ABC (1ª Edición)

La remontada de ETA

A los 25 años del asesinato de Blanco, casi todos los etarras están cerca del País Vasco

- ALBERTO GARCÍA REYES

TXAPOTE apuntó a la sien de Miguel Ángel Blanco, al que su compañero Mujika había maniatado y puesto de rodillas, y le dio la vuelta al reloj de arena de un chantaje que ha durado 25 años. Los malos han remontado. Aquel ogro permaneció horas con su pistola a cañón tocante, con el llanto del concejal de Ermua como banda sonora del oprobio, en su trinchera de Lasarte-Oria. Y cuando se cumplió el plazo de 48 horas que la banda había dado al gobierno de Aznar para acercar a los presos de ETA a las cárceles vascas, disparó. Los tres miembros del comando dejaron al joven político tirado, aún con vida, en un bosque de Azokaba y se marcharon de allí dando un plácido paseo hacia el infierno. Un cuarto de siglo después, las exigencias del ‘gudari’ Gaztelu se han cumplido. Él mismo es uno de los principale­s beneficiad­os de la política de acercamien­to que ha llevado a cabo el otrora látigo de ETA Fernando Grande-Marlaska. Txapote fue trasladado hace un año desde la prisión de Huelva a la de Estremera junto con su pareja y cómplice del asesinato de Blanco, Amaia, ahorrando así muchos kilómetros a sus delicados visitantes.

El Gobierno de Pedro Sánchez ha autorizado el acercamien­to de 293 etarras. No ha ordenado todavía el traslado a Ermua de los restos de Miguel Ángel Blanco desde el cementerio de Faramontao­s, en Orense, adonde su familia se lo llevó tras los constantes ataques a su tumba por parte de quienes ahora sostienen al sanchismo en el poder. La pistola de Txapote ha vencido. La decisión más dura que ha tenido que tomar un presidente del Gobierno de España jamás, aquella de Aznar explicando a los padres de Miguel Ángel que no podía ceder a una extorsión tan humillante y que tenía que anteponer la integridad del Estado a la vida de su hijo, ha sido ninguneada por un endriago que ni siquiera por respeto a la conciencia de su antecesor ha rechazado los votos de Bildu. Sánchez no tiene sangre ni para empatizar con el sufrimient­o que proporcion­ó la abyección etarra al cargo que él ocupa ahora. La portavoz del partido del plomo, legatario político de la infamia, Mertxe Aizpurua, era la editora del diario ‘Egin’ cuando el funcionari­o de prisiones Ortega Lara fue liberado de un secuestro que duró 532 días. El titular de su periódico aquel día fue ‘Ortega vuelve a la cárcel’. Antes había sido condenada por apología del terrorismo por un artículo titulado ‘Por los gudaris de ayer y hoy’. Y entre otras muchas manchas, es también la biógrafa del líder de la banda José Miguel Beñaran, Argala. Esta señora, a la que sus ‘enemigos’ españoles pagamos 126.000 euros al año como diputada en nuestras Cortes, salió el otro día al atril de la sala de prensa del Congreso para explicar el pacto con el PSOE que extiende la Ley de Memoria Democrátic­a hasta el primer mandato de Felipe González. Y dijo esto: «Nos interesa que este Gobierno se mantenga y no caiga». La conclusión es evidente: el chantaje al que nos sometió ETA hace 25 años a través de la pistola de Txapote ha obtenido frutos. Los etarras están cada vez más cerca de sus casas, las víctimas cada vez más lejos de la justicia y Pedro Sánchez en las antípodas de la democracia.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain