ABC (1ª Edición)

«Doy gracias a Dios por ser gay y cristiano»

Crismhom es la comunidad creyente LGTBI instalada en el barrio de Chueca y que desde 2006 lucha por la normalizac­ión de una realidad que dicen «ha sido invisible durante años»

- DANIEL VERDÚ LÓPEZ

Tan solo 160 metros separan a la conocida plaza de Chueca del número 18 de la calle Barbieri, en la capital. Ese es el lugar de la sede de Crismhom, la comunidad cristiana LGTBI de Madrid. ‘Bienvenido, estás en tu casa’, reciben a ABC en su interior. Antes de entrar, se observa un letrero identifica­tivo en su fachada que hace girar el cuello a más de un vecino del barrio o a cualquier curioso que pasee por la zona: «Nos miran incrédulos».

Un pequeño local con una sala de reuniones y una acogedora capilla en el sótano forman parte de una historia de 16 años de reivindica­ción de este colectivo. Durante esta semana del Orgullo, realizan jornadas de puertas abiertas para dar a conocer su labor de inclusión en pleno corazón del barrio de Chueca.

El lugar de oración está presidido por un llamativo altar decorado con la bandera arcoíris junto al Cristo de San Damián y María de la Nueva Esperanza. No falta detalle, también hay cirios, cada uno de ellos con los colores caracterís­ticos del colectivo. Aun así, el respeto por la fe queda patente en cada uno de sus rincones de la capilla que quiere emula a los primeros lugares de reunión de los primitivos cristianos de Roma.

Celebrar la fe

Juani, una mujer lesbiana de 62 años, es una de las primeras fundadoras. «Crismhom nace porque el Colectivo de Lesbianas, Gais, Transexual­es y Bisexuales de Madrid (Cogam) no nos permitía celebrar nuestra fe». Ahora, explica emocionada, estas comunidade­s se muestran más abiertas. Así, por el propio rechazo interno en el colectivo surge Crismhom, gracias a la labor de tan solo ocho personas, un 3 de junio de 2006.

Juani siempre supo que era homosexual y que Dios la quería tal y como la había creado, pero cuando comenzó a colaborar en su parroquia «tenía» que hablar en tercera persona sobre su pareja. «Con 30 años puse fin a esa situación y estuve diez años sin estar en ningún ambiente creyente ni LGTB». También habla de cierta ‘cristianof­obia’ dentro del colectivo: «He sentido desprecio cuando iba a opinar de varios temas en ambientes LGTB. Sí, lo he sentido». Juancho es otro de los fieles de Crismhom. Es un joven de 21 años, y se define como cristiano, «seguidor de Jesús». «Estoy en otra comunidad y no había problema en ser gay, pero el conflicto nace cuando empezaba a hablarlo con otros miembros. El problema no es serlo, sino expresarlo». En su entorno religioso siempre se ha encontrado mensajes de sorpresa y recelos acerca de su homosexual­idad. ‘¿Qué opinas de guardar la castidad?’, era una de las preguntas que le realizaban frecuentem­ente. Y él responde: «Me siento amado por Dios y puedo creer en Él, además de poder vivir mi sexualidad. Si amo a un chico, puedo tener sexo con él». También comenta que después de las oraciones suelen salir (algunos) a pubs de Chueca: «Nos gusta bailar pop y disfrutar juntos en ambientes LGTB».

Jonás es el presidente de Crismhom. Argentino, de 35 años, y anglicano. «Llegué muy joven a España –cuenta a este diario–, pasé por Chueca y me pareció muy curiosa la zona. Vi la sede varias veces y un día me animé a entrar». «En mi niñez me culpaba por ser gay. Pero ahora doy gracias a Dios por ser gay y ser cristiano», afirma tajante.

Uno de los aspectos más importante­s que tiene Crismhom para él es la opción por el ecumenismo, la tolerancia y unidad entre los fieles que practican: «Es enriqueced­or y conciliant­e entre todos los cristianos». Jonás cree que uno de los problemas que más afectan a la Iglesia actualment­e es la desinforma­ción. «¿Saben que la homosexual­idad dejó de ser una enfermedad por la OMS, verdad?», se pregunta abiertamen­te.

Sí celebra la gran aceptación que tiene Crismhom entre varios sacerdotes madrileños. Además, habla de la participac­ión de unos cinco curas de modo vívido en todas las actividade­s de Crismhom. «Tres de los sacerdotes han comunicado a sus respectivo­s obispos que celebran junto a nosotros la eucaristía y no ha habido ningún problema». Asimismo, explica que las misas suelen tener algún tipo de referencia sobre el colectivo, o que la homilía versa sobre las personas LGTB: aunque, «si una persona asistiera sin saber de nosotros, no encontrarí­a diferencia­s con cualquier otra misa».

Respecto a las interpreta­ciones de los pasajes bíblicos que hablan de homosexual­idad, el presidente de Crismhom considera que son «interpreta­ciones entendidas de distinta manera a la visión moderna de la sexualidad».

La transexual­idad también tiene representa­ción en Crismhom. Dylan, un joven trans de 35 años, relata por su parte que en una misa escuchó que «uno de los males que acechan a la sociedad es la homosexual­idad». Se levantó y se fue. Abandonó la fe por un tiempo: «Te pueden dar el mensaje de que Dios no te ama y que no eres digno de su amor. No es así». Uno de sus peores momentos dentro de una parroquia fue en el funeral de su abuela: «Me sentí muy incómodo, me miraba mucha gente con cara de ‘¡qué pintas!’». Dylan se encontraba en medio del proceso de transición: «Fue desagradab­le, estaba triste por la muerte de mi familiar y solo me faltaba esa cara de desprecio de la gente», se lamenta al recordarlo.

Reivindica­ción en el Orgullo

Él, como el resto de integrante­s de Crismhom no faltan a ninguna cita de la manifestac­ión estatal del Orgullo. Una pancarta con un lema activista cada año acompaña a los más de 200 simpatizan­tes que apoyan a esta comunidad de cristianos. Este año su mensaje es ‘Visibles en la fe y con orgullo de ser LGTBI’. «Mucha gente nos para y agradece la labor que hacemos. Las personas se acercan durante el recorrido y se hacen fotografía­s con nuestra pancarta», explican satisfecho­s.

Juancho admite que se animan cuando en las marchas irrumpen cánticos como ‘menos armarios en la iglesia’, ‘ames a quien ames, Dios te ama’ o ‘soy lesbiana y cristiana’, que también se escuchan estos días en Madrid. «La gente nos sigue y los corea, yo siempre acabo afónico», admite el joven. Dylan los conoció en el último Orgullo: «Fue un regalo del cielo, estaba de público y los vi; ahora llevo siete meses y estoy muy ilusionado con este proyecto».

El portavoz de Crismhom, Raúl, considera que aún «tienen que cambiar muchas cosas, pero que algo ha empezado con mucha fuerza». «Las parroquias de base están normalizan­do nuestra situación y eso ayuda mucho a llevar este mensaje al Vaticano, además de con el Sínodo y los cambios que se promueven desde Roma».

«Me siento amado por Dios y puedo vivir mi sexualidad. Si amo a un chico puedo tener sexo con él», dice Juancho, un joven de 21 años

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// TANIA SIEIRA Juancho y Jonás posan ante el pequeño altar de la capilla de Crismhom

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