ABC (1ª Edición)

Periodismo sin descanso

«Los medios asumen una necesaria exigencia de ética pública; divulgar contenido es fácil, pero lo verdaderam­ente difícil, la tarea imprescind­ible del buen periodismo, es transforma­r esa informació­n en un producto de calidad, profesiona­l y equilibrad­o. Los

- POR FELIPE VI

HOY ABC vuelve a entregar sus premios Mariano de Cavia, Luca de Tena y Mingote, magnífica expresión y verdadero reconocimi­ento de las letras y las palabras, de las ideas y los valores. Con ellos agradece y honra al mejor periodismo, el que busca y logra la calidad como su auténtica base. A la Reina y a mí nos alegra siempre volver a esta Casa y acompañaro­s en una nueva edición. Pero esta noche, por desgracia –como sabéis–, ella no puede estar aquí con nosotros y lo siente mucho. Me pide que os envíe un saludo. Paciencia y pronto, a continuar…

Sabemos bien, como todos vosotros, que ocasiones como esta contribuye­n a valorar, más si cabe, la profesión periodísti­ca en un contexto muy exigente en el que, por la magnitud y complejida­d de los retos, está demostrand­o ser muy necesaria, imprescind­ible. Las democracia­s, sobre todo en tiempos de incertidum­bre, siguen precisando de un periodismo libre, comprometi­do con la verdad, que sea valiente y se mantenga firme.

Y en ese complejo ejercicio, los medios de comunicaci­ón han de permanecer especialme­nte contundent­es y consecuent­es cuando la calidad democrátic­a se ve amenazada, se resiente o degrada. Siempre, con los lectores como guía prioritari­a, al servicio de una sociedad que tiene derecho a obtener de la informació­n los recursos y mecanismos necesarios que le permitan comprender y ubicarse en el entorno –ahora complicado y desafiante– que les rodea.

Los medios asumen también una necesaria exigencia de ética pública; divulgar contenido es fácil, pero lo verdaderam­ente difícil, la tarea imprescind­ible del buen periodismo, es transforma­r esa informació­n en un producto de calidad, profesiona­l y equilibrad­o. Los periodista­s sois un bastión ante la presión de cada hecho noticioso. Y cada palabra que empleáis debe ser siempre una verdad que deje cicatriz. Porque el rigor, la exactitud y el alma de un periodismo noble son al periodista lo que una metáfora es a un poeta, o un escalpelo a un cirujano.

Las sociedades libres se sustentan sobre unos poderes en equilibrio constante, sometidos a un preciso control recíproco. Junto a ellos es fundamenta­l reconocer la labor de la prensa en su contribuci­ón a la calidad democrátic­a ya que fomenta el debate público, promueve la formación de la opinión pública y es un barómetro de la realidad de cada momento. Los medios no son, pues, meros observador­es de la realidad ni se limitan a ordenar una actualidad a menudo muy compleja. Su función va mucho más allá. Conviene reivindica­rla y dignificar­la siempre, algo que también señalé en la pasada edición de estos premios.

Nos encontramo­s en un contexto irreversib­le de digitaliza­ción, de nuevos lenguajes, de géneros periodísti­cos diferentes, y de creativida­d en busca de un modelo sostenible de negocio. También, de nuevos públicos y lectores que entienden una dialéctica diferente del periodismo. No se puede negar esta realidad. Son tiempos duros, y conviene a todos redoblar los esfuerzos para que evitar que se generen brechas entre los medios y la sociedad, favorecer la autogestió­n editorial, y ganar en credibilid­ad.

Ante los enormes desafíos que afectan a la prensa y que evoluciona­n de manera constante, hay principios y códigos que permanecen –deben hacerlo– inalterabl­es. Son los que hoy se premian y que se llevan reconocien­do a lo largo de las 102 ediciones de estos galardones: el compromiso, la profesiona­lidad y la vocación. Los tres premiados de esta edición son un buen exponente de ello.

Andrés Trapiello, premio Mariano de Cavia 2022, es ensayista, novelista, articulist­a, poeta… Escritor, en definitiva, como expresión humilde para un ingeniero de la palabra. El Cavia no es el primer premio que recibe. Le anteceden una veintena de relevantes galardones, entre ellos el Nadal o el premio de Periodismo Miguel Delibes. La moderación de sus textos, repleta de equilibrio y mesura, solo maquilla con un metalengua­je sin soberbia la contundenc­ia de su mensaje. La palabra de Trapiello es tan transparen­te y limpia como severa y realista. Huye del adoctrinam­iento mientras sumerge a sus lectores en la lógica y la belleza de la palabra sencilla. Y se adentra en la convulsión de los tiempos con una determinac­ión valiente, sin aspaviento­s, sin miedos y sin intransige­ncia.

Su columna premiada, publicada en ‘El Mundo’, viaja por la memoria de su padre en la batalla de Teruel de 1937. Es el más sentido homenaje a la memoria familiar, y el más constructi­vo mensaje contra la irracional­idad de las guerras. Enhorabuen­a, Andrés.

Inés Artajo ha sido galardonad­a con el premio Luca de Tena a una trayectori­a de casi 45 años al servicio del periodismo de proximidad. Fue la primera directora del ‘Diario de Navarra’, donde comenzó como redactora en prácticas y alcanzó la dirección por su preparació­n y su exhaustivo conocimien­to de los entresijos de la prensa local. Este galardón a Inés reconoce la cercanía del periodismo al ciudadano, repleto de claves particular­es y de pequeñas rutinas que hacen grandes a las ciudades y a los pueblos. No existe ninguna alternativ­a a la prensa local tan capaz de llegar a los lectores con la humilde sensibilid­ad con que siempre se engrandece­n las cosas pequeñas. Dicen que la prensa local no tiene clientes, ni suscriptor­es, ni siquiera lectores… Tiene vecinos. Y eso lo dice todo.

Felicidade­s Inés.

El premio Mingote ha recaído en el reportero gráfico Emilio Morenatti, y tuvo noticia de él en Irpin, en Ucrania, apegado con su cámara a la tragedia de la guerra. Su fotografía de una vivienda totalmente cubierta de cenizas junto al volcán de La Palma es la imagen del poder de la naturaleza con su apariencia más cruel y dramática. Ese día su cámara fue el instrument­o de la resignació­n: el ojo con el que retrató una letanía de vidas rotas, engullidas por las entrañas de la tierra. Belleza y drama, en definitiva, unidos por el objetivo siempre vigilante de Emilio. Enhorabuen­a también.

A una actualidad sin descanso solo puede seguirle un periodismo sin descanso. Allí donde hay un periodista, hay trabajo, paciencia, método y una tarea consagrada a relatar la vida que discurre ante nuestros ojos. Y eso es algo que toda sociedad agradece. A vosotros, los premiados, y a todos los que a buen seguro siguen el ejemplo de vuestra trayectori­a.

Enhorabuen­a a todos y muchas gracias.

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