De Chiclana a la Gran Manzana
Verano 2014. La imágene es del vídeo que Sergio grabó en Queens bajo un sol de mil demonios. A Pepa le hacía ilusión participar en el reto viral que en ese momento arrasaba en las redes: «El calor era insoportable y de pronto me entraron ganas de hacer una locura». Pepa es pura espontaneidad. Tras superar una delicada operación y acabada la serie ‘Aída’, la actriz pensó que era buen momento para desconectar, recargar pilas, aprender y enfrentarse a nuevos retos. Pepa y Sergio eligieron Nueva York: «¡Qué fácil era viajar cuando todavía éramos una familia de dos, no como ahora, que con el perro somos cinco!». Nada más poner un pie en la ciudad, la de Chiclana tuvo una revelación: «Yo de golpe ya me sentía de allí, porque la ciudad te acoge con los brazos abiertos. Yo iba con mi zumo orgánico, paseando por las calles, rodeada de gente de todas partes, recorriendo las calles que tantas veces había visto en el cine y en las series… Es algo fascinante. Te sientas en un parque, te pones a mirar y a imaginar la vida de quienes pasan por delante, con sus gestos, su ropa, y ya con eso es como si hicieras un máster de interpretación». Alquiló un piso en la calle 14, en la zona de Chelsea, y aprovechó para darse un buen atracón de teatro y musicales. «También me apunté a clases de interpretación. Me encantaba mi profesor de comedia: ¡Me enseñó muchísimo!». Pepa tiene tantas anécdotas que no sabe por dónde empezar, aunque recuerda una que ilustra la multiculturalidad de Nueva York: «Fuimos a cenar a un restaurante japonés y estábamos congelados, porque parece que en Estados Unidos regalan el aire acondicionado. Entonces mi chico soltó ‘Aquí hace más frío que en el Himalaya’, y el camarero se giró para contestarle emocionado: ‘¡Yo soy del Himalaya!’. Estas cosas solo pasan en Nueva York». En ese viaje, fue la primera vez que Pepa vio cómo las mujeres caminaban con deportivas y al llegar a la entrada de las oficinas, se calzaban sus zapatos de impresionante tacón: «Yo también lo hice. Total para nada, pero lo hice. No iba a ser menos...». Durante ese verano, Pepa se sintió liberada, tanto física como emocionalmente: «Esa sensación de libertad la quiero para mis hijos. En cuanto pueda quiero volver con ellos, que aprendan que el mundo es diverso, que les despierte la curiosidad, porque la curiosidad es el motor de nuestras vidas, hace que estés vivo, que salgas de lo que ahora llaman ‘tu zona de confort’ y te comas la vida, no que la vida te coma a ti».