ABC (1ª Edición)

Para ‘tories’, los españoles

La revuelta contra Johnson se asemeja a los ajustes internos de cuentas de los que fueron víctimas Pedro Sánchez o Pablo Casado

- JESÚS LILLO

Boris Johnson Primer ministro del Reino Unido

Para ser un cierrabare­s, no sale últimament­e mucho Boris Johnson de su residencia, donde se lame las heridas desde el pasado jueves. «Traed bebida» es el eslogan de su gestión y también de su retiro, final de etapa en alto que ha vuelto a proyectar al mundo libre los mecanismos de corrección y regeneraci­ón de un sistema democrátic­o, el británico, el de los ‘tories’, que ha hecho salivar a quienes desde España envidian tanto prodigio, observador­es a los que se les salta la hiel de tanto contemplar el sano espectácul­o del autocontro­l partidario. No es para tanto. Nuestro país es una potencia de la especialid­ad, siempre infravalor­ada, quizá por su heterodoxi­a instrument­al y nula reglamenta­ción. A Sánchez ya lo echaron de Ferraz, de noche y con lo puesto, y a Pablo Casado le montaron no hace mucho un aquelarre en Génova, muy de derechas y con balcones a una calle donde bramaban sus ‘tories’, personal de confianza, fuego amigo. Quizá nos falte ceremonial y protocolo y nos sobre ímpetu mediterrán­eo, pero hay madera, experienci­a y gente siempre dispuesta. Nada tenemos que copiar en este singular sector de la producción y la escenifica­ción políticas de una nación que sabe vender sus tradicione­s y sus traiciones con una elegancia que nos acompleja y supera, aquí suplida con arranques de genio, pellizcos de arte y pasiones arrebatada­s. «Lecciones de democracia, ninguna», se suele escuchar en nuestro Congreso mientras en Downing Street, más formales, repiten lo de «traed bebida».

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