ABC (1ª Edición)

Daniel Luque, lidiador clásico en sazón

▶ En una incomprens­ible decisión, el presidente le niega un trofeo y la merecida salida en hombros

- ANDRÉS AMORÓS

El segundo encierro, con toros de Fuente Ymbro, ha sido más largo que el primero (ha superado los tres minutos) y más peligroso, por las caídas y por un toro suelto, al que han tenido que meter a punta de capote y ha vuelto a salir al ruedo. Ha habido varias contusione­s pero, felizmente, ninguna herida por asta de toro: ¡que siga la racha!

Después de la novillada, el festejo de rejones y la corrida extraordin­aria del centenario, enfilamos la serie de San Fermín: ya teníamos ganas. La escasa exigencia del público festivo y la falta de criterio de los presidente­s no van a cambiar, me temo: los rodillazos y las manoletina­s son más fáciles de aplaudir que las verónicas y los naturales; la seriedad de los toros, seguro que sí va a mejorar, a partir de ahora. (No es casualidad que la decepción ganadera, con los toros que ‘se dejan’, alabados por muchos, haya llegado con las primeras figuras).

Esta tarde, los toros de Fuente Ymbro, muy armados, dan buen juego. Estos tres diestros están intentando volver a coger el tren: no es tarea fácil. En los toros, no vale el título de una gran novela negra: el cartero no llama dos veces. Los tres cortan cada uno un trofeo; a Luque le niega el presidente otra oreja, que hubiera supuesto la puerta grande, en una decisión totalmente incomprens­ible.

En la Feria de Abril, Daniel Luque confirmó que se ha recuperado y que es, ahora mismo, uno de los lidiadores con más capacidad. No tuvo suerte con los toros en San Isidro, quedó fuera de los focos pero sigo creyendo en sus cualidades: lo he comprobado muchas tardes. Sin atender a los pitones espectacul­ares del primero, lo cuaja desde el comienzo hasta el final por los dos lados, con la seguridad y facilidad que da la madurez. Con un toro muy serio, una faena seria, rematada con una gran estocada: ¿por qué no concede el presidente la oreja? ¿Porque no ha recurrido a rodillazos ni espaldinas? No he entendido la baratura de algunas orejas anteriores ni esta racanería: la falta de criterio de los presidente­s de esta plaza resulta incomprens­ible.

También es descarado de pitones el cuarto (¿cómo se han hecho los lotes?), que no corrió el encierro, al que mide el castigo Juan de Dios Quinta pero flaquea y sale suelto. Brinda a Jesulín de Ubrique, que está en el callejón. Corre la mano con seguridad y maestría, sin dejar que el toro se vaya. Lo ha dominado por completo pero le ha faltado toro y agarra a la segunda la estocada. ¡Y esta vez sí le dan la oreja! Sin el absurdo anterior, saldría a hombros.

No ha logrado mantener el extremeño José Garrido la posición que tuvo como novillero y en sus comienzos de matador. ¿Por qué? Atribuyen a Isabel la Católica un dicho –que tomó como título Tirso de Molina– para algo que resulta difícil de conocer: «Averígüelo Vargas». No sé por qué Garrido no ha mantenido su nivel. Recibe sentado en el estribo al segundo, que tardea y embiste desigual. Sin dudarle, logra buenos naturales, imponiendo su mando, pero el toro no se entrega. Concluye con manoletina­s de rodillas, que despiertan a las peñas. Mata a la cuarta, entrando de lejos (un defecto que ahora es frecuente) y suena un aviso.

Al serio quinto, que embiste desigual, con decisión le saca buenos naturales y recurre al final a las bernadinas pero la estocada cae baja (en esos casos, el diestro no debe levantar triunfalme­nte la mano). Eso no impide que también le den la oreja.

Debut de Lorenzo

Todavía más difícil de entender me resulta el caso del toledano Álvaro Lorenzo: la eterna promesa, tantas veces con nota de notable; tan pocas, alcanzando el esperado sobresalie­nte. ¿Es cuestión de carácter? ¿Romperá alguna vez con un triunfo rotundo, definitivo, en una de las grandes Ferias? Debuta ahora en San Fermín. En el tercero, lidia bien Curro Javier y coloca un gran par Fernando Sánchez. Aprovecha Álvaro las bonancible­s embestidas con suaves muletazos en una faena pulcra, rematada con bernadinas,

que no acaba de cuajar, y la espada queda desprendid­a: aviso y sorprenden­te oreja. (¿Cómo se compagina esto con la negativa a dar a Luque la del primer toro? ¡Absurdo!).

El último cumple este mes de julio seis años, sale del engaño distraído, dice poco. El trasteo es correcto pero no cabe brillo y mata muy mal.

Defendía Baltasar Gracián al «hombre en su punto, en la sazón del gusto». Esta tarde, Daniel Luque ha confirmado que es un lidiador clásico maduro, en sazón (aunque un presidente miope no se entere).

Posdata. Hace exactament­e 200 años, el 8 de julio de 1822, murió ahogado en la costa italiana el poeta romántico inglés P.B.Shelley. En uno de sus poemas, suspira por ese «espíritu inmortal de la alegría», que él tan pocas veces conoció. Evidenteme­nte, nunca acudió a los sanfermine­s. Pero se consolaba con el recuerdo de la belleza: «Cuando las suaves voces mueren, / su música aún resuena en la memoria». Es lo mismo que hacemos los aficionado­s a los toros.

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// EFE José Garrido cierra faena de rodillas por manoletina­s
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// EFE Daniel Luque dibujó estupendos naturales en el primero

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