Concepción Company, premio internacional Méndez Pelayo
► La filóloga fue también merecedora de la medalla de honor de la UIMP
La lingüista y filóloga Concepción Company Company recibió ayer el XXXIV premio internacional Menéndez Pelayo y la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) definiéndose como una «obrera de la lengua».
Company es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y ha destacado que «lo único que nos define como seres humanos es que somos seres de sintaxis libre» y que la capacidad de hablar una lengua es «lo que nos hace seres históricos», añadiendo a su vez que la lengua está en una «constante transformación imperceptible, sin inicio ni fin». «Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, e incluso cuando soñamos, funcionamos con una lengua», ha destacado la investigadora en su intervención tras recoger el premio, precedida por el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado. En su discurso, Company ha reivindicado la importancia de las humanidades, «esenciales para generar sociedades más democráticas».
La hispano-mexicana fue propuesta por la Academia Mexicana de la Lengua para recibir este premio, que fue concebido para distinguir a personalidades destacadas en el ámbito de la creación literaria o científica cuya obra escrita presentase una dimensión humanística capaz de evocar en la actualidad la figura de Menéndez Pelayo.
El jurado seleccionó a esta lingüista de entre los candidatos por «su extraordinaria y dilatada trayectoria humanística y una labor constante en la difusión de las humanidades», reflejada en sus múltiples estudios sobre lingüística del español y sus aproximaciones a la evolución histórica de la lengua española en América.
En el acto de entrega han participado también el rector y el secretario general de la UIMP, Carlos Andradas y José Carlos García Cabrero, respectivamente, la vicerrectora Matilde Carlón y el consejero delegado de EDP, patrocinador del premio, Miguel Mateos, entre otros.
La galardonada incidió en la importancia del idioma, que «nos une, nos permite comunicarnos». Finalizó diciendo que «uno de los peores castigos que se le puede hacer a una persona es retirarle la palabra, algo intrínsicamente humano».