaldan con mensajes de apoyo en redes. El consistorio recuerda que ha invertido decenas de millones de euros para solucionar este problema con, por ejemplo, un nuevo colector interceptor de aguas residuales que, cuando esté en marcha, evitará el 90 por ciento de los vertidos en días de lluvia.
Balones fuera
Mientras tanto, Truyol acusa a la justicia de estar politizada «no sólo en Mallorca sino en todo el país» y dice que la denuncia contra los vertidos de aguas fecales en la bahía «tiene fundamentos muy alejados de la protección del medio ambiente» y busca «el desprestigio de la izquierda». La econacionalista rebaja el código ético de su partido para no dimitir alegando que sólo debería dejar el cargo ante una investigación por corrupción o en contra de los ideales políticos de su partido ‘ecologista’. «Mi gestión de Emaya no me perjudica sino que me avala», respondió Truyol.
También se queja de que los responsables políticos de otros gobiernos no hayan sido imputados. ¿Por qué sólo imputa a Truyol? Fuentes conocedoras de la investigación explican que el magistrado acota los hechos que llegarán a juicio al periodo comprendido entre noviembre de 2016 y la interposición de la denuncia en septiembre de 2018. Afirma que los investigados «no actuaron eficazmente» para hacer frente a los vertidos pese a que hubo una primera advertencia. Los informes del Seprona de la Guardia Civil y la unidad técnica de la Fiscalía constataron que existían las mismas deficiencias. El Instituto Minero detectó incluso metales pesados mientras que el Instituto Oceanográfico confirmó que los vertidos impedían la fotosíntesis de la preciada posidonia. La sabiduría popular rubricada por la ciencia. ‘Sa merdera’ se mantiene a la espera de las tormentas de verano aunque, quizá, con los días contados.
Los mallorquines llaman a su bahía ‘sa merdera’
LA EMPRESA MUNICIPAL DE AGUAS ALERTÓ DURANTE 30 AÑOS DE LOS «EFECTOS PERNICIOSOS» DE LOS VERTIDOS, PERO NADIE HIZO NADA