Zafarrancho
Las armas, para nuestra izquierda radical, sólo representan un lastre cuando vienen del lado capitalista
Sí, de verdad, a mí también me gustaría un mundo feliz de corro de la patata en derredor de una hermosa fogata nocturna. Danzaríamos arrítmicos bajo su sinuosa batuta para conectar con la pachamama canturreando melodías asilvestradas, también observaríamos el aterciopelado amanecer para que los primeros rayos de sol acaso depurasen el desparrame de la noche anterior al tonificarnos de bondadosa energía. Y, claro, para pasar el rato, que las jornadas de pura lasitud fatigan una barbaridad y conviene entretenerse, beberíamos como una caricatura de Bukowski, nos chutaríamos veneno blanco como un Charlie Parker de cuarta, zamparíamos recio como Philippe Noiret en ‘La Grande Bouffe’ y tragaríamos tantas pastillas de colores como el infeliz Keith Moon. Qué emoción y qué viva el buen rollo, tú ya sabes.
Sí, me encantaría un mundo trufado de armonía presidido por las flores, las abejas, las ardillas, los delfines, las ballenas, los elefantes... Bueno, los elefantes cuando son pequeñajos, que en ese caso son un ricura; de mayores no, que imponen demasiado y como se enfaden la hemos liado. Ah, qué bonito sería… Y todos hermanados, felices, machihembrados, enhebrados a base de amor libre con el taparrabos por montera. Bueno, amor libre sí, aunque depende: mejor que nos toque cuando corresponda el trenecito general de la cuadrilla el guapo o la guapa, pues de lo contrario, durante ese episodio de golosona orgía tribal, totémica, global, universal, me pido un dolor de cabeza del siete y esa noche duermo solo, eh. Pero nuestro mundo es lo que es y desde que el mono de ‘2001’ (película que no soporto, por cierto) agarró un fémur para demoler la cabeza de un colega algo pelma, hemos progresado hasta nuestros días con las armas en la mano. Las armas, para nuestra izquierda radical, sólo representan un lastre cuando vienen del lado capitalista. Rusia siempre fue la mayor potencia en cabezas nucleares pero jamás les hemos escuchado protestar al respecto. Adiós a las armas, sí, pero según de qué bando.